$ find “mujeres en tecnología”
La organización enfocada en promover el Open Source entre las mujeres programadores encuentra en su capítulo local nuevos desafíos.
Las puertas de la tecnología siempre están abiertas, pero esto no significa que sean de fácil acceso para todos, aun en el ecosistema Open Source. Es por ello que en 1999 la escritora técnica y webmaster estadounidense Deb Richardson creó Linux Chix, una organización sin fines de lucro con el objetivo de formar una comunidad amigable dedicada al software libre, para que más mujeres se involucren más en esto de programar. Con los años, creció y se expandió por el mundo, estableciendo capítulos en Brasil, Canadá, la India, Italia y en el continente africano. En la Argentina, la organización también tiene sus referentes: Victoria Martínez de la Cruz (28), ingeniera de Software en Red Hat, arrancó con la iniciativa en el país junto a Cynthia Monastirsky, allá por el 2014. “Comenzamos el proyecto porque veíamos la necesidad de encontrar mujeres trabajando en tecnología en general, y con Open Source en particular, lo cual resulta muy difícil”, cuenta Martínez de la Cruz. También señala que no solo buscan consolidar una red de profesionales —tanto hombres como mujeres están invitados—, sino también llegar a las chicas que están estudiando para ayudarlas a ingresar al mundo del software libre y que puedan avanzar en su carrera profesional.
El lema de la agrupación es “sé útil, sé respetuoso”. Esto se debe a que un problema que detectó Richardson al crearla es que a veces las comunidades resultan hostiles hacia los que recién están aprendiendo. “Al ser pocas, lo que sucede a veces es que hay vergüenza o una sensación de que no se sabe lo suficiente para preguntar y esto genera un círculo que impide el acceso de más personas al campo”, así lo sintetizó Monastirsky, la cofundadora del capítulo argentino, durante una presentación en Nerdear.la. Con el tiempo se establecieron más capítulos locales. Gessica Paniagua (23), estudiante de Informática de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), organizó a la comunidad de la capital bonaerense y, este año, María José Erquiaga (31) reunió a las amigas de Tux, la mascota oficial, en Mendoza. Según explican, el foco en la tecnología Open Source se dio naturalmente. “En el ambiente del software libre, se tienden a generar comunidades. Es una cuestión de fondo proveniente de cómo se desarrollan estos programas. En el caso de otras tecnologías privativas, todo se concentra en una empresa y no forman comunidades; acá aparecen de forma orgánica y se juntan individuos que tienen interés en aportar su esfuerzo”, detalla la ingeniera de Red Hat. Llegar a las estudiantes no es solo un objetivo, es una prioridad. “La cuestión de género es aún más difícil para las que seguimos en la facultad. En una clase de 40 alumnos, solo hay dos mujeres y pasa que nos discriminan”, destaca Paniagua. Para ella, una de las causas de esta marcada diferencia entre mujeres y hombres trabajando en el sector se debe a los estereotipos que se promocionan. “Como el hacker que aparece en las películas y las publicidades es un hombre, entonces se tiende a buscar ese perfil”, analiza Martínez de la Cruz. Para ella, el cómo se presenta las mujeres en tecnología es importante. Recién ahora se están empezando a promocionar pero necesitan de un mayor impulso.
“Como el hacker que aparece en las películas es hombre, se tiende a buscar ese perfil.”
Así, pilotando al pingüino mecánico del software libre, Linux Chix Argentina busca eliminar las barreras y facilitar el acceso para que más mujeres se animen a trabajar en tecnología, un campo que cada vez necesita de más profesionales capacitados que puedan encontrarles la vuelta a los problemas de hoy y del futuro.