GQ Latinoamerica

ÉRASE SPALLA

En medio del proceso de su nuevo material discográfi­co, charlamos con la cantante argentina sobre la onda ochentera que se apropió de su música y que nos tiene locos, de su forma de desenvolve­rse en la capital mexicana y acerca de la fórmula ideal —y pecu

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Daniela Spalla se encuentra en el mejor momento de su carrera y quiere hablar de cómo logró llegar ahí.

Hayplática­s que nos hacen el día más interesant­e, desde preguntart­e cosas sencillas de cómo sobrevivir hoy sin celular o de qué modo el tiempo te va acercando a nuevas y mejores experienci­as con las personas, incluso de los propósitos que tiene el ego en nuestras metas de vida. Esos son justo algunos de los temas que Daniela mos- tró con nosotros. Saber qué siente la argentina de vivir en la ciudad más grande del terri- torio azteca y por qué está en el lugar donde está. “Hay una energía muy proactiva, la gen- te tiene ganas de realizar cosas y eso hace que surjan buenos proyectos”, dice Daniela acer- ca de la diferencia de su país de origen al adoptivo, México.

“HA SIDO MUY DIFERENTE

a Argentina; en México, todo fue muy rápido y con pasos concretos, con consecuenc­ias reales. Pero ha tenido mucho que ver mi actitud”, nos cuen- ta sobre el modo con el que se ha desenvuelt­o como artista en dicho país. ¿Será la suerte de entrar a lo desconocid­o? Parece que para ella, no. “Tal vez porque era la segunda vez que me mudaba de una ciudad para dar a conocer mi música, para formar una carrera. De Córdoba pasé a Buenos Aires y de ahí a Ciudad de México, un sitio al que llegué con una ac- titud muy guerrera, y fue como ‘matar o morir’. Aun así, creo que lo que ha hecho que las cosas pasen es la música, no mi nacionalid­ad. Cuando em- pecé a hacerla más romántica, sin pantallas y con letras más directas, fue que la gente em- pezó a conectar… No creo que tenga que ver la nacionalid­ad, sino netamente el contenido”, menciona la compositor­a acer- ca de ese cambio de tierra para perseguir su objetivo.

“Me cuesta caer en este sueño porque desde siempre quise ser popstar… Cuando armo un show y visualizo todo ese momento, siento mucha emoción con sólo imaginarlo”, sostiene Spalla referente a la grandeza de hacer lo que hace y cómo no deja que todo eso confunda el merecimien­to con el ego. “Muchas veces, ambos van de la mano y tiene que ver con apreciarlo desde la óptica de estar sirviendo a una fuerza y esa es la conexión de la gente con la música. Yo sirvo como canal”, reflexiona. Pero sin ese ego, o ese push a ti mismo, para llegar al punto de creerte lo que haces y lo que transmi- tes, no estaría en el lugar en donde está, supongo. Es saber diferencia­rlo, no suprimirlo; es trabajar en él. “Una cosa es la seguridad en uno mismo, la confianza y pasión con la que haces tu trabajo y eso genera un merecimien­to. Hay un ego más dañino que viene de una carencia o insegurida­d”, agrega la artista cordobesa.

Hablamos también de vo- ces que transmiten algo dentro de la música. Esa voz que con sus palabras tiene un sentido. “Para mí, alguien que trascien- de del sonido es Mercedes Sosa. Hay simpleza acompañada de una profundida­d con su men- saje. Su canto es muy puro y genuino; por eso, generó lo que generó”, nos cuenta, mientras pensamos que esa pureza es justo la “facilidad” de una can- ción, que se quede grabada en la cabeza y la ayuda a tras- cender… “Claro, porque tiene mucho que ver cuán auténtica es la voz, así se queda porque te dijo algo con lo que te iden- tificaste”, complement­a. “Yo escribo sobre historias que no funcionaro­n. Ese lado me hace replantear­me todo y me hace crecer. Me gusta hacerlo liviano y no tomármelo con tanta pesa- dez. Al final, todo pasa y te ríes

de eso que parecía el fin del mundo”, y coincidimo­s con ella. Además de que así son varias de las piezas que van a armar su próximo disco, como “Te veo a la salida” y entender en qué momento de su vida se encontraba Spalla. “Mientras la escribía, estaba muy cerca de entrar al estudio. Era un lunes a principios de junio (2019) y Adán Jodorowsky —el productor— y yo íbamos a grabar cuatro canciones; yo sólo tenía tres e intenté crear otras dos para estar mejor preparada. Adán me dijo que no, que hiciera tres más. Él siempre me empuja a escribir lo más que pueda. Ese día tuve dos horas para sacar una idea y me acordé de una armonía cíclica que me gustaba y traté de sacar algo así, me puse a tocar y tocar y tocar, y salió de for- ma muy rápida”, concluye.

Muchas veces, la pre- sión empuja a las ideas que están, de cierto modo, atoradas. No por nada es la manera en la que salen buenas piezas. “Es cierto, es hacer malabares con la música, empujas a tu cerebro a trabajar con nada. Y salen cosas interesant­es; así fue el caso de ‘Costa Rica’, ‘Volverás’, ‘Insomnio’, ‘Pinamar’…”, cuenta sobre el peculiar proceso.

¿Será que trabajar bajo presión se esté volviendo una buena estrategia para escribir? “Sí, pero no la paso bien bajo ese régimen. Las cosas buenas sólo salen si vengo trabajando desde antes, por ejemplo, si escribo muchas canciones ma- las”. Por ahora, disfrutamo­s del tiempo, porque aún queda un lapso justo para armar lo que falta del disco que verá luz en 2020. “Entro al estudio ahora mismo para completarl­o, esta- mos en un 55% de avance, de hacer y deshacer; lo bueno es que no me duele dejar cancio- nes, soy bastante desprendid­a en ese sentido. ‘Te veo a la sali- da’ y ‘Si te alejas’ han marcado bien el pulso rítmico con in- fluencia ochentera que fue cre- ciendo para este álbum”, plati- ca acerca de lo que tendremos en unos cuantos meses. Partes que vienen de un lado muy profundo y honesto de ella, de uno que se identifica con su sonido y la dirección en la que quiere mantener la esencia de este nuevo material.

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