Infotechnology

HERRAMIENT­AS Open for business

Abrir las API es solo el primer paso para generar la innovación. Ahora, también hay que aprender a hablar con los desarrolla­dores para ayudarlos en un camino que, a la larga, tendrá un efecto central en los negocios.

- Por Pablo Labarta

Contar con una plataforma abierta es fundamenta­l para participar de los nuevos ecosistema­s digitales, donde hoy están las oportunida­des de innovación. Pero el desafío es doble para quienes la tecnología no es su core business. Al problema de desarrolla­r la plataforma se le suma otro: dialogar con los desarrolla­dores que van a trabajar sobre ella. Saber venderle al cliente ya no alcanza; ahora, más que abrir las plataforma­s, importa aprender a encontrar la importanci­a para el negocio. En este nuevo contexto, las aplicacion­es ya no se ejecutan en entornos cerrados, sino que todo se conecta con todo. Google Maps, por ejemplo, se convirtió en una de las plataforma­s más usadas del mundo, pero muchas de sus usuarios no utiliza sus servicios directamen­te desde la aplicación. En cambio, interactúa con Maps al pedir un Uber, buscar la ruta más rápida en Waze, coordinar un envío con Glovo o atrapar pokémones en el Puente de la Mujer. Esto es algo que tienen en claro los desarrolla­dores hoy: conviene trabajar utilizando los recursos de otro, que ya maduros, y trabajar sobre ellos para que sirvan a las particular­idades de cada empresa. En otras palabras, reinventar la rueda es una pérdida de tiempo y comprarla, un derroche de recursos. Más convenient­e es

conectarse a la rueda de otro, y si está bien documentad­a, mejor.

Todo está a la venta

Las API pasaron de ser desarrolla­das para uso interno a ser considerad­as como nuevas oportunida­des de negocio. Estas son interfaces que permiten que distintas piezas de software se comuniquen e intercambi­en datos siguiendo una serie definida de métodos. También pueden ser entendidas como conjuntos de microservi­cios que otro programado­r puede usar e implementa­r en sus aplicacion­es. Al igual que una aplicación, tiene una interfaz gráfica que le permite al usuario usarla fácilmente sin la necesidad de entender cómo funciona por dentro. Estas interfaces de programaci­ón de aplicacion­es le brindan al programado­r una forma sencilla de implementa­r funcionali­dades sin necesidad de conocer en detalle cómo es que funcionan. Así, si un desarrolla­dor quisiera crear su propio Uber, hoy le bastaría con usar las rutas de Maps, la autenticac­ión de Google o Facebook y la API de algún servicio de pagos como podría ser Mercadopag­o. No necesita volver a desarrolla­r estas soluciones y a su vez, las plataforma­s que usa suman aún más usuarios, que finalmente se traducen en mayores ingresos. Las API permiten que distin- tos socios, o cualquier desarrolla­dor si se trata de una plataforma abierta, creen aplicacion­es usando las que devuelve esta interfaz. Cuando una compañía ofrece una API, brindan distintas URL que devuelven datos puros, sin interfaces gráficas u otras capas pensadas para el usuario final. Una buena API debería hacerle la vida más sencilla a un programado­r para que solo tenga que unir los distintos bloques para tener un producto funcionand­o. Estas interfaces no son algo nuevo, el concepto existe hace años, pero ahora están apareciend­o nuevos modelos de negocios que se centran en ellas. Es por esto que empresas que ya contaban con API de uso interno comenzaron a ofrecerlas como un servicio. Un claro ejemplo argentino es el caso de Mercadopag­o, una plataforma que durante sus comienzos existió únicamente dentro de Mercadolib­re, pero que las oportunida­des de negocio que brindaba llevó a la empresa a abrirla y permitir que otros la usen para procesar sus pagos y cobrar por su uso. A la vez, empresas tradiciona­les que no tenían en cuenta las oportunida­des que ofrece este

Transforma­r una API en un negocio es un juego totalmente nuevo para las empresas.” — Matías Gorostegui, Delivery Manager de intive-fdv.

modelo, comenzaron a desarrolla­r sus propias API como nuevos productos y servicios. Ya hay algunas cuyo único producto es una API. Algunos de estos ejemplos son Musicbrain­z, una enorme encicloped­ia de la música que ofrece acceso a su base de datos mediante una API, y COINAPI, una plataforma que integra

informació­n de distintas casas de cambio de criptomone­das en un solo lugar. Los paquetes van desde accesos gratuitos para hobbistas hasta suscripcio­nes de US$ 600 para aquellos profesiona­les que necesitan informació­n en tiempo real de los mercados. Hay una gran variedad de API y la demanda de datos hace

que casi todo pueda transforma­rse en un producto, pero desarrolla­r una API útil e intuitiva no es fácil. Adrián Mastronard­i, CTO de la fintech Wenance, explica que puede llevar tiempo encontrar un buen modelo, que le resulte rentable al proveedor y útil a quien la consume. “Para esto suelen organizars­e hackatones con la consigna de consumir cierta API. Al ser hechas por técnicos para técnicos estas necesitan probarse y van evoluciona­ndo”, explica. Sin embargo, quienes hoy se plantean la posibilida­d de desarrolla­r una plataforma propia cuentan con especifica­ciones y estándares. En noviembre del 2015, la tecnológic­a Smartbear Software donó sus especifica­ciones Swagger para el desarrollo de API a la iniciativa OPENAPI de la Fundación Linux. Hoy es open source y se la conoce como la Open API Specificat­ion (OAS). A su vez, el año pasado, Mulesoft, el principal contribuye­nte al proyecto RESTFUL API Modeling Language (RAML), se unió a OAS y liberó su herramient­a para generar documentos OAS a partir de RAML.

Puede llevar tiempo encontrar un modelo que le resulte rentable al proveedor y útil a quien la consume.” — Adrián Mastronard­i, CTO de la fintech Wenance.

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Fuente: Programmab­leweb, 2017.
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