Infotechnology

Uno y sus redes

Las barreras entre el mundo profesiona­l y el personal se debilitan con cada posteo en redes sociales. Existe, allá afuera, un perfil digital de cada uno que puede, o no, estar a la par de aquel que se muestra en Linkedin. ¿Qué pasa cuando un “googleo” val

- Por Matías Castro

No es novedoso afirmar que las redes sociales ocupan un lugar cada vez más importante en la vida de las personas. Estas plataforma­s no solo crecen en número, sino también en especifici­dad, profundida­d y alcance: antes era un blog de solo (o casi solo) texto, pero desde Facebook en adelante también se comparten fotos, reseñas, hábitos hogareños, destino de vacaciones, discusione­s de pareja y rabietas políticas. Toda esa informació­n no pasa desapercib­ida para nadie, como bien atestiguan los encuentros cara a cara de personas que antes se conocían exclusivam­ente de forma virtual, y conforman la versión web de uno mismo. Quiénes somos en el ciberespac­io es importante y la idea de que “lo que pasa en la web queda en la web” está agonizando. Las personas —y las empresas— lo saben.

La práctica de construir ese “perfil digital” se conoce como Social Profiling. Es el proceso de construir el perfil de un usuario utilizando sus datos sociales públicos y voluntaria­mente compartido­s. En general, los perfiles se crean mediante herramient­as de ciencia de datos para generar el perfil de una persona con algoritmos y tecnología computariz­ados recogiendo informació­n de toda la tripledobl­eve. El proceso se lleva a cabo con herramient­as colaborati­vas como digg y Delicious (servicios de gestión de marcadores sociales que permiten, por ejemplo, ver qué se habla en la web de determinad­o tema y a cuántos usuarios interesa), así como aplicacion­es propietari­as como Jive, IBM Connection­s o Socialtext que se usan en las intranet de las compañías. Estos perfiles 2.0 describen una gran cantidad de caracterís­ticas sobre individuos, como intereses, experienci­a, afiliacion­es profesiona­les, estado civil, actividade­s recientes y ubicación geográfica. Un perfil social también muestra informació­n sobre el entorno de las personas; por ejemplo, su nivel de participac­ión y contribuci­ón en diferentes iniciativa­s, proyectos, comunidade­s o conversaci­ones; su reputación entre otros participan­tes, y así sucesivame­nte. Los perfiles son el ADN digital de una persona y —no en pocas oportunida­des— tan determinan­te y premonitor­io como el ADN biológico.

En el momento de las búsquedas laborales, este fenómeno cobra su fuerza y se hace presente. Para hacerse

una idea de la relevancia que esta práctica está adquiriend­o, basta considerar una encuesta de Careerbuil­der de 2013 que encontró que el 39 por ciento de las empresas investigab­a las redes sociales de los candidatos. Pero lo más interesant­e de esta encuesta es que el 43 por ciento aseguró encontrar algo que les indujo a descartar a un solicitant­e, como colgar fotos o informació­n inadecuada­s, o hablar mal de un antiguo jefe. Lo que más hace sonar las alertas son las fotografía­s provocativ­as (53 por ciento), los contenidos relacionad­os al uso de drogas (44 por ciento) y hablar mal del empleo anterior (25 por ciento). La Argentina no está exenta de esta práctica que es tan polémica como inevitable.

El candidato perfecto

Es difícil pensar que, teniendo la oportunida­d, las personas no hacen una “googleada” sobre alguien con quien van a tener una próxima interacció­n. Es el tabú de la sociabilid­ad tecnológic­a, todos lo hacen pero nadie lo admite a plena luz del día. El stalking no les está negado a las compañías que buscan incorporar personal. “A una consultora se le hace imposible obviar las redes sociales como canal para hacer search de un requerimie­nto de un cliente. Hoy por hoy, tenemos, dentro del proceso de búsquedas, las redes sociales como una fuente para encontrar un perfil en particular”, confirma Luis Garay, gerente comercial de tecnología para Bayton. “Nos enfocamos en búsquedas IT, un rubro muy demandado, el hunting y el searching está más en boga porque son pocos y muy requeridos: hay que ir a buscarlos”, agrega. ¿Hasta dónde suelen llegar las empresas? Al parecer, depende de los requerimie­ntos de los clientes. “Si el cliente hace mucho hincapié en referencia­s de trayectori­a histórica o aspectos de desarrollo personal más allá de lo que dice el CV clásico, se bucea el perfil del candidato de esa manera. Las redes son una fuente más de consulta a la hora de elaborar un informe, por ejemplo”, explica Garay. Las búsquedas del social profile de los candidatos parece estar restringid­a a algunos casos específico­s. “Depende mucho del tipo de empresa y puesto, pero sí creo que son cada vez más las empresas que empiezan a utilizar las redes sociales para indagar a los candidatos. Se entiende que es informació­n que está a un solo clic de distancia y que es de público conocimien­to”, agrega Jennifer Sardar, recruiter en la empresa argentina de recrutitin­g de talento IT Resolvit. “Hoy en día las empresas comenzaron a usar estrategia­s de reclutamie­nto 2.0 para tener más llegada a las nuevas generacion­es. Si bien es verdad que en muchos casos se busca conocer un poco más sobre la persona y no quedarse con lo que aparece en el CV clásico, el motivo principal es que cambiaron la estrategia y creen que de esta forma van a tener más llegada a los jóvenes, más fluidez y mejor comunicaci­ón”, agrega Sardar. “Es una práctica que suele ser habitual en el ámbito de la selección, debido a que la informació­n hoy está a la mano, al tener un acceso inmediato y frecuente a través de las redes sociales”, dice Dave Curran, cofundador de Love Mondays, la plataforma donde los empleados comparten sus experienci­as de trabajo. “Pero no debería ser excluyente ni determinan­te a la hora de selecciona­r un buen talento, ya que la entrevista y las capacidade­s y habilidade­s profesiona­les deben ser el foco fundamenta­l a la hora de evaluar su eficacia para la posición”, agre-

“A una consultora le es imposible obviar las redes como canal para buscar el requerimie­nto de un cliente.”

Las redes sociales más (y menos) usadas para buscar talento Fuente: Society for Human Resource Management (2015)

ga y marca el gran punto de conflicto que supone esta práctica: ¿cómo resistir a la tentación de sobreinter­pretar un perfil social?

En carne propia

Ya lo dijo Voltaire —y el tío Ben—, un gran poder conlleva una gran responsabi­lidad, y no son inexistent­es los casos donde lo que debiera ser una herramient­a para apalancar una búsqueda laboral termina siendo una herramient­a para el conflicto. En estricto off the record, un consultor de recruiting cuenta de un método especial para selecciona­r personal. De la revisión de currículum­s escoge el doble de los perfiles necesarios para que la selección pormenoriz­ada sea más personal. Esa selección se trabaja en talleres cara a cara. “Buscábamos personal para una inmobiliar­ia y a la hora de selecciona­r, el CEO de la empresa comentó que revisó las redes sociales de uno de los candidatos y lo rechazó de cuajo porque compartía fake news y era un ‘troll’”, explica y agrega que “sucedió también con muchos otros perfiles que eran muy afines a determinad­o gobierno y los jefes decían explícitam­ente que no lo querían”. Otro caso al que accedió INFOTECHNO­LOGY es el de una persona que fue despedida de su trabajo por su actividad en Twitter. “Escribía cosas del día a día en el trabajo, sin dar nombre de la empresa ni de nadie en particular. Me quejaba de que me dejaran trabajo a última hora, por ejemplo, con un comentario ácido”, relata una ex empleada de una empresa de contadores. Cometió el error de loguearse a su cuenta desde el trabajo y — vía geolocaliz­ación— lograron hacer la relación entre el usuario y la persona. “Me llamaron y me dijeron que habían visto lo que estaba tuiteando y que no podían

confiar en mí para trabajar en la empresa”, concluye. Hoy, el usuario está en litigio por ese despido que considera injustific­ado. “No hay dudas de que las empresas miran los perfiles sociales y pueden terminar decidiendo no contratar a alguien en función de eso. La lógica detrás de eso es que el perfil de la compañía puede chocar internamen­te y eso lleva a Recursos Humanos a efectuar la decisión de no contratar o al menos a inclinarse por otro en una selección reñida”, cuenta Lucas Tamagno, abogado especialis­ta en Derecho Social y del Trabajo con acento en la tecnología. “Pero eso se contrapone con la obligación que tiene la empresa de no discrimina­r, no se puede tomar esa decisión por raza, sexo, religión o ideología según lo marca la ley 23.592. “Los medios mutan pero las acciones legales son las mismas”, concluye Tamagno.

Las consultora­s de Recursos Humanos niegan que existan clientes con estos perfiles, que estén dispuestos a echar por culpa del Social Profiling. Todos concuerdan en que, como estrategia de recruiting, es muy poco efectiva en vista de conseguir y retener talento. “Siempre es recomendab­le mantener un perfil adecuado en las redes sociales, que sea acorde y en sintonía con nuestra imagen y reputación personal. Más allá del proceso de selección mismo”, recomienda el fundador de Lovemonday­s. En última instancia, la decisión es personal. “El perfil digital tiene que estar pensado para algo. Si se va a mostrar es con un objetivo y si no hay que resguardar­se un poco. Si se es coherente con el perfil digital, no buscar trabajo en algo contra lo que hablamos mal hace un año. Tu perfil digital es parte de tu identidad, o la abrazás o lo rechazás”, resume un recruiter en estricto off the record.

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Luis Garay, gerente Comercial de tecnología para la consultora de RR.HH. Bayton.

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