LA DERROTA
Películ as, puestas en escena, libr os y restaurantes asisten atónitos al derr umbe del consumo en A rgentina. Un cr ecimiento desproporcionado de impues tos y tarif as deja a la indus tria literaria y del t eatro independiente como los principales perjudicados, y el futur o cultural del país luce incier to. Ho y, las v oces afectadas nos dan su panorama.
Después
de uno de los recientes jueves negros, cuando el dólar subió casi 16% y las acciones cayeron más de 20% en Wall Street, Ricardo Darín, el actor argentino más internacional y protagonista de La cordillera y El hijo de la novia, entre otras cintas, dijo que esta situación le gene- ra “mucha angustia”. “Los jueces no entien- den nuestros reclamos; el Poder Ejecutivo no da respuestas, los diputados no piensan leyes que nos protejan. Hay un estado de indefensión”. A esto se suma Claudia Piñei- ro, la escritora más vendida del país, autora de Las viudas de los jueves y Betibú, como ejemplos. Hoy, la cultura argentina se le- vanta y exclama: “¡Basta!”.
Según datos oficiales, la caída en la venta de entradas de los teatros porteños —en el primer semestre de 2019, contra el mismo periodo de 2018— registra un 12% menos de espectadores de teatro en la ciu- dad de Buenos Aires (530 mil contra 465 mil). El reclamo del teatro independiente es dramático y contundente, y ocurre porque la actividad de esta industria es una de las más afectadas por la crisis actual. En ese marco, no se salvan los productores comer- ciales ni las salas del under. Subsidios insu- ficientes, presupuestos en baja y tarifas de servicios con aumentos exorbitantes pro- vocaron el cierre de muchas salas durante los recientes años. Ante la preocupante si- tuación, los integrantes de ARTEI (Asocia- ción Argentina de Teatro Independiente) —que agrupa a un centenar de salas de la ciudad— denunciaron un grosero aumento de las tarifas de servicios eléctricos que los están arrojando compulsivamente al cierre de espacios, en la antaño capital teatral de Hispanoamérica. En los últimos dos años, el aumento de la tarifa eléctrica fue del 300%, y el de las entradas no supera el 25%. “Res- ponsabilizamos al gobierno de la ciudad y al de la nación —se leyó hace pocos días en una asamblea de teatristas, en el prestigioso teatro Timbre 4— por poner en riesgo todo el aporte que el sector realiza al desarrollo económico, social y comunitario”.
CAMBIO DE HÁBITOS
Así se modifica la vida cotidiana en Buenos Aires, en palabras de sus referentes cultu- rales. “Vas al supermercado y no te alcanza la plata; estaba esperando que apareciera una propuesta, contando que me queda- ba. No soy gastadora en general, pero hoy, todo nos cuesta un huevo. Ahora, tengo que elegir lo que voy a comprar. Hay cosas que ya no llevo, y sé que no soy a la única que le pasa. Mi hijo dice que soy una famosa pobre”, explica la actriz Paola Krum, al frente de la celebrada puesta en escena Después de Casa de muñecas.
Históricamente, frente a cada crisis cíclica que afecta a la economía, la Argentina blin- daba su cultura, como esfera de resistencia. Pero pocos recuer- dan en la historia moderna del país —incluyendo la dictadura militar de fines de los años 70 o la Hiperinflación del 89 con el presidente Raúl Alfonsín— una merma tan pronunciada en el consumo de libros, películas, obras del circuito indepen- diente y del comercial. La actriz Paola Barrientos, muy conocida tras el protagónico de una serie publicitaria narrativa (única en su género) para un importante banco, resultó ser una mujer de principios morales a prueba de bolsillos flacos.
“Me bajé de la publicidad por los créditos UVA”, expli- ca en relación a unos créditos habitacionales impulsados por el gobierno de Mauricio Macri, “sentía que me enfermaba si seguía haciéndolo porque tenía una certeza muy grande y veía la estafa. Me sorprende que tanta gente con historia en este país haya sacado ese crédito. Estaba muy a la vista”. Ella re- nunció a su exitosa publicidad —elogiada entretenimiento— como una por ficción respeto de a los endeudados que ven incre- mentar sus compromisos al rit- mo de una inflación del 55%, ya que los créditos están atados a ese índice, que (al promediar el mandato de Macri) se suponía estabilizado.
“Un personaje mío en (la película) Nueve reinas decía una frase tragicómica, luego de cagar a la hermana: ‘Hubo una
distribución videndos’. tendencia Uno para cieron La tendencia tendría saber en la cíclica O qué que dirección sea, unilateral es cosas a la irse la responsabili- de cagó. muy no este correcta. de se atrás ¡Qué país. di- hizar terior, un tema al gobierno pero estructural”, me actual parece o advierte que al an- es Ricardo Pero Darín. Griselda Siciliani, una de las referentes de Actrices Argentinas, que se involucró en la denuncia por violación que hizo la actriz Thelma Far- dín en contra del intérprete Juan Darthés (ocurrida durante una gira de la tira Patito feo) es de las que se inclinan a buscar culpables entre los dirigentes actuales. “Voté en contra de este proyecto; lamentablemen- te. No me siento representada por ninguna fórmula o partido. No deberían ser así los votos. Hace mucho tiempo que voto siempre en contra, y eso es muy pobre. Me entristece. Por lo me- nos, el pueblo vio una realidad que está ocurriendo y que no le gusta”. Se refiere a un dete- rioro y reducción progresivos —pero acelerados— que están arrasando, por igual, al teatro comercial, al independiente y al teatro público. El Teatro Argentino de La Plata —por caso, el más impor- tante de la capital de la provin- cia de Buenos Aires— tiene un presupuesto por debajo de la inflación anual, en detrimento de la programación artística, también de la limpieza, las fil- traciones en subsuelos y pa- sillos, el escenario de su sala principal (Alberto Ginastera) y el estado de los baños y los ca- marines. Hay azulejos despe- gados, alfombras infestada de insectos… Desde 2016, no fun- ciona el sistema de aire acon- dicionado. En 2017, caducó la calefacción. Ambos arreglos, presupuestados y licitados, no han sido ejecutados luego de tres años. Los cuerpos artísti- cos y técnicos, ubicados en los subsuelos, son los más dami- nificados. No existen luces de emergencia ni matafuegos, por
“Responsabilizamos al gobierno de la ciudad y al de la nación”.
lo que es impensable (si fuera necesaria) una evacuación. “Se adeuda la compra de un piso de rebote específico, y luego de que el dinero fue destinado a la compra del mis- mo, éste desapareció”, denuncia su Cuerpo de Baile. El telón, a su vez, se encuentra “fuera de funcionamiento”.
“Estoy espantado”, se pronuncia el ve- terano director Agustín Alezzo ( Ricardo III, Yo soy mi propia mujer), considerado una gloria de la época de oro del teatro, “los argentinos volvemos siempre a las mismas cosas. Este gobierno tuvo concentrada a toda la opinión radial, periodística, televi- siva y las fuerzas vivas: la policía, el ejército. Fueron los mismos pasos que dio (el expre- sidente) Carlos Menem en los 90, pero esto fue mucho más rápido”.
¿Qué hicieron los artistas para resistir durante estos años de regresión (objeti- va) de las artes y el espectáculo?
“Actores y directores estuvimos muy en contra de este gobierno. La obra Muerte de un viajante (de Arthur Miller) refleja lo que nos estuvo pasando: un hombre, después de trabajar toda su vida, vale más muerto que vivo. A lo largo de este tiempo, me pro- puse no dirigir. No quería hablar”.
RIESGO DE EXTINCIÓN
“El público es muy menor al de otros años”, se queja el actor Diego Peretti, con los fil- mes Wakolda y Tiempo de valientes en su historial; “viene casi la mitad al teatro (a la puesta de Los vecinos de arriba). Con es- tos números, tres años atrás no entrábamos en los 10 más vistos, y hoy somos terceros, luego de Roberto Moldavsky (humor judío) y Martín Bossi (imitaciones). Es una buena boca de urna para testear lo que sucede”.
Para él, la crisis y el ajuste que vive la población son los culpables de lo que está pasando. A las mismas sensaciones de otras crisis emblemáticas de los años impares (1989, 2001, 2011, 2019), esta vez, se agrega el desconcierto. Peretti lo explica: “Creí que como era un gobierno liberal, al menos, iba a parar la inflación; imaginé, sí, el cierre de las pymes, la desocupación, etcétera. Si Ma- cri y Cristina quisieran al país, se pondrían de acuerdo en políticas de Estado en cuatro temas clave. Es mentira que la lucha sea por un proyecto político; la contienda es por quién agarra la torta. Los argentinos quere- mos vivir en democracia; muchos murieron por esto. Respetemos”.
Los datos auditados reflejan una la- mentable caída en la venta global de en- tradas de cine y teatro, potenciada por la pérdida de valor absoluto de la platea, que es mucho menor que la inflación real. De acuerdo con Carlos Rottem- berg, empresario teatral, “el aumento de la entrada tiene más relación con las parita- rias salariales que con la infla- ción oficial”, dando cuenta del atraso en la actualización de valores. “Cuando al que paga le resulta caro, e insuficiente al que produce, ¡eso es una verdadera crisis! La población argentina se encuentra al bor- de del abismo”, exclama sin que suene exagerado.
Siendo el libro un pro- ducto cultural y no de primera necesidad, es una de las prin- cipales víctimas de semejante debacle (junto con el teatro, el cine y la música, así como los demás sectores de la cultura que padecen los mismos sín- tomas). Las ventas de ejem- plares cayeron un 25% con respecto al año pasado y 35% en relación a 2015. Se estima que podría sumar otro 15% a la baja al finalizar este año. Este hecho produjo un des- censo del empleo directo de un 20% en el ámbito literario. Para los libreros, el desplome del empleo fue de un 15%. En la industria gráfica, el impacto lleva acumulados más de cin- co mil empleos menos. Desde 2016 a la fecha, cerraron sus puertas 35 pequeñas librerías y 30 sucursales de cadenas, las cuales fueron reabsorbidas o debieron reducir sin reme- dio sus espacios. Más de 80 librerías se encuentran hoy en dificultades para afrontar sus cadenas de pagos.
La gastronomía no queda al margen de la caída generaliza- da. “Antes pagaba tres mil pesos de luz; ahora me vino una cuen- ta de 100 mil y así no puedo se- guir”, dice Graciela, dueña del restaurante Los compañeros, en San Telmo. “Voy a rematar todo y con esa plata voy a pagar deu- das”. En este rubro, cayó un 30% la facturación y hoy en la ciudad se impone la comida al peso. Clo Cló (espacio tradicional de la Costanera Norte) bajó la persiana el año pasado. Según informó en 2017, la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC), en Buenos Aires cierra un restaurante por día. Ya se fue- ron Hermann (un clásico alemán, frente al Jardín Botánico); Artu- rito, pizzería de la calle Corrien- tes; Emiliana, sobre Callao; Los chisperos, el Café de la Ciudad, Tarquino; todos, lugares que de- jaron una huella en la capital. Y El Palacio de la Papa Frita (sucursal Lavalle), La Chacra, La Casa del Queso… En Puerto Madero, el an- taño barrio yuppie, el desplome es de un 50%. La presión fiscal es asfixiante: por cada 100 pesos, 42 se les van en impuestos. Los chinos (al paso y al peso) le están cambiando el aspecto a una gas- tronomía que se devalúa al ritmo de la moneda nacional.
Como si encarnara un senti- miento colectivo, Patricio Contre- ras, el gran actor chileno que se siente argentino ( Gringo viejo y La historia oficial), se paró frente al micrófono, hace muy poco tiem- po, durante la entrega de su pre- mio Cóndor de Plata a la trayec- toria, y así lo declaró: “Miran con desdén la producción de nuestros artistas y pretenden que sea tra- tada como mera mercancía que obedece a las leyes del mercado. Ignoran que la cultura y el arte son el rostro y la identidad de nues- tras sociedades. Quieren borrar de nuestra memoria de dónde venimos. El cine seguirá resistien- do porfiadamente, y los críticos difundiendo y premiando los ta- lentos. A pesar de você (en clara alusión al gobierno del brasileño Jair Bolsonaro, al que considera parte del —o el mismo— proble- ma), amanhã será otro día”.
“Cuando al que paga le r esulta caro, e insuficient e al que produce, ¡eso es una v erdadera crisis! A rgentina está a al bor de del abismo”.