El costado ético
Un tema especialmente complejo del uso de CRISPR es su conflictiva intersección con la bioética: es que al usarla es posible introducir modificaciones genéticas definitivas en embriones humanos. De hecho, hace pocas semanas un caso llegó a la primera plana mundial, cuando un científico chino reveló en una conferencia científica haber usado CRISPR para modificar cinco embriones que luego fueron implantados y nacieron. Un experimento realizado sin un profundo debate ético previo. Marraffini, que siguió los detalles del tema con particular interés, dijo: “Creo que es lamentable que haya sucedido algo así. Por lo que hasta ahora sabemos me parece un experimento bastante irresponsable y creo que, lamentablemente, su mayor impacto es el shock que generó en la sociedad el introducir modificaciones permanentes en el genoma de un embrión. Aunque haya sido hecho con buenas intenciones, me parece que debe haber sido motivado por ambiciones personales”. Para Marraffini “esta forma de manipular el ADN requiere estar sujeta a algún tipo de legislación internacional, que aún no existe, y que pueda darle un adecuado marco científico y ético a estos experimentos. Hay que regular lo más posible todo lo que tenga que ver con supuestas ‘mejoras’ de futuras personas. Si no es una técnica que puede llevarnos a cualquier lado. Estas tecnologías solo tenemos que usarlas para cosas positivas y en personas adultas. Modificar permanentemente el ADN de un embrión es extremadamente delicado”.