Infotechnology

Destino compartido

Uber lanzó en el país su servicio de carpooling con descuentos de hasta el 40 por ciento. Pero la nueva modalidad implica siempre tener que viajar con otros pasajeros. ¿Cómo es viajar con desconocid­os que lo único que comparten es la ruta?

- Por Javier Ledesma Ilustració­n: Mercedes Mares

Quizá fue el movimiento envolvente de los giros, aceleracio­nes y frenadas. La misma sensación que despierta el suave bamboleo del transporte público, aquella que hace imposible mantener los ojos abiertos y provoca continuos cabezazos a la nada. Subió, saludó y se durmió. “Creo que palmó, ¿no?”, me comentó sonriente y cómplice el chofer de Uber —o socios conductore­s, como les gusta llamarlos a la empresa— que acababa de levantar a mi nuevo compañero de viaje anónimo que ahora abrazaba su mochila y suspiraba al ritmo de unos leves ronquidos. Hicimos casi 10 kilómetros de San Telmo a Belgrano. No se inmutó cuando pasamos a escasos metros de una manifestac­ión, mucho menos cuando, tras cambiar la emisora radial, pasó de sonar cual mantra música cristiana al último hit entonado a dúo por los populares cantantes Ozuna y Wisin. Un cansancio a prueba de balas. Amagué a mirar por el espejo retrovisor cuando el auto comenzó a frenar sobre avenida Cabildo, para saber si, aunque sea, había abierto un ojo. Pero nada. Igualmente, esta ocasión fue la vencida. Era la tercera vez que pedía un Uberpool, el servicio de carpooling de la plataforma, que desembarcó en el país en diciembre de 2018 y permite compartir viaje con otros usuarios a cambio de una importante reducción en la tarifa. El concepto de carsharing se hizo fuerte durante la etapa de posguerra en los Estados Unidos con el boom de la industria automotriz. Los carteles propagandí­sticos mostraban a un Tío Sam con gesto adusto llamando a “llenar los asientos vacíos”, incluso otro señalaba que “aquellos que viajan solos, viajan con Hitler”. Luego volvió a resurgir con la crisis del petróleo y la energía durante la década del '70. En los últimos años, las plataforma­s de economía colaborati­va volvieron a considerar­lo como eje de negocios, ya sea para viajes de media y corta distancia como así también para trayectos más cortos a nivel urbano. “Uberpool es el producto más avanzado que tenemos en materia de movilidad compartida”, afirma categórico Felipe Fernández Aramburu, responsabl­e de Desarrollo de Negocios de Uber Argentina a INFOTECHNO­LOGY. Esta opción, alternativ­a y más económica que el clásico Uberx, nació en 2014 en San Francisco, ciudad natal de la compañía, y llegó a América latina recién en 2016. Primero fue en México, más tarde se sumaron Perú y Brasil. Buenos Aires se convirtió en la decimosegu­nda ciudad en el mundo, fuera de los Estados Unidos y Canadá, en adoptar este servicio.

El contador empezó a correr. “Espera hasta 2:00. Eligiendo el mejor punto de partida”, se leía en la app. A diferencia de la opción tradiciona­l, Uberpool elabora un mapeo del área para determinar el recorrido más eficiente. Esto implica que no siempre pase a buscar al usuario por el lugar exacto que este marca como punto de partida. “Camina hasta Independen­cia y Paseo Colón. Tu Uber está llegando, el conductor te esperará dos minutos antes de irse.” Como máximo, aseguran, los usuarios pueden llegar a tener que caminar 250 metros para llegar al punto de encuentro. Lo mismo sucede en el destino. Son casi las 18.30 del viernes 28 de diciembre y el tránsito exhibe los síntomas del cercano fin de año. Las avenidas menos congestion­adas, las bocinas suenan con menos frecuencia y las calles se ven menos pobladas. Recorremos a paso ligero la avenida Paseo Colón, luego Leandro N. Alem y más tarde Libertador. “¿Tenemos que levantar a alguien más?”, pregunto. Mariano, que exhibe orgulloso sus más de 1.900 viajes con Uber, niega con la cabeza y responde que la única compañía será la voz femenina del GPS que lo guía. “El otro día se subió un muchacho y también viajó solo. Me contó que lo usó porque en Europa es muy común. Creí que iban a pasar años hasta que salga acá porque la gente es muy desconfiad­a”, cuenta. Habían pasado solo nueve días desde que Uber había presentado el servicio de carpooling en la Argentina. Si bien Mendoza es la primera ciudad en la que la compañía opera de forma totalmente legal, eligió a la Ciudad de Buenos Aires, territorio hostil aún para la plataforma, para hacer su debut en el país. El principal motivo detrás de esta decisión es que en el espacio porteño, donde se lanzaron en 2016, ya tienen mejor estudiados los patrones de movilidad —claves para el funcionami­ento de Uberpool— , afirmaron desde la empresa. Para tentar a los socioscond­uctores, la firma les ofrece cobrarles una comisión de 10 por ciento, en lugar de la usual de 25, a los que tomen estos viajes, mientras que del lado de los usuarios la oferta involucra descuentos de entre 20 y 40 por ciento en las tarifas. Los inicios de Pool involucrar­on un gran desembolso para la plataforma de viajes creada por Travis Kalanick y Garrett Camp en 2009. Según un repor-

El “carsharing” se hizo fuerte durante la etapa de la posguerra en los Estados Unidos.

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Un dormido, un conductor religioso y un periodista comparten el recorrido San Telmo-belgrano.

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