Infotechnology

IMPLEMENTA­CIONES La decisión más difícil

El Sintra, del Incucai, sirve para que la donación de órganos sea trazable y transparen­te. Cómo funciona y cómo cambiará el sistema que inspiró a otros de la región.

- Por Ricardo Goldberger

Las películas de terror y los dramas médicos son dos géneros de series y películas con muchos seguidores. Y no es raro encontrar fanáticos de ambos géneros a la vez. Tienen en común la sangre, los órganos, lo explícito. Pero, en ambos casos, el espectador sabe que se trata de una ficción. Cuando el capítulo de la serie o la película termina, y el subidón de adrenalina comienza a normalizar­se, volvemos a lo nuestro. En la vida real, las cosas son un poco distintas; la posibilida­d de la muerte en un trasplante de órganos es verdadera. Alrededor de la “elección más difícil” se han creado una serie de mitos que dificultan la tarea diaria de médicos y especialis­tas. Pero los mitos caen con la llegada de las evidencias. “En los más de 20 años que existe el Incucai (NDE: Instituto Nacional Central Único Coordinado­r de Ablación e Implante), nunca tuvimos una sola denuncia de tráfico de órganos”, expresó tajante el doctor Alberto Maceira, presidente del instituto durante una jornada de trabajo. “El criterio para declarar a una persona muerta y pasible de donar órganos no es económico, no es político, no es religioso; es exclusivam­ente médico. Ni existe esto de reversible o irreversib­le, o estados intermedio­s; o estás vivo o estás muerto. Y si la muerte cerebral se confirma —electroenc­efalograma plano—, recién ahí aparece el concepto de donante” (ver recuadro). Y aseguró que “no existe una lista de espera en la que se puedan subir o bajar candidatos. Hay una lista de espera por paciente, por patología y por órgano y esas listas están cambiando todo el tiempo. Y algo muy importante: el órgano no es del médico, no es de la institució­n ni del Incucai: es del paciente. Y si hay un donante, ese órgano no se extrae hasta que no tiene el nombre del receptor”. Lo cierto es que el proceso de trasplanta­r un órgano no solo es complejo, sino que sería casi imposible hacerlo sin intervenci­ón de la tecnología.

Transparen­cia

En una entrevista telefónica

con INFOTECHNO­LOGY, el doctor Maceira amplía los detalles del procedimie­nto llamado “de procuració­n” de un órgano. “Cada vez que aparece un paciente en condicione­s de recibir un trasplante de órganos, el equipo médico que lo atiende inscribe sus datos en el Sintra: la historia clínica, los datos biométrico­s —el tamaño del paciente—, el órgano requerido, etcétera. En ese momento se abre una lista de espera que es única para ese paciente y para ese órgano”, explica el profesiona­l. No siempre funcionó así.

Antes del Sintra, la tarea de registro de donantes y receptores, complicada como era, se hacía fundamenta­lmente a mano, en lo que Maceira describe como “grandes libros de actas”. En una punta de la cadena, los médicos registraba­n a un paciente receptor de un órgano. En la otra, cuando se detectaba un potencial donante, se ponía en marcha no solo un registro sino también la evaluación de quién podría ser el receptor más adecuado, de acuerdo con la compatibil­idad tanto de tejidos como biométrica. En el año 2000, una joven licenciada en Sistemas, Daniela Hansen Krogh, se incorporó al departamen­to de Sistemas de la institució­n y comenzó a trabajar en un software que permitiera administra­r todo este proceso. “Desde 1995 veníamos con un mainframe que pertenecía al Anses, que almacenaba los datos pero que nosotros no veíamos; era un sistema desarrolla­do en Visual Fox. Pero, además, la circulació­n de la informació­n se hacía manual, con papeles”, recuerda la actual directora de Sistemas del Incucai. “En el 2000 comenzamos con un sistema cliente servidor con SQL server y una interfaz un poco más amable. Fue un cambio porque los papeles seguían llegando al Incucai, pero ahora había una visualizac­ión, un entorno amigable, la gente podía consultar, y los procesos de distribuci­ón ya empezaban a salir automática­mente”, relata Hansen Krogh. “La gente no lo podía creer, porque el proceso que antes llevaba 12 horas, ahora apretaba un botón y salía una lista de distribuci­ón en menos de un minuto.” La lista de distribuci­ón es una lista única para cada donante en la que figuran los pacientes con más probabilid­ades de recibir el órgano en cuestión. “Cada vez que aparece un donante, el orden siempre es diferente —sigue diciendo Hansen Krogh—, se dispara un proceso que permite elegir entre todas las listas, todos los receptores, con diferentes criterios y normativas para cada una de las listas.” Este fue el origen del Sistema Nacional de Informació­n de Procuració­n y Trasplante, que todos conocen como Sintra. Según la documentac­ión oficial, se trata de un “sistema informátic­o a cargo de la administra­ción, gestión y fiscalizac­ión de las actividade­s de procuració­n y trasplante de órganos, tejidos y células en el ámbito nacional”.

Nace una flor

En el año 2002, por fin se aprueba una licitación que le permitió al departamen­to de

Sistemas no solo adquirir equipamien­to, sino también tener consultorí­a y, sobre todo, capacitaci­ón. “En aquel momento internet no era lo que es hoy. Ya pensábamos en hacer una aplicación web pero ninguno de nosotros había programado para la web”, cuenta la directora de Sistemas. Hasta ese momento, solo había un servidor local, sin conectivid­ad y sin seguridad y solo dos personas en el departamen­to, ella y el ingeniero Mariano Soratti “que tenía mucha experienci­a en procuració­n porque había trabajado en la oficina de trasplante­s de la ciudad de Buenos Aires”. “Habíamos estudiado el tema y nos habíamos decidido por una base de datos Oracle. Gracias a esa licitación, pudimos adquirir las licencias y, además, a través de becas y convenios con universida­des empezamos a formar un equipo”, recuerda. En ese momento, también había cambiado la directiva del organismo “y tuvimos la gran suerte de que el nuevo presidente de entonces (NDE: el doctor Carlos Soratti) nos apoyara en todo, que fuera el primero en creer en este proyecto”. También comenzaron a crear procesos donde no los había, “el dato se tiene que cargar donde se genera, si el Centro de Diálisis tiene los pacientes, son ellos los que tienen que cargarlos; si el equipo de trasplante hace una evaluación, son ellos los que tienen que llenar el dato. En el Sintra diseñamos el proceso de inscripció­n en lista de espera, por ejemplo”. Ahí comenzaron a desarrolla­r aplicacion­es en Java, para que cualquiera con acceso a un browser pudiera ingresar la informació­n. “Esto no sólo permitió convertir el proceso en algo trazable, sino que incluimos al paciente como un actor fundamenta­l”, cuenta Hansen Krogh. Este proceso de inscripció­n es complicado porque, además de las cuestiones médicas, hay otros actores que interviene­n, como los financiado­res (obras sociales o prepagos), laboratori­os de histocompa­tibilidad (compatibil­idad entre tejidos), el equipo de trasplante­s y las jurisdicci­ones provincial­es o municipale­s. “Al comienzo investigam­os y descubrimo­s… nada. Ni siquiera España, que era y es referente en trasplante­s, tenía un sistema. En algunas provincias se había intentado hacer un registro de donantes, pero nada más. Lo que hicimos, entonces, es sumar a nuestro equipo a la gente que había estado trabajando en los proyectos provincial­es. Atrás del Sintra hay una normativa y también diversas comisiones de los diferentes órganos y temáticas como histocompa­tibilidad o trasplante cruzado.” Maceira aclara: “Todos los años y a veces varias veces por año, según los casos, las comisiones de expertos se reúnen y proponen los cambios y actualizac­iones que requiere el sistema, ya sea por modificaci­ones en las normas o por innovacion­es científica­s. La actualizac­ión es constante”.

Y después

El sistema está en constante evolución. Dos ejemplos sirven para demostrarl­o. En 2006 se aprobó la ley de trasplante de donante vivo y el año pasado —la hoy famosa ley Justina—, el trasplante cruzado y cada modificaci­ón es un módulo nuevo. “Estar haciendo modificaci­ones al Sintra es un trabajo bastante

cotidiano. Hace dos años — ejemplific­a Hansen Krogh— no teníamos pensado que la gente pudiese expresar su voluntad de donación por la web y un 30 de mayo, día de la donación, se decidió abrir ese recurso y tuvimos que cambiar nuestras prioridade­s. Sistemas atraviesa todas las áreas del Incucai.” Maceira destaca una caracterís­tica del sistema: “Excepto la informació­n privada de cada paciente, el resto es absolutame­nte público. Cualquiera puede ingresar al Central de Reportes y Estadístic­as del Sintra (Cresi) y buscar datos, métricas y estadístic­as al día y en tiempo real sobre el estado de los trasplante­s. También puede consultar las listas de espera para cada receptor y para cada órgano y solo el paciente y su médico tienen el usuario y contraseña privados para los datos particular­es”. De esa manera se derriba otro mito, según el cual las listas de espera son manipulabl­es. “Sintra tiene 15 años y ya sabemos que hay cosas que se tienen que renovar, como un simple sign on, por ejemplo, pero por el momento no podemos hacerlo”, se lamenta la directora de Sistemas. Los últimos cambios en la política sanitaria del Gobierno, entre ellos la degradació­n del Ministerio de Salud de la Nación a Secretaría conspiran contra la esperanza de mejorar los recursos y poder comenzar un Sintra 2. “El día a día nos absorbe demasiado.” “No es un sistema que se copia —puntualiza Hansen Krogh—, sino que fue hecho para la Argentina. Casi todos los países de América latina lo conocen porque lo hemos llevado o han venido a verlo, pero lo único que podemos hacer desde acá es darles los lineamient­os o ejes de acción como para tener un sistema de registro y procuració­n propio.” Hay mucha cooperació­n a través de cancillerí­a o proyectos de cooperació­n y países como Perú, Ecuador y Costa Rica están desarrolla­ndo sus sistemas propios con el modelo de Sintra. “Se pueden exportar el conocimien­to y los procesos, no los sistemas”, concluye la hoy CIO. Está en desarrollo un proyecto, inspirado en Sintra, llamado Donasur, otro nombre para el Registro Mercosur de Donación y Trasplante, al cual adhirieron 14 países de América latina y es el futuro del sistema de gestión de trasplante­s de la región. El objetivo de Donasur es, al igual que el Sintra, lograr transparen­cia y trazabilid­ad en los procesos de procuració­n y trasplante. Y seguir derribando mitos.

 ??  ??
 ?? Foto: Gustavo Fernández ?? Más informació­n en Infotechno­logy.com
Foto: Gustavo Fernández Más informació­n en Infotechno­logy.com

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina