La última frontera
Las impresoras 3D están revolucionando la salud, ya no solo para la creación de prótesis a medida sino también para desarrollar tejidos humanos en laboratorio y testear fármacos. El próximo paso será la bioimpresión para trasplantes a cargo de emprendedores locales.
Así como hoy es posible imprimir en 3D piezas y repuestos de máquinas y electrodomésticos, ¿qué pasaría si pudiésemos recrear los distintos órganos del cuerpo humano y con esto ayudar a los médicos y cirujanos a “ensayar” una operación riesgosa antes de iniciar la cirugía? Es lo que se preguntaron Eliseo Guzmán y George Kassis, cofundadores de Medical Design, una startup surgida en La Plata que se dedica a la impresión de órganos a escala en 3D para simulaciones quirúrgicas. La idea surgió a partir de la necesidad de intervenir quirúrgicamente al abuelo de Guzmán. “Era una cirugía riesgosa, y más por su edad avanzada. Finalmente mi abuelo falleció, pero siempre me quedó la inquietud de qué hubiera pasado si hubiésemos tenido un modelo de sus órganos en 3D para que el cirujano ensayara la operación antes de intervenirlo”, cuenta el emprendedor. Guzmán, diseñador multimedia, conversó el tema con Kassis, estudiante de ingeniería electrónica y vecino en su mismo edificio, y juntos se pusieron a trabajar con una impresora 3D, fabricando distintos prototipos de órganos. Los socios invirtieron US$ 150.000 en este proyecto, que actualmente está siendo incubado en el espacio Open Future “La Catedral” en La Plata, un ámbito de apoyo a emprendedores de esa ciudad, impulsado por el municipio y el grupo Telefónica, a través de su programa de Innovación Abierta Open Innovation.
“La impresión en 3D se hace a escala real, a partir de una tomografía computada que nos brinda las dimensiones, y las anomalías, si las hubiera, de cada órgano”, explica Kassis. “Usamos un material rígido para imprimir huesos, y un material flexible para órganos y otros tejidos. También diseñamos un protocolo para la toma de imágenes, de modo de poder reconstruirlas para hacer la impresión en tamaño real, con la mayor precisión posible”, aporta Guzmán. Además de constituir una gran ayuda para el cirujano, que puede preparar su estrategia quirúrgica con antelación, la impresión de órganos en 3D trae beneficios para el paciente, ya que acorta los tiempos quirúrgicos y reduce los riesgos e imprevistos, con lo que se simplifica todo el proceso posoperatorio también.
A partir de su incubación en el espacio Open Future, los emprendedores están trabajando en su imagen de marca, el rediseño de su sitio web y el desarrollo de su plan de negocios. Además de ofrecerlo a clínicas y servicios de medicina, también están contactando a universidades y establecimientos educativos.
La hora de la bioimpresión
Nicolás Berenfeld llegó a la Argentina desde Bélgica hace ocho años, con su título de Ingeniero en Gestión bajo el brazo. Su plan era buscar trabajo pero nunca lo consiguió. Y hablando con su compañero de departamento, el ingeniero industrial francés Laurent Rodriguez, decidieron emprender por cuenta propia en un negocio de gran potencial: la impresión 3D. Juntos fundaron Trideo, una compañía de venta de equipos y servicios de impresión tridimensional. Un año después se unió Simón Gabriac, ingeniero mecánico francés. Una vez asentados en el negocio, los emprendedores empezaron a investigar en el área de bioimpresión de tejidos. Para esto se contactaron con el departamento de células madre del instituto Fleni, y allí conocieron al biólogo argentino Carlos Luzzani, quien se sumó al equipo. Así surgió Webio, como un spin-off dedicado a la investigación y desarrollo de “biotintas” para imprimir, en una primera etapa, cartílagos y tejidos, con vistas a —en un futuro— llegar a reconstruir órganos completos. “En lugar de filamentos plásticos, usamos jeringas cargadas con geles biocompatibles”, explica Berenfeld a INFOTECHNOLOGY en un español porteño que apenas denota su origen extranjero. “Estamos ensayando con células madres, cuya característica es que son indiferenciadas y pluripotenciales, y tuvimos resultados interesantes. No solo siguen vivas, sino que crecen, y ahora estamos tratando de diferenciarlas”, destaca el emprendedor. “Nuestro objetivo a mediano plazo es lograr sustitutos de cartílagos o huesos. Imprimir órganos es más complejo porque llevan distintos tipos de tejidos”, aclara. Uno de los usos principales de los tejidos “bioimpresos” es el
“La impresión en 3D se hace a escala real, a partir de una tomografía computada que nos brinda las dimensiones, y las anomalías, si las hubiera, de cada órgano.” — George Kassis, cofundador de Medical Design.
ensayo de nuevos fármacos y cosméticos. “El 90 por ciento de las drogas pasan las pruebas preclínicas, es decir, la fase de laboratorio, y las pruebas en animales, pero cuando llegan a la fase clínica en humanos no funcionan, justamente porque se ensayaron en tejidos y entornos muy diferentes a los reales. Los tejidos bioimpresos van a evitar el uso de animales para probar drogas, algo que está hoy cada vez más controvertido, y a la vez van a mejorar los tiempos y la precisión de las pruebas, abaratando sus costos”, asegura.
El emprendimiento resultó ganador este año de la competencia Makers in BA, organizada por la firma Lagash y el gobierno porteño, y del certamen 100K Latam, organizado por el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) en conjunto con el apoyo del MIT. Este último en la categoría “aceleración”, que otorga US$ 10.000 de premio y la oportunidad de mentoreo y acceso a financiación. “Estamos buscando inversiones de US$ 300.000 a US$ 500.000 para tener un laboratorio propio y desarrollar otras investigaciones, así como contactos con grupos farmacéuticos”, adelanta el cofundador de Webio. “Nuestro plan es proveer servicios a los laboratorios y fabricantes de productos cosméticos, tanto de la Argentina como del exterior.”
Soluciones personalizadas
Hace casi 10 años, el empresario Santiago Olmedo comenzó a investigar, junto a médicos y biotecnólogos de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), la posibilidad de fabricar prótesis biocompatibles para personas con traumatismos o accidentes.
Así creó en 2009 Raomed, una compañía de “soluciones biomédicas personalizadas”, como hoy la define. “Hacemos implantes a medida de cada persona. Fabricados con materiales biocompatibles mediante impresoras 3D”, explica Olmedo. “También armamos guías quirúrgicas y biomodelos, que son réplicas en tamaño real de órganos y estructuras anatómicas, para que estudiantes y cirujanos hagan una simulación previa del acto quirúrgico”, comenta el emprendedor. Raomed fue la primera compañía autorizada por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) para la fabricación de bioimplantes, y ya lleva más de 2.000 piezas implantadas a pacientes de todo el país, e incluso del exterior, especialmente para neurocirugía, cirugía maxilar y traumatismos luego de accidentes, principalmente de tránsito y de motos. “Permitimos a los cirujanos reconstruir la cavidad craneana a partir de imágenes de tomografía computada, que se transforman en molde para fabricar implantes rellenos con un material biológico, según las necesidades de cada paciente”, explica Olmedo. “Estos implantes se integran perfectamente, ya que tienen el tamaño y las dimensiones justas, y son hechos con un material que no provoca rechazos por el organismo”.
La compañía obtuvo financiación del Fondo Tecnológico Argentino (Fontar) por $ 450.000, para la compra de equipamiento, y otro tanto de inversores privados para el dessarrollo de las primeras prótesis. Su costo aproximado es de US$ 7.000 y compite con soluciones importadas cuyo valor supera los US$ 40.000. Por el momento, el material de relleno es importado, pero la compañía está trabajando junto a proveedores nacionales para desarrollar localmente estos insumos.