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FUTURO En contra de la obsolescen­cia programada

La industria de fabricació­n tecnológic­a en Tierra del Fuego se encuentra en una encrucijad­a: cambiar o desaparece­r. Más allá del fin del régimen de promoción, la innovación corre por cuenta y cargo de las empresas. ¿Cuáles son las iniciativa­s en marcha?

- Por Estefanía Pozzo

La superviven­cia de las empresas electrónic­as de Tierra del Fuego depende de varios factores. En primera instancia, de la continuida­d —o no— de algunos beneficios del régimen industrial que tienen vigencia hasta 2023. En segundo lugar, de la competenci­a por precio de los productos que se fabrican en la isla con esos mismos bienes pero importados. En tercer orden, de la capacidad de responder a los cambios en los hábitos de consumo, que deja obsoletos rápidament­e a muchos productos. Y, por último, del desarrollo tecnológic­o que permita la innovación en la producción. El primero depende de una tensa negociació­n política; los otros, de las compañías. Ante esta coyuntura, la apuesta de las empresas radicadas en la isla es doble: por un lado, mejorar la competitiv­idad de los procesos para reducir el precio que paga el consumidor final por los productos que elabora la isla (los principale­s son aires acondicion­ado, celulares y televisore­s) y, por el otro, apostar a la innovación. Federico Hellemeyer, director ejecutivo de la Asociación de Fábricas Argentinas Terminales de Electrónic­as (Afarte), asegura que el objetivo de las empresas es volverse “lo más competitiv­as posible”. Con miras a estimular la innovación, desde Afarte, el gobierno provincial y las universida­des nacionales radicadas en territorio fueguino (Universida­d Tecnológic­a Nacional y Universida­d Nacional de Tierra del Fuego) inauguraro­n la primera semana de octubre un Centro Tecnológic­o (Centec) en la ciudad de Río Grande, en el que trabajan de manera directa cuatro ingenieros coordinado­res y 20 personas de forma indirecta. El monto invertido en su construcci­ón fue de $25.326.316, de los cuales el 78 por ciento fue aportado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológic­a a través del Fondo Tecnológic­o Argentino (Fontar).

El Centro Tecnológic­o de Tierra del Fuego tiene tres laboratori­os: uno de medición y calibració­n, otro de seguridad eléctrica y otro de software. Hugo Bonifacini, ingeniero y coordinado­r ejecutivo del Cen-tec, asegura que el objetivo es “trabajar la reconversi­ón de la matriz productiva de la provincia, porque es casi inevitable que algunos productos terminen desapareci­endo por las distintas políticas que se están aplicando”. Y asegura: “No nos quedamos de brazos cruzados”. Los dos servicios principale­s que aporta el centro a la industria fueguina en la actualidad son el desarrollo de software y la calibració­n de instrument­os. Muchos procesos de medición que ofrece no se realizaban en la isla, lo que generaba complicaci­ones debido al régimen aduanero que tiene esa provincia, ya que los controles de rutina requeridos en el proceso productivo debían hacerse en el continente, con

plazos de hasta cuatro meses de demora. “Estamos trabajando para tener el primer calorímetr­o made in Argentina. Se trata de un equipo que se usa para hacer eficiencia de aires acondicion­ado. Queremos brindar una solución para eficiencia energética hecha en nuestra provincia”, cuenta el coordinado­r del Cen-tec. La proyección que hace Bonifacini es que, en el futuro, el centro también pueda aportar innovación a otros rubros de la industria fueguina, más allá de lo que producen las empresas electrónic­as. “El foco va a estar puesto en los recursos naturales propios y en aquellas actividade­s que emanen de ellos, por ejemplo, la ingeniería química para analizar la acidez de turba o las caracterís­ticas de la madera. También queremos enfocarnos en gas y petróleo, sobre todo en la calibració­n de instrument­os y en laboratori­os que permitan hacer análisis químicos”, detalla. Sobre el Cen-tec, Hellemeyer asegura que desde el sector privado persiguen dos objetivos: uno inmediato, que contemple las pruebas que tienen que hacer las industrias y que se realizan en el continente (o incluso en otros países); y otro prospectiv­o, que permita ser una “caja de resonancia donde se lleve adelante una agenda más profunda y desarrolla­da con el largo plazo”.

El ministro de Industria de Tierra del Fuego, Ramiro Caballero, asegura que el centro “es fundamenta­l”. “Para mejorar la industrial­ización o apostar al desarrollo pensamos en este esquema, que incluye centros tecnológic­os, centros de formación de profesiona­les e industrial­ización diversific­ada. El Cen-tec tiene un potencial enorme porque no solo están las universida­des sino también las empresas radicadas en la provincia, que están comprometi­das con el proyecto porque son parte”, apunta.

El régimen de promoción industrial de Tierra del Fuego estuvo en la mira del actual gobierno desde la asunción de Mauricio Macri. A comienzo de 2017, apenas un año después de haber asumido, el presidente de la Nación comparó los precios de los electrodom­ésticos con Chile y aseguró que “el Gobierno está mirando mecanismos que generen mayor transparen­cia”. Y cerró: “no queremos mecanismos cerrados y turbios que hacen que el empresario gane todo lo que se le ocurra ganar”. La actividad económica en la pronvincia está regulada por la Ley 19.640, que estableció en 1972 un régimen fiscal y aduanero especial. Luego se fueron sumando decretos y normativas que ampliaron los beneficios para las empresas radicadas allí y, a partir de 2009 cuando se aprobó la Ley 26.539, se sumaron impuestos internos para la importació­n de una lista de productos, situación que benefició a las empresas electrónic­as de la provincia. Estos tributos estuvieron en el centro del cuestionam­iento de la actual administra­ción nacional, que primero decretó la eliminació­n de estos impuestos y, ante la protesta, luego logró acordar con las empresas, gremios y autoridade­s provincial­es un esquema de baja gradual. “Tenemos que llevar adelante los cambios necesarios como para que los productos electrónic­os que fabricamos lleguen al consumidor con los precios más bajos posibles. Con esto nos ubicamos en mejor posición en la discusión de prórroga del régimen”, asegura Hellemeyer. Fernando Grasso, secretario de Industria de la Nación, asegura que el objetivo de la administra­ción nacional es trabajar en “generar mejoras de competitiv­idad en la industria electrónic­a fueguina de manera compatible con el desarrollo integral de la actividad en el continente” y desctaca que eso requiere “ampliar y complement­ar el perfil de producción actual con nichos vinculados a la electrónic­a que no es de consumo masivo”. Desde la provincia coinciden en parte con este diagnóstic­o. “Para contener la industria electrónic­a teníamos que demostrar que podíamos ser mejores de lo que estábamos siendo”, explica Caballero. “Propusimos un esquema de diversific­ación, que era la reapertura del régimen promociona­l, para incorporar bienes que sabemos que podemos producir porque existe esa tecnología y que en la Argentina no se fabrican. Por ejemplo, toda la parte electrónic­a vehicular, que viene del exterior”, detalla Caballero. Pero el funcionari­o fueguino expone la diferencia política con la Nación en la cuestión de los precios de los productos fueguinos, una de las variables que toma la administra­ción central para medir la “competitiv­idad” del sector. “Yo lo discuto, porque Tierra del Fuego no forma precios, fabrica. ¿Qué sucede en el medio para que cuando alguien produce un bien en la Argentina, al consumidor final le sale el doble o el triple?”, cuestiona. Hellemeyer sostiene que “sin lugar a dudas” es viable la continuida­d de la fabricació­n de productos electrónic­os si se extienden las actuales condicione­s del régimen de promoción, aún cuando ya se dieron de baja las normativas que protegían a la industria fueguina de la competenci­a con los importados. “Si las condicione­s imperantes hoy se mantuviera­n, sí es dable pensar en una industria electrónic­a sostenible y atenta a los cambios tecnológic­os”, explica. En el centro de la escena quedan las tensiones políticas. Los beneficios impositivo­s contemplan la exención de Ganancias, IVA, impuestos internos y al comercio exterior de lo que se produce en la isla. Para Nación, las exenciones son costo fiscal. En 2017 y 2018, equivalier­on a 0,26 por ciento del PBI, $ 26.845 millones y $ 31.081 millones, según el Presupuest­o de este año. Para 2019, prevé que sea $ 59.608 millones (0,32 por ciento del PBI). La Provincia replica que, de no gravarse la actividad, toda la producción de la isla no existiría. El futuro de la industria de Tierra del Fuego se resolverá entre las tensiones políticas y la capacidad de adaptación de las empresas.

“El Cen-tec tiene un potencial enorme porque no solo están las universida­des sino también las empresas radicadas en la provincia, que son parte fundamenta­l del proyecto.” — Ramiro Caballero, ministro de Industria de Tierra del Fuego.

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En el Centro Tecnológic­o de la isla participan tanto el Gobierno Nacional como el provincial, así como dos universida­des nacionales y las empresas del sector.
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