Huerta en casa

Cómo sembrar y cultivar tomates

Si no disponemos de una huerta grande pero tenemos una pequeña terraza o incluso un balcón podemos darnos el gusto de cultivar, aunque solo sea, una planta de tomate para disfrutar del proceso y darnos el gusto de saborear unos pocos tomates de los de ver

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LAS SEMILLAS

Podemos comprarlas en un vivero o tienda especializ­ada fijándonos en que sean de una marca de prestigio, del año (o sea frescas) y de la variedad de tomates que más nos guste. Podemos también recogerlas de algún tomate comprado o que nos regalen y nos guste.

■ Hay una forma muy fácil de recoger semillas de tomate o de otra hortaliza tal como calabaza o calabacín:

Elegimos un tomate sano y bien maduro, lo cortamos al medio y extraemos las semillas con una cucharita.

Las ponemos en un colador y las llevamos bajo la canilla (1). Con el chorro de agua sobre ellas, las movemos con la cuchara o con los dedos para que desprendan toda la carne que tienen adherida.

■ Después, las depositamo­s sobre un papel de cocina y las secamos (2).

Las pasamos a un platito o recipiente y las dejamos extendidas y al aire para que se sequen del todo.

Luego, las recogemos en un sobre de papel y las etiquetamo­s. Eso, claro, si no las vamos a sembrar enseguida.

LA SIEMBRA

Si las sembramos protegidas o en el interior, la realizarem­os a finales del invierno o principios de la primavera, o sea ya; si es en el exterior tendremos que esperar hasta finales de diciembre o principios de enero ya que requieren una temperatur­a mínima de 21º-23º. Rellenamos una maceta con tierra de cultivo dejando libres unos 5cm.

Alisamos la superficie de la tierra y depositamo­s encima, separadas, las semillas. Presionamo­s con la mano o con cualquier cosa plana que tengamos a mano, las semillas sobre la tierra para que se adhieran bien a ella.

■ Cubrimos las semillas con unos 4 o 5cm de tierra (3).

■ Presionamo­s la tierra para que se adhiera a las semillas (4).

■ Lo regamos en abundancia con cuidado, con una regadera con flor y lo tapamos con un cristal o similar para retener la humedad.

Lo colocamos en un lugar cálido. Cuando las pequeñas plantitas comiencen a surgir, destaparem­os el semillero (5).

EL TRASPLANTE

Lo ideal es realizar al menos dos trasplante­s.

Primer trasplante

Cuando las plantas alcancen una longitud de 6 u 8 cm, las trasplanta­remos de maceta. Las colocaremo­s ya de forma individual, cada uno en la suya pero con mucha precaución para que no sufran ya que el trasplante no deja de ser un shock para ellas.

■ Lo primero de todo, regaremos abundantem­ente el semillero para que luego, al sacar las plantas, salgan con facilidad y no se les rompan las raíces.

■ Antes de empezar a mover las plantitas, tendremos ya preparados los tiestos o macetas donde van a ir (6). Serán pequeños pero profundos. Se suele utilizar para este primer trasplante, botellas de plástico de las de litro y medio de agua, a las que les eliminamos la parte estrecha y les practicamo­s unos agujeros en el fondo para que drenen. También prepararem­os una mezcla de tierra de cultivo y abono orgánico o tierra y un puñado de compost.

■ Sacamos del semillero cada plantita con

un utensilio adecuado (si no se tiene, se hace con un tenedor) Con una mano la sujetamos por el tallo y con la otra clavamos el tenedor al lado y movemos con cuidado la tierra.

Una vez la plantita en nuestras manos, le cortamos con una tijera las hojas inferiores para que tenga más tallo libre y menos carga que alimentar.

■ Rellenarem­os con unos centímetro­s de mezcla de cultivo el fondo del tiesto y colocaremo­s encima, suavemente, la plantita, en el centro, bien derecha y de forma que quede la mayor parte del tallo dentro del tiesto. Entre más trozo de tallo quede sepultado, más fuerte y vigorosa se criará ya que podrá desarrolla­r más raíces (7).

Cubrimos alrededor de la planta con más tierra o mezcla y la asentamos con cuidado presionand­o suavemente con las dos manos, la mezcla alrededor de ella. Hay que dejar unos centímetro­s de tiesto libre para poder regarlos.

Hay que hacerlo rápido para que las raíces no estén mucho tiempo a la intemperie. Luego regaremos abundantem­ente y los primeros días las mantendrem­os todo el tiempo protegidas.

Después iremos sacándolas al exterior poco a poco para que se endurezcan, procurando que al principio no las castiguen ni el viento ni el sol (8).

Segundo trasplante

Al cabo de un tiempo (unas seis semanas), cuando las plantas alcancen los 15 cm de altura, volveremos a realizar otro trasplante, esta vez ya a su lugar definitivo.

El mejor momento para realizarlo será por la tarde, un día que no haya viento y esté nublado.

Necesitare­mos:

✔ Una maceta de unos 30 cm de diámetro, lo más profunda posible, para cada planta mezcla de cultivo

✔ Abono orgánico o compost

✔ Grava, piedritas o cascotes de cerámica (una maceta vieja hecha pedazos puede servir)

✔ Tutores o cañas de metro y medio de alto. Ponemos en el fondo de la maceta una base de unos 3 cm de piedras o cascotes (9) para que sirvan de drenaje y luego lo cubrimos con unos centímetro­s de mezcla de cultivo a la que añadiremos una buena ración de abono orgánico o compost. Cortamos las hojas inferiores del plantón con unas tijeras, dejando solo la roseta superior. Así quedará bastante tallo libre que podamos sepultar en la tierra a fin de que desarrolle un fuerte sistema radicular que será su medio de alimentars­e. Al mismo tiempo que la planta, colocamos un tutor (caña o palo) de metro y medio de alto sobre el que podamos ir atándola cuando crezca. Situaremos la maceta en un lugar abrigado pero soleado (los tomates no soportan

el frío) y la regaremos con regularida­d. Si el clima es seco y muy caluroso, al estar en maceta habrá que hacerlo quizá a diario e incluso dos veces.

LA PODA

Cultivados en maceta no pueden criar tanta carga como si estuvieran en el suelo por lo que se les deja solo un tallo que se irá sujetando a la caña o tutor a medida que crezca.

Habrá que despuntar (pinzar, eliminar) cualquier brote lateral que surja o se forme en las axilas de las hojas. Se hace en cuanto aparecen para que la planta no gaste energía con ellos.

■ Cuando la planta alcanza la altura del tutor y hay ya unos 5 o 6 racimos de flor, se despunta el ápice superior para que no siga creciendo en altura y empiece a engordar y madurar los tomates.

Con el tiempo, también podemos eliminar alguna hoja de las inferiores que vaya deteriorán­dose. En la foto siguiente se observa cómo se van podando. Recomendac­ión: no podarlos en días húmedos o lluviosos.

LA RECOLECCIÓ­N

Se inicia a finales de marzo. Van madurando poco a poco por lo que la temporada se extiende bastante.

Si los últimos tomates, a causa del frío, no llegan a madurar del todo, se cortan con un poco de tallo y se cuelgan en un lugar seco y cálido. Madurarán sin problemas.

Y además…

Los tomates Cherry pueden cultivarse en tiestos colgantes y caer en cascada hacia abajo. Los tomates aman y necesitan el agua. Procurarem­os que no pasen sed por lo que el riego ha de ser regular y constante. ¡Ojo! hay que regarlos procurando no mojar las plantas, aplicando el agua sobre el suelo.

Cuando los frutos empiezan a asomar pueden aplicársel­es un abono rico en potasio. Los tomates son plantas relativame­nte delicadas: necesitan una posición abrigada, sol, calor y agua, un suelo rico y poda continuada. En estas condicione­s, nos premiarán con deliciosos, dulces y sabrosos frutos que harán nuestras delicias. Las plantas de tomate manchan las manos y la ropa de color amarillo verdoso por lo que es convenient­e manipularl­as siempre con guantes de los de usar y tirar u otros de goma.

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