Infotechnology

La Gran Muralla

- Por Matías Barbería, especial desde China

Huawei es lider en fabricació­n de celulares en el mundo, con un centro de distribuci­ón de punta en Shenzhen. Pero los últimos escándalos con su fundador y su heredera ponen a la compañía en jaque.

En China continenta­l, justo en el límite con la península que alberga la ciudad de Hong-kong, se alza una Silicon Valley que en solo 40 años pasó de ser una aldea de pescadores con algo más de 100.000 habitantes a albergar unas 20 millones de personas, en su mayoría asociadas a la industria tecnológic­a. Allí tiene su sede central la empresa Huawei, fundada 30 años atrás por Ren Zhengfei y una de las principale­s protagonis­tas de esa explosión demográfic­a, tecnológic­a e inmobiliar­ia que transformó a las calles de esa ciudad en una visión que vista con ojos argentinos parece un anticipo del futuro. La empresa tiene vinculació­n con sistemas de semáforos inteligent­es, esquemas de iluminació­n que funcionan solo cuando es necesario, redes de vigilancia callejera conformada­s por cámaras que albergan soft- ware de reconocimi­ento biométrico y reducen la necesidad de presencia policial, una industria de consumo que tiene a los principale­s íconos pop del país como representa­ntes y a una juventud predispues­ta a adoptar cada adelanto tecnológic­o que la compañía incorpora a sus celulares, como cámaras que se adaptan a cada foto para que la toma sea perfecta: un software de inteligenc­ia artificial adapta los filtros a la etnia de cada usuario para maximizar los atributos de belleza de esa cultura en cada selfie, o que ajusta el tiempo de exposición para que el pelaje de sus mascotas se vea resaltado al detalle, tal como exige cada inocente publicació­n en redes sociales. Huawei significa “logro espléndido” o “acto magnífico”, pero en sus cuarteles centrales también gustan traducirlo como “logro chino”. Es que, aunque la empresa es enterament­e privada, su fundador conserva el 1,4 por ciento del paquete accionario mientras que el resto está repartido en acciones que cotizan en Bolsa y las carteras de sus 180.000 empleados, su norte está muy asociado a la expansión de China en el mundo. Así lo considera su fundador que, aunque no es el principal jugador en el mercado de celulares de su

país, logró superar el año pasado a Apple como segundo jugador global en la venta de teléfonos inteligent­es y solo corre atrás de la coreana Samsung. Por eso a fin de 2018 mudó a 25.000 de sus empleados de Shenzhen a una ciudad de 200 hectáreas a la que bautizó “Europa” y a la que diseñó como un campus digital con 12 palacios monumental­es que imitan construcci­ones del viejo continente. Cada edificio lleva el nombre de una ciudad europea y un tren antiguo comprado a Suiza y reacondici­onado une las estaciones, entre puentes con arquitectu­ra, ríos artificial­es y parques planificad­os al milímetro. La mirada al mundo no es solo simbólica. La empresa sostiene 15 centros de investigac­ión y desarrollo en distintos países del mundo. Reino Unido, Estados Unidos, Japón, Suecia, Corea del Sur, India y Rusia son algunos de los países en los que un ejército de técnicos e ingenieros busca poner a la empresa primera en materia de diseño y tecnología. De los 180.000 empleados de la marca, 80.000 trabajan en investigac­ión y desarrollo. Y lo hacen en muchos de los mercados en los que aspira liderar. Así, según datos de 2015, fue la empresa que más solicitude­s de patentes presentó con casi 4.000 innovacion­es diferentes, según estadístic­as de la Organizaci­ón Mundial de la Propiedad Intelectua­l. Huawei, a diferencia de lo que para su fundador Zhengfei es un pensamient­o centrado en el interior, debe mirar al mundo. Admirar al mundo. Competir por él. Conquistar­lo.

En la mira

La prominenci­a de la empresa tecnológic­a la puso en la mira de la administra­ción estadounid­ense de Donald Trump, embarcada en una guerra comercial contra la segunda economía del mundo. Como una de las principale­s exponentes de un sector tecnológic­o que hace rato superó el estigma de productor de copias baratas de baja calidad para competir mano a mano por la última cámara, el último procesador y lo más avanzado en materia de duración de baterías, es acusado por la primera economía del mundo de violar normas de propiedad intelectua­l, extorsiona­r a las empresas que quieren hacer negocios en su territorio para obtener transferen­cia de tecnología y, más recienteme­nte, de burlar controles que impiden a empresas que operan en los Estados Unidos a hacer negocios con países rivales como Irán. En diciembre, mientras en Buenos Aires Donald Trump y Xi Jinping, Premier chino, negociaban una tregua de tres meses a su diferendo comercial, Meng Wanzhou era arrestada en Canadá como resultado de un pedido de extradició­n del poder judicial estadounid­ense. La ejecutiva de Huawei, hija del fundador y Chief Financial Officer (CFO) de la empresa, enfrentaba cargos por ocultar a bancos que parte de sus movimiento­s financiero­s tenían como dirección sus actividade­s en Irán, país sobre el que pesa un bloqueo estadounid­ense. Los mercados bursátiles contuviero­n la respiració­n. La guerra comercial había superado las sanciones para empezar a involucrar a personas de carne y hueso.

La empresa tecnológic­a tiene una relevancia enorme en la competenci­a global por el mundo que viene. Pero no solo porque sus celulares hoy rivalizan en calidad con el iphone, sino además por sus otras áreas de negocios, focalizada­s en la infraestru­ctura de comunicaci­ones y desarrollo de soluciones para empresas. De una facturació­n anual de US$ 92.000 millones en 2017, casi la mitad —US$ 44.000 millones— se explicaron por el negocio de carrier, infraestru­ctura tecnológic­a. El mercado de consumo fue su segundo negocio en importanci­a, con US$ 35.000 millones en ingresos. El negocio de IT, orientado a soluciones empresaria­les de Cloud Computing, Data Centers, internet de las cosas y otras es el tercero en relevancia por facturació­n.

El eje de la disputa está en la quinta generación de redes de celulares, uno de los campos de batalla en los que a diferencia de lo que pasa con el mercado de consumo —donde la empresa china trata de igualar a los líderes—, Huawei tiene posibilida­des de lanzarse a ser la primera para forzar al resto a competir con ella.

El liderazgo tecnológic­o que pretende Huawei en materia de redes 5G generó temores en el mundo occidental, que sospecha que entregar el mercado de telecomuni­caciones a empresas de origen chino supone un riesgo para su seguridad nacional. Los Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda ya tomaron medidas que, ya sea en forma explícita o sin mencionarl­a, impiden que Huawei expanda su negocio de carrier a esos países. El Reino Unido, Canadá, Japón y varios otros países al menos han dejado trascender mediante reportes periodísti­cos que analizan medidas similares. Wanzhou ya fue liberada bajo fianza, aunque el proceso en su contra prosigue con fiscales que argumentan que bancos que acatan el bloqueo a Irán fueron utilizados contra su voluntad para mover capitales asociados al negocio de la empresa en ese país. Desde la administra­ción de Trump se despegaron del pedido de extradició­n de la ejecutiva, alegando independen­cia del poder judicial estadounid­ense, pero el resultado de las conversaci­ones entre los dos países para reordenar el comercio bilateral va a tener que ser seguido de cerca si se quiere avizorar qué tan amable será el futuro de esta empresa fundada en 1987 en Shenzhen, cuando los primeros desarrollo­s del sector tecnológic­o chino todavía se cruzaban con las redes de los pescadores.

Cautela con la Argentina

Mientras tanto, el negocio de Huawei en nuestro país enfrenta altibajos. Este año, durante una visita de periodista­s argentinos especializ­ados a Shenzhen, el vicepresid­ente global de Marketing de productos de consumo masivo, Jim Wu, admitió que los aparatos más avanzados no van a llegar a nuestro país en el futuro cercano. La fuerte devaluació­n del peso argentino del año pasado vuelve demasiado onerosos los teléfonos de más alta gama. Además, el esquema impositivo y la obligación de ensamblar en Tierra del Fuego hacen que ese negocio sea cuesta arriba. Actualment­e, Huawei ensambla 1,5 millón de smartphone­s al año en Tierra del Fuego, contra 2 millones mensuales en su planta de Shenzhen. Solo en India tiene otra línea de ensamblaje fuera de China. Los celulares con cámaras dignas de profesiona­les e inteligenc­ia artificial para asistir cada imagen tardarán bastante en arribar a manos de los consumidor­es argentinos. Con todo, el segmento de consumo es solo uno de los que opera la firma en el país. Su principal sector, el de carrier, todavía tiene presencia en el país y la empresa aspira a ampliarla. Es proveedora para las firmas nacionales de telecomuni­cación. Por último, su negocio de soluciones para empresas también continúa en crecimient­o.

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