GQ Latinoamerica

EL SECRETO DEL ACTOR

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El neoyorquin­o Billy Cudrup regresa a la pantalla grande con El pasado que nos une, cinta donde comparte créditos con las grandiosas Julianne Moore y Michelle Williams. Charlamos en exclusiva con él sobre este remake, acerca de las decisiones que ha tomado en su vida y de si el fin justifica los medios.

Fue a mediados de la década de los 90 cuan- do Billy Crudup comenzó su carrera, dando desde sus primeros filmes muestra de su madera. Por aquellos años, el actor tuvo la oportunida­d de involucrar­se en proyectos que podrían haber catapultad­o su fama de manera inmediata; sin embargo, apostó por ser cauteloso, elegir bien y dar los pasos ne- cesarios que establecie­ran su nombre en el peldaño de los actores respetable­s. “El enca- sillamient­o sí era algo que me preocupaba. Si sólo aprendes cómo actuar determinad­os roles, es muy complicado crecer. Quería te- ner una carrera larga e interesant­e; por ello, desde un inicio, tomé personajes que fueran diferentes a lo que había hecho previamen- te”, compartió en una entrevista durante el Festival de Cine de Tribeca. Gracias a esta “filosofía”, hemos visto a Billy en múltiples roles que han significad­o un desafío histrió- nico: del Russell Hammond en Casi famosos (2000), al Will Bloom de Big Fish (2003) o al J. Edgar Hoover de Ene- migos públicos (2009), pasando por sus partici- paciones en títulos como Misión imposible 3 (2006), El buen pastor (2006), Watchmen (2009) y Alien: Covenant (2017).

Pero en esta ocasión, el reto fue involucrar­se en el remake de Después de la boda, una cinta danesa ubicada entre las mejores de 2006. “El director, Bart Freundlich, es un viejo amigo mío. Hablamos frecuentem­ente y por eso sabía que estaba adaptando este guion. Cierto día, llegó y me dijo: ‘Hay un papel que creo que podría in- teresarte. ¿Te gustaría leerlo?’”, le comparte Crudup a GQ. “El proceso para dar vida a Óscar, mi papel en el filme, fue de mucha comunicaci­ón entre ambos para entender qué es lo que quería de mí y conocer de qué manera se iba a aproximar a un personaje tan estoico”. Pero en esta misión (¿imposi- ble?) no estuvo solo, las grandiosas Julianne Moore y Michelle Williams completaro­n el trío protagónic­o de este melodrama fami- liar. “Ambas son tremendas actrices y a lo largo de su carrera han hecho roles muy complejos. Había tenido oportunida­d de colaborar con ellas en otros proyectos, pero coincidir con ambas, en esta ocasión, signi- ficó una enorme alegría”, confiesa.

El pasado que nos une cambia un poco los papeles de la cinta original. Ahora, Isabel (Williams) es la encargada de un orfanato en India, y para conseguir un apoyo sus- tancioso que ayude al centro a continuar sus operacione­s, debe viajar a Nueva York y entrevista­rse con su benefactor­a, There- sa (Moore). Una vez en Estados Unidos, su bienhechor­a la convence de que se quede el fin de semana para asistir a la boda de su hija (Abby Quinn), sin imaginar que du- rante la celebració­n se percatará de que el padre de familia es Óscar (Crudup), un viejo conocido suyo y con quien comparte un pa- sado en común. Es entonces cuando todos comienzan a caer en una espiral de secre- tos, mentiras “piadosas” y decisiones que determinar­án su futuro. “¿El fin justifica los medios? ¡Caray! No sé. Qué buena pregunta. Como padre, creo que tratas de formar a tus hijos con virtudes y siempre apostar por la verdad y la apertura, pero, al mismo tiempo, en ocasiones, debes recurrir a mentirles en ciertas circunstan­cias sobre el mundo que los rodea, porque quizás no estén listos para ser impactados por la bes- tialidad de la vida adulta”, asegura Billy. “Creo que todos hemos tomado re- soluciones sin pensar en las consecuenc­ias poten- ciales. Ante todo, cuando eres joven. No tengo idea qué hubiera hecho yo de tener que enfrentar la si- tuación de mi personaje en la cinta. Al final, creo que Óscar tomó una deci- sión bastante generosa”. Y, a nivel personal, ¿Crudup se arrepiente de algo? “Si llegas a tus 50 años y no te lamentas, en- tonces quizás algo hiciste mal (risas). Como la mayoría de las personas, yo también me arrepiento de algunas decisiones”.

Con un antecedent­e como el que dejó el filme sueco hace casi 15 años, las com- paraciones entre los dos proyectos no se harán esperar, sobre todo porque, como Billy asegura, “el trabajo que hizo Susanne Bier en 2006 fue excepciona­l”. Sin embar- go, en este remake, hay un par de secuen- cias en las que queda de manifiesto (otra vez) la calidad histriónic­a de sus tres prota- gonistas: Williams, Moore y Cudrup. “Hubo varias escenas difíciles de rodar por toda la carga emocional que implicaban. Una, cuando hablo con mi hija acerca de las de- terminacio­nes que tomé, y otra, cuando el personaje de Julianne tiene una crisis exis- tencial. Todo el sentimient­o plasmado en esa toma es retratado con sinceridad. Tanto a ella como a mí nos afectó”, remata.

“Coincidir con Julianne Moore y Michelle Williams en un mismo proyecto significó una enorme alegría”, asegura Billy Crudup.

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Desde la izquierda: Abby Quinn, Bart Freundlich (director), Julianne Moore, Billy Crudup y Michelle Williams.

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