GQ Latinoamerica

El actor JARED LETO

El actor, director y músico nos recibe en su casa de Los Ángeles para explicarno­s cómo ser un alma libre en la industria cultural más importante del mundo.

- FOTOS CAMERON MCCOOL REALIZACIÓ­N JOANA DE LA FUENTE TEXTODANIE­L BORRÁS

está listo para dar una cátedra de moda. Sí, una vez más. Considerad­o un referente absoluto de su generación, frente a la cámara nos demuestra por qué se ha convertido en un personaje de culto y cómo le saca provecho.

La mejor manera de comenzar un texto, siempre, es robarle la prime- ra frase a otro. Así que pido permiso a Jared Leto para usar un trocito de una de las canciones de su grupo Thirty Seconds to Mars: “Estás en tu cama, por la noche, sin poder dor- mir, y piensas sobre tu vida. ¿Quie- res ser diferente?”. La estrofa, con la que se abre el tema “A Beautiful Lie”, podría ser la primera cosa que te vendría a la mente cuando lo conoces. No hay otra persona como él. No es posible. Una noche decidió abrazar la diferencia y ahí se quedó. Supongamos que cada letra, cada mirada, cada acorde, es un ladrillo de la casa donde deci- dió cobijarse para siempre.

Jared Leto (Bossier City, Esta- dos Unidos, 1971) es actor, músico, director, productor y alma libre. Tiene una banda de rock alterna- tivo desde hace más de 20 años; ha sido ganador de los premios Oscar, Globo de Oro y SAG; en una mesita de su casa tiene su propia cabeza metida en una urna de cristal. “La tengo, es verdad. Todo comenzó tras ver aquel desfile de Gucci hace unos meses —Otoño/ Invierno 2019—, donde apare- cían los modelos con esas cabezas prostética­s. Pensé: ‘Es interesant­e, ¿por qué no seguir con ello?’. Así que se lo planteé a Alessandro Mi- chele (director creativo de la fir- ma). Le encantó y trabajamos muy duro con varios ingenieros en Ita- lia para conseguirl­o”. De esta ma- nera, Jared apareció en la alfom- bra roja de la reciente gala del Met vestido de Gucci... y con su propia cabeza en la mano. Reventó inter- net. “Quizá un día pueda estar en un museo de la marca”, apunta.

Su relación con la casa y con Michele parece ya legendaria. “Co- menzó tras conocernos en Los Án- geles y comprobar que teníamos en común el mismo modo de ver las cosas: los dos dedicamos nuestra vida a crear”. Desde entonces, viven una suerte de “aventura compar- tida” que se extiende también a la puesta en marcha de varias campa- ñas. Una de ellas es la del perfume Gucci Guilty, que Leto protagoniz­a

junto a la cantante Lana del Rey. “Fue increíble hacerla, rodamos parte en el porche de mi casa, de hecho”. En el anuncio, ambos apa- recen juguetones y cómplices mientras pasean por el supermerca­do o conviven con tigres. Un día normal, vaya, una cita romántica están- dar. “Bueno, quizá si la cita es en África...”, bromea el actor, aunque manteniend­o siempre cierto aire serio, sin risas forzadas.

Lo cierto es que Gucci es un inesperado (o no) éxito que ha revolucion­ado la moda masculina en las últimas temporadas. Michele ha dinamitado los clichés: el exceso puede ser elegante, los hombres y las mujeres pueden compartir sus códigos de ves- timenta. “Son las ideas adecuadas en el instante adecuado. Es el momento para ellas. Michele y Gucci han decidido que es hora de ser valientes y explorar. Y el mundo estaba preparado para escuchar exactament­e eso”, analiza Jared. Es lo que pasa, pero, también, el momento en el que pasa. Al final, nuestra forma la crean los dedos de otros.

Así que Jared suma a sus poderes la idea de influir y crear universos de moda. ¿Alguna ramificaci­ón artística más que no haya mostrado? “Bueno, quizá no que no haya mostrado. Estu- dié en la escuela de Arte, siempre me ha encantado pintar, por ejemplo. No creo en el arte como una o varias disciplina­s, sino como un camino”. Pero Jared puede considerar­se un artista total y su conexión con el negocio del espectácul­o es como vivir una relación de amantes improbable­s. Hollywood a un lado; Jared en la otra esquina. “Los Oscar no premian a gente como yo”, dijo cuando recibió el galardón por su papel en Dallas Buyers Club (2013). El oropel contra la integridad. Jazmín y cigarrillo­s. Él sería la flor: “El conflicto existe”, dice Leto luego de pensar la respues- ta durante varios, muchos segundos. “Por un lado está el negocio y por otro, el arte. Pero la clave está en escucharte a ti mismo, a tu corazón, a tu mente. ¿Qué es lo que realmente quieres hacer? Hay una parte de todo esto que es productiva, que funciona, y que te permite hacer las otras cosas que de verdad quieres. Es cuestión de equilibrio”. Esto es: usa tu posición en Hollywood, las ventajas del negocio para hacer también cosas comprometi- das y que lleguen a los demás.

Y arriesga. Siempre. ¿No, Jared? “Mira, nunca me ha importado que mis decisiones creativas implicaran riesgo. Es que es absurdo no correr riesgos. Las cosas grandes, las co- sas que realmente pueden cambiar algo, llegan siempre después de una decisión valiente, no hay otra forma de hacerlo”. El histrión, ade- más, reconoce que nunca ha tenido problemas con esta manera de ser, que jamás se ha sentido “extraño o apartado” por su arte. Siempre habrá “un público que te aplauda y esté contigo” cuando tu creación sea pura y verdadera. Con su ban- da, Thirty Seconds to Mars, con la que lleva dos décadas subiéndose a escenarios, ocurre igual. “Somos un grupo alternativ­o, y mi hermano y yo siempre hablamos de lo mismo: seguiremos haciéndolo mientras tengamos pasión. Eso es todo”.

Jared Leto se muestra como el ejemplo ideal de ese gentleman que todavía aparece en el título de GQ. Posiblemen­te hoy no sea el mismo que hace 25 años; quizá tampoco el mismo que en los primeros años 50, cuando la revista comenzó a andar tal y como la co- nocemos ahora. De hecho, ¿cómo es ese gentleman de la nueva era? “Yo imagino a una persona ca- paz de perdonar, que defienda la dignidad, la fuerza, el honor, la amabilidad. Tengo una visión op- timista del gentleman del nuevo siglo”, nos confiesa. Perfecto para celebrar nuestras bodas de plata.

¿Y dónde estaba Jared hace 25 años y dónde cree dentro de 25? “En esa época, hacía música y actuaba. Tenía sueños. Estaba iniciando mi camino de creativi- dad. Dentro de 25 años quizá esté muerto, y no quiero arrepentir- me de no haber vivido de forma valiente”. Boom. Uno piensa que medir los tiempos es casi imposi- ble. Que siempre llega tarde para verte llegar y pronto para verte partir. Que entendemos el tiempo, al final, sólo como tiempo que fue. Para Jared Leto, el reloj está roto. El físico, el mental, el creativo. Roto. No importa. Y esa es una estupenda lección de vida.

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Look completo, Gucci ?? CRÉDITOS DE PORTADA: Reloj, Overseas Calendario Perpetuo Ultra-plano, Vacheron Constantin
Camisa, Dolce & Gabbana
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