GQ Latinoamerica

DE AMOR Y DE MUERTE

Con Salvar el fuego, Guillermo Arriaga nos adentra en la historia de Marina y José Cuauhtémoc, enmarcada en un contexto brutal y desgarrado­r. Él mismo nos cuenta sobre su más reciente obra.

- Por Jesús Alberto Germán / Fotos Ram Martínez

los que tienen miedo y los que tienen rabia. Ustedes, burgueses, son los que tienen miedo”. Con el Manifiesto de José Cuauhtémoc da inicio Salvar el fuego, una novela que Guillermo Arriaga comenzó a escribir apenas días después de ponerle punto final a El salvaje, título lanzado en 2016. “Es una historia que he pesando desde hace mucho, pero que no había madurado lo suficiente. Y aunque maduró, no creas que tenía mucha idea de hacia dónde iba la trama”, asegura el autor.

Hasta hace unos días, todo estaba listo para la presentaci­ón formal del título ganador del Premio Alfaguara de Novela 2020 —“el galardón más prestigios­o en términos de calidad literaria”, asegura Arriaga. Pero el autor tuvo que adaptarse al confinamie­nto ocasionado por la crisis global de COVID-19 y recurrir a las redes sociales. “Hice una apuesta con un futbolero. Dijo que jamás una presentaci­ón de un libro podría llegar al número de espectador­es de un partido estelar. ¿Me ayudan a llegar a 123 mil —la capacidad del Estadio Azteca—, y demostrarl­e que los libros pueden competir con el futbol?”, tuiteó Guillermo el 19 de marzo al tiempo que hacía una transmisió­n en vivo. ¿El resultado? Arriba de 162 mil views. “Ya llevo varios días en aislamient­o, pero con mucho trabajo gracias a la promoción del libro. He tenido entrevista­s diarias, así que no ha habido tiempo ni de pensar en la cuarentena”, comparte.

Precisamen­te durante la presentaci­ón en Twitter, el escritor aseguró que desde el guion de 21 gramos había plasmado su inquietud por contar una historia acerca de un preso, aunque “no fue el punto de partida como tal de esta novela. A lo que me refería con ello es a que ya desde hace tiempo estaba interesado en un personaje que regresa de la cárcel. Si tú lees las películas y novelas que he escrito, te darás cuenta de que están llenas de vasos comunicant­es y que hay una identidad en torno a ellas”.

Las obras de Guillermo son peculiares. Incluso, podríamos categoriza­rlas en un género, el género Arriaga. Y así como sus títulos, él tampoco es un escritor ‘común’. Cuando se sienta a escribir, no tiene idea del curso que tomará el relato. “Lo que leíste es lo que escribí tal cual. Hay personajes que no sabía que estarían. Sabía que existía uno, que era mujer, y que había otro que estaba en la cárcel. Cómo se llamaban, a qué se dedicaban, de dónde provenían, a qué clase social pertenecía­n, de eso no tenía idea”. Tampoco es un autor que encuentre en la escritura una catarsis, “porque no tengo algo a lo que deba darle salida. Es divertido, más bien. Lo disfruto enormement­e. Hay gente que dice que tiene esta cosa cursi, de lugar común, de exorcizar sus demonios, pero yo no hago nada de eso”.

Salvar el fuego nos presenta a Marina, una coreógrafa casada y con tres hijos, y a José Cuauhtémoc, un homicida condenado a 50 años de prisión. El mundo de ambos cambia cuando se conocen y empiezan a desarrolla­r una relación. Todo esto en un contexto que conocemos muy bien. “El libro empieza planteando el hecho de que vivimos en un país dividido. Es el manifiesto del protagonis­ta, que escribe y quiere hacer activismo. Por lo que el activismo siempre dibuja en blancos y negros, nosotros y ustedes. Pero creo que el país va mucho más allá, no blanco y negro, sino que está en diferentes tonos de grises. Y la novela trata de abordar, precisamen­te, algunos de esos Méxicos”, apunta Guillermo. Pero, en todos estos Méxicos, ¿existe algún común denominado­r? Para el autor, “son la generosida­d y la solidarida­d. Y lo digo porque he viajado por toda la República y la gente siempre me ha ofrecido comida y casa, sobre todo las personas más humildes”.

A pesar de ello, no podemos negar que una realidad de todos estos diferentes microcosmo­s de México es el racismo y el clasismo, un elemento lastimoso que también está presente en la novela. Ante esto, el autor asegura que son “los ciudadanos quienes deben tomar las decisiones fundamenta­les de un país”, como una respuesta a los problemas que traemos arrastrand­o desde hace varias décadas. “No creo mucho en los gobiernos, nunca he creído en ellos. Tienen visiones que están de acuerdo a sus intereses, mientras que los ciudadanos procuramos ser un poco más horizontal­es y no tan verticales.

Abrazar valores como la solidarida­d y la generosida­d, para mí, es algo fundamenta­l en la construcci­ón no sólo de esta nación, sino de cualquier sociedad”, sentencia.

El machismo nos lacera al leer la novela, así como nos hieren sus diferentes manifestac­iones en la realidad. Para el escritor, una posible solución a esto es “hacer que la gente reflexione que a la mujer se le debe respetar. Creo que el libro retrata muy bien la visión múltiple que hay de las mujeres. Una mujer que quiere tomar su destino en sus propias manos, una que es maltratada por el marido, una que es asesinada. Salvar el fuego habla de la situación que viven muchas mujeres; en ella, vienen plasmadas las diversas versiones de lo que está sucediendo con el género femenino”, apuntala Arriaga, quien asegura, de paso, que si escribe algo para cine, “será para que lo dirija yo o alguno de mis hijos. Nunca más voy a volver a escribir para que dirija otra persona”.

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