La eterna changa
Ser empleado no es lo que era. Los intermediarios tecnológicos —plataformas que se ufanan de unir oferta y demanda, con especial hincapié en presentar una interfase amigable—patearon el tablero: en un mundo que premia la agilidad y la flexibilidad, los freelancers son las estrellas. Luces y sombras de un modelo que, guste o no, llegó para quedarse.
El miedo apocalíptico de un ejército de robots puestos al servicio de una línea de montaje infinita mutó a otro, quizás más real: las máquinas no vinieron por nuestro trabajo pero sí por nuestra estabilidad laboral. En los últimos cinco años, el mundo del trabajo se vio sacudido por un nuevo modelo: el de la “Gig Economy” o, en términos más argentos, una “economía de las changas”. ¿La premisa? Que la oferta y la demanda se encuentren a través de una aplicación o una plataforma web. A cambio, las apps cobran una comisión y se encargan de centralizar esfuerzos de pago y de servicio al cliente, generando una experiencia placentera para el usuario que lo elige por sus esfuerzos. En este nuevo esquema quienes prestan los servicios no son empleados de la plataforma sino “socios”; las startups detrás de las implementaciones tecnológicas se llaman a sí mismas “intermediarios tecnológicos”. Eufemismos y nuevas definiciones que lograron cambiar, en poco tiempo, el paradigma laboral en las grandes ciudades. Hoy, 60 millones de personas son empleadas por la “Gig Economy” en la principal economía del mundo y el número podría crecer en los próximos 10 años: la plataforma de trabajo freelance Upwork estimó que 50 por ciento de la fuerza de trabajo estadounidense dependerá de las empresas de la nueva economía hacia 2027, unas 90 millones de personas. En la Argentina, los números son esquivos. El Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) está elaborando un informe al respecto que, confirmaron a INFOTECHNOLOGY, verá la luz a finales de este año. Por lo pronto, 1,7 millones es la cifra clave: es la canti-