OPINIÓN No está muerto quien pelea
A fines de octubre, la compañía “Deep Blue” anunció que se hacía con Red Hat por US$ 34.000 millones, una cifra récord. Después de malos semestres financieros ven en la nube híbrida su gran esperanza.
Con el foco puesto en expandir su negocio en la nube, IBM anunció en los últimos días del mes pasado la compra de la empresa de código abierto Red Hat por US$ 34.000 millones. La movida, que sorprendió en el mundo de la tecnología corporativa, posiciona a IBM como la mayor empresa de nube híbrida del mundo, un segmento en el que ya compiten otros gigantes como Microsoft Azure, Amazon Web Services y Vmware. No es poco: el negocio de la nube, que ayuda a otras empresas a tercerizar servicios informáticos y así reducir costos, ya representa 20 por ciento del revenue de IBM que facturó el año pasado US$ 19.000 millones solamente en esa unidad de negocios. Según explicó en una carta abierta Jim Whitehurt, CEO de Red Hat, la compañía —ahora propiedad de IBM— seguirá manteniendo su marca puertas adentro. Una vez completada la operación, que debe ser aprobada en los próximos meses, Whitehurt reportará directamente a Virginia Rometty, actual CEO de la compañía “Deep Blue”. La movida tiene sentido si se consideran las pérdidas operativas que IBM enfrentó en los últimos semestres y el peso específico que la nube híbrida está teniendo en su negocio. Red Hat es una rara avis dentro del segmento de tecnología corporativa; una compañía de código abierto que encontró un modelo de negocios robusto. De hecho, fue la primera empresa de su estilo en superar los US$ 1.000 millones de revenue y de las pocas de su estilo que lograron una Oferta Pública inicial con éxito. Con la adquisición, la más importante en la historia de IBM y la más grande del año, la empresa con sede en Nueva York flexibilizará sus operaciones y conseguirá que más empresas muevan sus servicios a la nube. Hoy, la mayor parte de los servicios Cloud son propietarios —es decir, que tanto el código como los datos son manejados por una única compañía, no por el usuario— y eso presenta dificultades a la hora de movilizar los datos de un sistema a otro. Es por eso que, en los últimos años, más empresas históricamente propietarias hicieron guiños al software libre y a la comunidad Open Source: Microsoft y su nube Azure rubricaron un acuerdo con Red Hat en 2015 para garantizar la operabilidad de sus sistemas sobre Linux. Red Hat, con una comunidad de más de 12.500 desarrolladores, tiene que enfrentar ahora el dilema de mantenerse 100 por ciento “abierta”: como le sucedió a Sun Microsystems en 2009, cuando fue adquirida por Oracle, su tecnología podría pasar a tener elementos propietarios. Whitehurt lo negó en su carta a “red-hatters” preocupados: “Lo que nos va a dar esta adquisición es escala para acelerar lo que estamos haciendo hoy, con más socios estratégicos y llegando más fácil a otras partes del mundo”. Algunos parecen convencidos. “Es una victoria del software libre, después de años de demonización; todos los grandes conglomerados de desarrollos tecnológicos tienen estrategia con el software libre”, analiza Leandro Monk, fundador de la cooperativa de software libre gcoop. En el país, el negocio no cambiará mucho. Red Hat tiene grandes clientes —entre los que cuenta a Santander, Osde y Telefónica— y también al Estado: la puesta en funcionamiento de un sistema de integración de datos en tiempo real, que salió $10 millones, le valió a la Dirección Nacional de Migraciones (DNM) un premio a la innovación tecnológica. Esas implementaciones y el valor agregado que ofrece de soporte van a seguir siendo su marca distintiva, esté bajo el paraguas corporativo de quien sea. IBM tiene todo para ganar. Según la encuesta anual de proveedores de INFOTECHNOLOGY, Red Hat está entre los cinco jugadores más importantes de software del país, detrás de Microsoft, Google, SAP, Vmware y la misma IBM. Con la mira puesta en la transformación digital, el mercado local se estabiliza en torno a los grandes proveedores de clase mundial. Con esta adquisición, IBM podría disputarles una porción de mercado a sus competidores más establecidos tanto global como localmente. “A Red Hat en sí no le va a afectar en lo más minímo, va a poner a IBM de vuelta en la tecnología abierta; siempre quiso ir por ese camino pero antes no encontró los medios”, puntualiza Daniel Coletti, presidente de la Cámara Argentina de Empresas de Software Libre (Cadesol). “Red Hat iba muy bien como estaba y así le va a ir mejor, va a potenciar la marca.”