LA FAMILIA ZEGNA
Las formas de entender la masculinidad están cambiando y lo que antaño parecía un concepto con un único significado, hoy ha evolucionado a formas mucho más interesantes. Nos reunimos en Nueva York con Alessandro Sartori para tratar de responder a una preg
Entrevistamos a Alessandro Sartori, el director creativo de Ermenegildo Zegna, para con- ocer la esencia de una marca más que legendaria.
Alessandro Sartori (Biella, Italia, 1966), el director creativo de Ermenegildo Zegna, está cansado pero sonríe cuando nos encontramos en la penumbra del hotel Beekman, un espacio histórico de la ciudad de los rascacielos que una vez fue un teatro donde se estrenó por primera vez Hamlet. La eterna duda del personaje de Shakespeare nos perseguirá durante la conversación, pero esta vez con una pregunta. Ya no es ser o no ser el dilema, sino ¿qué nos hace hombres hoy? Ese es el leit motiv de su nueva propuesta que justo unas horas antes ha presentado de la mano de Mahershala Ali, el ganador de dos premios de la Academia por sus interpretaciones en Moonlight (2016) y Green Book (2018). Dos hombres muy distintos pero con ideas muy claras sobre lo que hoy nos convierte justo en eso, en hombr es.
Lo interesante es que para ese cuestionamiento no hay una respuesta unívoca y uniforme. “Realmente lo que queremos es generar una conversación sobre la masculinidad y las necesi- dades reales del hombre de hoy día; una conversación que tenemos constantemente alrededor del mundo, no sólo en las tiendas, también con nuestros clientes, en sus casas, cuando los visitamos para arreglarlos”, explica el italiano. Entrevistar a Sartori, que se ha acostado tarde y que durante la jornada tendrá varias reuniones con otros periodistas y que toma una infusión
de té con limón cuando cualquiera estaría deseando una cafetera entera para ganar energía, es más una conversación relajada en la que pareciera que la compañía, a través de su diseñador, planteara más dudas que verdades escritas sobre piedra.
Le preguntamos si esta idea de un nuevo pensamiento sobre los hombres es algo reciente en torno a lo que reflexiona una de las casas históricas de la moda masculina. “Sí, creo que este estado mental es la nueva dimensión de Zegna. Aunque, para ser honesto, es algo que la compañía siempre tuvo en su ADN. Cuando Ermenegildo Zegna creó la empresa, en 1910, como fundador peleó por conectar a una firma que tuviera la mejor manufactura del mundo, con una estructura en la que las personas que trabajaran ahí tuvieran una vida fantástica. Construyó
departamentos, un gimnasio, una alberca… La idea de formar una gran familia. Quizá por eso hoy tenemos un nuevo estado mental. Zegna no sólo es ropa, también es la vida de las personas con las que estamos conectados y queremos compartir nuestra visión, conformada por la sen- sibilidad, la fragilidad, el amor...”. ¿Y cómo encaja Ali en esa visión? ¿Por su trayectoria, por su personalidad? Le cuestionamos. Para el diseñador, que en su momento fue el responsable de la línea Z Zegna, que supuso una gran revolución en la firma, y quien, tras una temporada como responsable de otra de las grandes firmas de caballero, Berluti, regresó en 2016 como director creativo de la casa nacida en Trivero. Su elección estaba clara. “Mahershala es un gran talento para nosotros. Cuando estábamos desarrollando la idea, discutíamos sobre quién sería su cara. Establecimos una regla. Tenía que ser una persona que ya estuviera conectada con la marca de una manera auténtica, ya fuera un cliente, amigo o alguien que ya conociéramos. Hablamos con varios de ellos, Ali incluido, y cuando le explicamos todo el concepto se mostró entusias- mado. Se relaciona con la firma de una manera muy honesta y auténtica”.
Además de esta reflexión sobre la masculinidad, Zegna ha firmado el Fashion Pact, un acuerdo de las empresas líderes de la moda con la sustentabilidad ambiental en el que 32 firmantes, de Gucci a Prada o Chanel, unen sus esfuerzos para establecer objetivos prácticos y tangibles, y reducir el impacto ambiental de este rubro. “La industria tiene mucho desperdicio”, nos explica. “Y no habló de la pieza final, eso es muy simple. Después del outlet lo donas a la comunidad. Hablo de cuando rapas a la oveja, y sólo lo pongo como ejemplo, hasta que cortas la pieza fabricada, en este proceso desechas como el 45 o 50 por ciento. Es demasiado. Es como si le pusieras gasolina a tu auto y la mitad desapareciera. Todos esos trabajos son un desperdicio de materia, de dinero. Pero la industria es difícil de moldear, a menos que seas dueño de toda la cadena. Y una razón por la que Zegna se unió con cerca de 30 socios para este acuerdo es porque tenemos mucho peso en la pro- ducción. No sólo creamos nues- tra materia prima, también lo hacemos para muchas otras compañías. Entonces, ser parte de algo así no sólo es un acto lin- do, es insertarnos en un proyecto verdaderamente relevante. Es fácil para nosotros, porque em- pezamos hace mucho tiempo. Tres de las cinco fábricas, justo donde están ubicadas, son lu- gares completamente sustenta- bles en cuanto a la electricidad, porque la producimos con el agua aledaña. Eso es un ejemplo. También empleamos colorantes libres de químicos, entre otras acciones. Es un compromiso se- rio, no una moda”.
¿No es una contradicción que con estos desperdicios se siga pensado en qué es lo nue- vo, qué es lo que sigue?, le pre- guntamos. “La mentalidad debe cambiar a que tú coleccionas las piezas, no compras una tempo- rada. Debemos llegar al pun- to de valorar las prendas. En segundo lugar, la producción debe ser más sustentable, pero lo que me gusta es este efecto de bola de nieve, un movimien- to que ahora el sistema enten- dió. Hoy, algunas compañías, como Zegna, fabrican de sus desperdicios y se han sumado más. Es un efecto dominó”.