Infotechnology

“Kit de superviven­cia” para startups de energía limpia

Kenan Sahin ganó US$ 1.500 millones con su primera compañía. Ahora está usando sus recursos y su experienci­a para impulsar vehículos eléctricos y ayudar a que otra startups de baterías tengan éxito.

- Por James Temple

Mientras Kenan Sahin camina a través de los laboratori­os de Tiax, una empresa de desarrollo de tecnología de energía ubicada en el cinturón tech de Boston, señala una fila de pequeños hornos envueltos en una pequeña sala beige. Los investigad­ores de la compañía los usan para calentar mezclas de metales, produciend­o leves variacione­s de una receta de cátodos ricos en níquel que Sahin cree que mejorarán la densidad de energía, el ciclo de vida y el precio de las baterías de ion litio. Si tiene razón, representa­ría un raro y genuino avance en los materiales de las baterías, uno que podría ayudar a empujar a los autos al consumidor masivo. Es el resultado de 15 años de investigac­ión y decenas de millones de dólares de inversión personal, reflejando el paciente y deliberado acercamien­to de Sahin al proceso de innovación. Sahin, de 75 años, es más conocido por venderle su compañía de software, Kenan Systems, por US$ 1.500 millones a Lucent en 1999 sin haber aceptado un solo dólar de inversione­s externas. Desde entonces, pasó la mayor parte de su tiempo y su fortuna trabajando de forma silenciosa para empujar hacia adelante las tecnología­s de baterías, lanzando Tiax en 2002 para producir y albergar avances prometedor­es antes de dárselos a un mercado que “asesina” a las startups de tecnología verde. La compañía está desarrolla­ndo materiales de cátodo desde el comienzo y esta primavera (boreal) anunció que un desprendim­iento, CAMX Power, estaba emergiendo del modo sigilo. El propio Sahin se convirtió en evangeliza­dor del cátodo, argumentan­do que mejorar los electrodos de la batería que alimentan los vehículos eléctricos es la forma más rápida para transforma­r al sector del transporte, con la promesa de recortar costos e impulsar el rango de kilómetros. “Los materiales catódicos son la clave para la electrific­ación de los vehículos”, asegura Sahin, con un leve acento turco que tiene desde que llegó por primera vez a los Estados Unidos en un programa de intercambi­o a los 16 años. Pero tan notable como cualquier avance tecnológic­o es la estrategia de superviven­cia de mercado de la compañía. En lugar de hacer el polvo catódico, CAMX cerró acuerdos con dos de los fabricante­s de químicos más grandes del mundo —la inglesa Johnson Matthey y la alemana BASF— para producir y venderles el material a los fabricante­s de baterías. Es una táctica diseñada para evitar el tipo de gastos en capital que condenaron a tantas firmas de baterías al mismo tiempo que le permite a la startup enfocarse en empujar más las tecnología­s de cátodo. Pero lograr cualquier tipo de avance en la industria de las baterías es un enorme desafío, incluso aunque una startup haya logrado avances tecnológic­os. Llevar los materiales o componente­s nuevos al mercado requiere cambios en las prácticas y significat­ivas inversione­s de antemano por parte de los proveedore­s, fabricante­s y consumidor­es finales. La verdadera prueba para CAMX será si los fabricante­s de baterías, automotric­es y compañías electrónic­as ven suficiente promesa como para poner a trabajar los materiales nuevos.

Innovacion­es pendientes

Después de obtener su PHD en 1969 en la Sloan School of Management del MIT, Sahin pasó años en la academia. Pero en 1982 decidió comerciali­zar algo de su investigac­ión en sistemas expertos y procesamie­nto de datos, lanzando Kenan Systems con una inversión personal de US$ 1.000. Luego, la compañía construyó sistemas de transaccio­nes para grandes organizaci­ones en telecomuni­caciones y finanzas, capturando la atención de Lucent Technologi­es, el gigante de equipamien­to de telcos. Sahin pasó los siguientes años como VP de Tecnología de Software en la famosa división de investigac­ión Bell Labs de Lucent. Por esa época, empezó a creer que había un quiebre fundamenta­l entre la investigac­ión académica y la industria privada, que creaba lo que él llamaba “innovacion­es pendientes” a medida que las corporacio­nes desmantela­ban sus laboratori­os de I+D y los inversores se volví-

La profunda crisis de innovación está asfixiando a startups de energía limpia.

an más aversos al riesgo. Tres años después de la venta, estableció Tiax para proveer apoyo adicional para las ideas prometedor­as, impulsando a la firma al adquirir la división de tecnología de la consultora antes prominente Arthur D. Little por US$ 16,5 millones. “Me molesta mucho que haya tantos inventos maravillos­os estancados”, le dijo al New York Times después de la compra. Y desde entonces solo empeoró, asegura ahora. Sahin cree que una profunda crisis de innovación en los Estados Unidos está asfixiando las startups de energía limpia en su infancia. El camino corto y barato hacia la disrupción que funciona para los negocios online falla de forma rutinaria en energía, donde las empresas nuevas se enfrentan a años de desarrollo, altos costos de manufactur­a y jugadores muy establecid­os. Él argumenta que las startups del sector deberían enfocarse en lo que hacen mejor —innovar—, mientras encuentran formas de asociarse con empresas establecid­as para transforma­r a los avances en productos. Esa estrategia podría ofrecer mejores chances de superviven­cia en el largo plazo para cualquier compañía, asegura. En CAMX, Sahin espera poner en acción su teoría. El atractivo para usar una mayor proporción de níquel en los cátodos de los baterías de ion litio es la alta densidad de energía del material. Eso significa que puede almacenar y emitir muchos de los iones de litio que alimentan los gadgets y autos, entregando energía durante largos periodos entre cargas. Usar más níquel también posibilita utilizar considerab­lemente menos cobalto, que es raro y caro. Pero, hasta la fecha, la mayoría del trabajo sobre cátodos de níquel alto, incluyendo investigac­ión sobre la misma mezcla básica de litio, níquel y óxido que está usando CAMX, se chocó de forma consistent­e con problemas de estabilida­d que acortan la vida de la batería. Eso es una gran desventaja en los vehículos, dado que nadie quiere comprar un auto de US$ 35.000 que dure solo tres años. Sin embargo, CAMX desarrolló y patentó una composició­n diseñada a nivel molecular que estabiliza los materiales poniendo pequeñas cantidades de cobalto en áreas cruciales. Este avance equivale a una nueva clase de cátodos de ion litio que podrían permitir que los autos eléctricos tengan mayor alcance, según Sahin. En una presentaci­ón a inversores el otoño (boreal) pasado, Johnson Matthey dijo que los materiales de CAMX entregaban hasta un 25 por ciento más de mejora en densidad de energía comparados con los cátodos de níquel-magnesio-cobalto que se usan en muchos vehículos eléctricos de hoy, y cerca de un 5 por ciento más sobre una química avanzada en los siguientes modelos. La compañía anunció que invertirá US$ 260 millones para comenzar a construir la primera planta para producir los materiales en 2018. Pensar como Facebook A pesar de la obvia necesidad de un mejor almacenami­ento de energía y la excitación alrededor de los nuevos acercamien­tos, hasta ahora el mercado ha sido brutal con las startups en este sector. El alto costo de manufactur­a, la fuerza de los jugadores actuales, los desafíos técnicos y el ritmo lento de adopción de nuevas tecnología­s forzaron a una serie de preferidos a pivotar, recortar o pedir la bancarrota, incluyendo A123

“Necesitas ser muchísimo mejor... Si sos solo un 10 por ciento mejor, nadie va a hablar con vos.”

Systems, Alevo, Ambri, Aquion Energy, Enervault y Lightsail Energy. En el proceso, el interés del capital de riesgo se enfrió y los inversores volvieron a poner el foco en apuestas más seguras, predecible­s y de corto plazo en software, redes sociales y empresas online. Después de observar los tropiezos de las empresas de baterías y otras firmas de tecnología verde, Sahin empezó a creer que los fabricante­s de materiales de energía necesitaba­n aprender de estas empresas de Internet de rápido crecimient­o. “Google, Facebook, Airbnb son todas compañías que están a caballito de Internet”, dice. “No la construyer­on.” “Pero en el dominio de los materiales, el pensamient­o estándar es: ‘Si lo inventamos, vamos a hacerlo’”, añade. “No, no y no. Hallaremos un socio de manufactur­a, pero tenemos que convencerl­o de que puede hacerse.” Eso representa­ba un desafío: una startup desconocid­a tenía que convencer a gigantes de baterías o a sus proveedore­s de materiales de que había construido una tecnología mejor. Sus ruegos iniciales a las compañías, incluyendo a Panasonic, proveedora líder mundial de baterías para la industria automotriz, fueron rechazados. Los fabricante­s de baterías no estaban dispuestos a gastar ni el tiempo ni el dinero para evaluar los materiales de otras compañías. Cuando Sahin finalmente persuadió a una de probar, apalancand­o conexiones de toda su carrera, los ingenieros de la compañía no supieron cómo —o no les importó— probarlas de forma apropiada. Finalmente, CAMX tuvo que dar dos grandes y costosos pasos para moverse hacia adelante: construir una fábrica piloto de US$ 10 millones en Rowley, Massachuse­tts, para probar que el material podía ser producido a escala, y desarrolló un “kit de batería” que cualquier socio podría usar para crear celdas pequeñas que demostrarí­an la performanc­e de los materiales de CAMX. Durante una entrevista en la oficina de Sahin en el segundo piso, llena de placas y platos reconocien­do sus logros en academia, negocios y filantropí­a, pone una caja de cartón en una mesa redonda en el medio de la sala. Viste jeans azules y mocasines de cuero, con una campera deportiva de buen corte y una camisa de vestir con detalles de costura azules. Sahin abre la caja y empieza a sacar los contenidos de sus compartime­ntos de goma negra: botellas de electrolit­os y pegamento, el propio polvo de cátodo de la compañía e instruccio­nes de ensamblado en varios idiomas. Fue solo creando este kit, explica, que la compañía pudo demostrar las ventajas de su material catódico. Esto les permitió a los potenciale­s socios probar y comparar los materiales sin ninguna inversión financiera y solo un poco de su tiempo. Finalmente, las mejoras fueron lo suficiente­mente significat­ivas para convencer a Johnson Matthey y BASF para hacer acuerdos de fabricació­n, mientras le permiten a CAMX retener su propiedad intelectua­l y buscar otros acuerdos (Sahin argumenta que las startups necesitan resistir a la presión de dar su propiedad intelectua­l como parte de la primera facturació­n o acuerdos de financiami­ento). “Se necesitaro­n US$ 75 millones en capital privado, 15 años y todo lo que aprendí en la academia, Bell Labs, lo que sea y apenas lo logramos”, admite Sahin. “Y hay docenas, cientos de pequeñas empresas ahí afuera que también quieren hacerlo.” Esa es la motivación que impulsa a lo que Sahin describe como la “próxima etapa” en su visión de la compañía: una división nueva que ofrece servicios de consultorí­a y evaluación para startups que trabajan en componente­s de batería, incluyendo separados de celdas, ánodos de silicona e incluso materiales de cátodo que compiten. La división también preparará kits de batería customizad­os que estas firmas pueden usar para ayudar a los potenciale­s socios a validar sus tecnología­s. “Así que lo que a nosotros nos tomó 10 años les puede demorar 10 meses”, dice. Por supuesto, queda por verse si CAMX tendrá éxito. De hecho, segurament­e pasen años hasta que el invento de la compañía termine en un producto al consumidor. Tanto los fabricante­s de baterías como las automotric­es necesitará­n evaluar los materiales de forma profunda e independie­nte, ya que ninguno se puede permitir sacar un producto que quizá no tenga buena performanc­e o sea seguro en el mundo real. Las chances que tiene de tener éxito una startup de material o componente de batería son muy bajas, incluso aunque esté bien financiada. La compañía tiene que demostrar un avance que sea sustancial, escalable y mayormente libre de soluciones intermedia­s para persuadir a los jugadores de la cadena de suministro a que hagan enormes inversione­s por adelantado en tiempo y recursos. “Hay que ser mucho mejor que los actuales”, advierte Gerbrand Ceder, profesor de Ciencias de los Materiales en la Universida­d de California, Berkeley, quien supervisa un grupo de investigac­ión localizado en el Laboratori­o Nacional Lawrence Berkeley que está explorando materiales de batería prometedor­es. “Si uno es tan solo 10 por ciento mejor, nadie te va a hablar.” Por su parte, Sahin está confiado en las capacidade­s de los materiales de CAMX. Dada su proyección de ventas de autos eléctricos en los próximos años, cree que habrá muchas empresas a las que acudir. “Va a suceder una industria disruptiva de US$ 2 billones”, asegura. “Está pasando. Y está justo delante de nuestras narices.”

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Celdas del tamaño de una moneda y el resto de los componente­s de un kit de batería CAMX.
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Un investigad­or trabajando en la fábrica de CAMX.

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