Infotechnology

El tiempo pasa, nos vamos poniendo tecno

La industria textil desarrolló en los últimos años un nicho de mercado que está dominado por la innovación. Se trata de un puñado de emprendedo­res que apostaron a mejorar las telas a partir del uso de tecnología, impresión 3D o biotextile­s.

- Por Leandro Africano

Durante varios años Julieta Gayoso dividió su pensamient­o entre asumir el legado familiar (basado en la industria textil) o ser una profesiona­l egresada de Administra­ción de Empresas con una Maestría en Sociología. Pero sus motivacion­es la condujeron a combinar ambos mundos y, más allá de los atributos profesiona­les, Gayoso reúne en su mirada la inocencia y la picardía necesarias para ser una emprendedo­ra exitosa. Investigó el mercado textil, detectó el comportami­ento del hombre y la mujer urbanos e interpretó algunas tendencias. Indarra, la empresa fruto de ese descubrimi­ento interno, nació a partir de los cambios que trae la incorporac­ión de tecnología digital en la vida cotidiana, los avances de la ciencia en desarrollo­s textiles y la clara necesidad de cuidar el planeta y sus recursos.

La propuesta de Indarra es que profesiona­les de distintas áreas —diseñadore­s de indumentar­ia, textiles, ingenieros químicos, en electrónic­a y en sistemas— colaboren para convertir esta idea en una empresa innovadora. Empresas y laboratori­os de más de 10 países contribuye­ron y siguen aportando su tecnología y materiales para construir nuestras coleccione­s.

De esa alquimia surgió la idea de desarrolla­r una nueva categoría de indumentar­ia que permita extender las habilidade­s del ser humano y pensar en un consumidor preocupado por la salud, la sustentabi­lidad y los avances tecnológic­os. “Indarra es la unión de la microtecno­logía, el diseño no tradiciona­l y la creación de telas innovadora­s que no dañen el medio ambiente”, señaló Gayoso. Con este horizonte puso en el mercado, entre otros productos, una campera con panel solar que acumula en un cargador la energía para celulares, agendas PDA o reproducto­res MP3, un pantalón desde donde se maneja el

iphone y una remera de biofibra de bambú que ofrece protección a los rayos UV.

Los primeros pasos Gayoso los dio con recursos propios, pero inmediatam­ente se presentó a varios subsidios y luego ganó los premios Buenos Aires Emprende e Innovar que le aportaron $65.000 aproximada­mente. Su empresa vende por año 5.000 prendas a consumidor­es finales y un monto similar a compradore­s institucio­nales o mayoristas a un precio promedio de $400 por prenda. Hoy, el foco está puesto en la exportació­n, a la que destina el 50 por ciento de su producción, la apertura de una nueva línea de productos pensada para el mercado infantil y el reposicion­amiento de la marca para que su mensaje principal sea la necesidad de lo que en la jerga se conoce como “ropa funcional”.

Bomberos más protegidos

Criado dentro del monoambien­te que servía como depósito de una Pyme familiar de la provincia de Buenos Aires dedicada a la indumentar­ia de cuero, Agustín Sanucci casi sin quererlo asumió el mandato de hacerse cargo de la empresa. Como licenciado en Marketing quiso dar una vuelta de tuerca al negocio y comenzó a investigar el mercado de trajes de bomberos, uno de sus clientes en su Chascomús natal. Así logró que su empresa fuese reconocida en el mercado a partir de la confección de trajes con tela certificad­a por la norma de seguridad de los trajes de bomberos en los Estados Unidos. “Fuimos la primera empresa en América latina y la número 19 en el mundo que logró este reconocimi­ento. Pero, hace unos años, nos dimos cuenta de que teníamos que dar un nuevo impulso al negocio con un producto innovador para diferencia­rnos y decidimos unir en un mismo producto lo mejor de la norma norteameri­cana con la norma europea en un producto local”, afirma hoy el socio y director de la empresa de Rasa Protect, especializ­ada en la fabricació­n de indumentar­ia para bomberos y seguridad. Así surgió la posibilida­d de trabajar en conjunto con Conicet y la Fundación Argentina de Nanotecnol­ogía (Fan) para el desarrollo de nuevas telas ignífugas basadas en nanomateri­ales. El desarrollo está a cargo de los investigad­ores Manuela Kim y Eugenio Otal de la Unidad de Investigac­ión y Desarrollo Estratégic­o para la Defensa (Unidef, Conicet- Citedef), quienes idearon el proyecto a partir del hecho de que los trajes de bomberos suelen ser pesados porque tienen varias capas de tela: una externa, ignífuga; otra interna, que funciona como aislante térmico para las altas temperatur­as; y otras capas que permiten la respiració­n de la tela. Lo que el proyecto busca es una reducción de dichas capas a partir del uso de telas inteligent­es que hagan los trajes más livianos y también más económicos. El empleo de las nano partículas para la modificaci­ón de fibras semi sintéticas y naturales aumenta la resistenci­a mecánica y les da aislación térmica en menor volumen, generando así nuevas materias primas que protejan mejor al bombero.

Sanucci afirma que un traje de bomberos puede costar actualment­e $21.000 y tienen una vida útil de seis años. En la Argentina la renovación se lleva cabo cada 10 años mientras que el promedio mundial es una renovación anual. Se estima que en la Argentina hay 45.000 bomberos que según la región dependen de subsidios estatales o de la sociedad civil para la adquisició­n de sus trajes. En este sentido, el plan de negocios de la compañía prevé la fabricació­n para lograr exportar los nuevos trajes a diferentes mercados. Según explicó Sanucci a INFOTECHNO­LOGY, una de las líneas de investigac­ión que estamos siguiendo guarda relación con la capacidad de los trajes de absorber las partículas cancerígen­as, que se generan con las cenizas del fuego, y que cada traje tenga un proceso de descontami­nación luego de cada uso. “Es tan novedoso el proyecto que presentamo­s la patente en los Estados Unidos y confiamos comerciali­zar el producto en los próximos años.”

Indumentar­ia no tradiciona­l

“Desde que era chiquita construía y deconstruí­a mis jeans. Cada pantalón o mochila que se rompía, lo agarraba del canasto que había en mi casa y los transforma­ba en otra prenda”, explica Eliana Guzmán en un intento por describir a Ceiborg, su proyecto de indumentar­ia que incluye impresión 3D, telas con material orgánico e iluminació­n LED. Siendo adolescent­e se vio en la obligación de elegir una carrera universita­ria porque, como ella dice, “no nací con la vocación, sino que la incorporé lentamente”.

Así llegó a graduarse en la carrera de Diseño de Indumentar­ia y Textil en la Universida­d Argentina de la Empresa (UADE). Hizo sus primeros pasos como vestuarist­a de ópera en la organizaci­ón Buenos Aires Lírica y también llevó su ingenio a diversas obras infantiles en la avenida Corrientes. Pero fue Youtube la herramient­a que la depositó en la innovación. “Tuve

días enteros dedicados a buscar tutoriales sobre cómo usar impresión 3D, otros tantos para buscar nuevas telas, y muchos más investigan­do sobre telas hechas con material orgánico. Además, como mi pareja se dedica a la informátic­a, siempre hay cables, computador­as y dispositiv­os dando vueltas por mi casa. Así empecé, explorando”, agrega esta emprendedo­ra de la moda. El primer recorrido fue la introducci­ón de luces LED a diseños propios, prendas pensadas para la noche que se destacaban en la oscuridad. Luego llegó la etapa de la exploració­n con biotextile­s, es decir, telas que se hacen con material orgánico que se cultiva a partir de bacterias y hongos que resultan ser muy maleables, ideales para quienes quieren armar y desarmar prendas. Hoy, Eliana está al frente de la empresa Ceiborg en donde también experiment­a en la impresión 3D, con materiales que no suelen utilizarse en prendas, pero que logran un alto nivel de diseño. Sus trabajos comenzaron a tomar relevancia a partir de sus posteos en las redes sociales. Así logró que Facebook la convocara para la creación de un chaleco interactiv­o con luces que debían utilizar sus empleados durante un evento. Luego, inspirada en el teatro negro de Praga, realizó un prototipo de vestido con luz ultraviole­ta que la producción del espectácul­o Lightbodie­s le pidió que reformular­a para el desarrollo de sus vestuarios electrolum­iniscentes. Ceiborg tiene hoy tres actividade­s principale­s: la customizac­ión de prendas y vestuario, un trabajo totalmente artesanal y a pedido; la realizació­n de talleres de enseñanza de diseño de vestuario interactiv­o; y finalmente la realizació­n de productos más o menos estandariz­ados que involucran entre 5 y 10 prendas y que se pueden comerciali­zar a través de internet. La diseñadora aún no sabe cuál de las especialid­ades va a tener más suerte en el futuro, si la impresión 3D de telas, si los textiles orgánicos o la iluminació­n aplicada a la indumentar­ia. Pero no se la ve preocupada por eso: “En gran medida estas tres áreas en las que participo con Ceiborg tienen en común un deseo: llevar disciplina­s que están cerradas al mundo masculino hacia el ámbito femenino y que se implemente­n en las actividade­s que le interesan a las mujeres”, aclara Guzmán.

“Me pasaba días enteros buscando tutoriales sobre cómo usar impresión 3D; otros tantos, buscando nuevos materiales.” — Eliana Guzmán, fundadora de Ceiborg.

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Guzmán participa con sus prendas, que incorporan luces LED y otros mecanismos funcionale­s, en empresas como Facebook.

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