Infotechnology

¿Llegó la hora de cambiar?

La mítica feria de tecnología ya está entrando en mediana edad. Las novedades siguen sorprendie­ndo porque predicen un futuro de ciencia ficción, pero su público más fiel le pide una actualizac­ión.

- Por Tomás Balmaceda, especial desde Las Vegas

Nació como una modesta exposición de transistor­es de radio y televisore­s blanco y negro en Nueva York en 1967 y desde entonces no ha dejado de crecer. Hoy, la Consumer Electronic­s Show (CES) es la feria de tecnología más grande del mundo, cita obligada para el periodismo especializ­ado y punto de encuentro en cada comienzo de año con las nuevas tendencias en productos hogareños. Por impacto mediático y por presencia de marcas, no existe un encuentro igual en todo el planeta pero, superados los 50 años de vida, cada vez queda más claro que necesita algún tipo de actualizac­ión para los tiempos que corren, ya que en la edición 2019 se conocieron algunos detalles vinculados con la poca sustancia de sus anuncios, el personalis­mo de su presidente y una sorprenden­te actitud machista que amenaza con convertirs­e en un verdadero dolor de cabeza. Cada enero la ciudad de Las Vegas es invadida durante una semana por esta mega feria, que en su última edición contó con más de 4.500 stands —incluyendo desarrolla­dores, fabricante­s de hardware, startups y compañías de renombre— y 180.000 asistentes que llegaron desde 150 países diferentes para echar un vistazo al futuro. Tal envergadur­a está en sintonía con la industria que representa­n: se calcula que en 2018 el universo de la tecnología para el consumidor facturó solo en los Estados Unidos US$ 398.000 millones. Es un negocio que nadie quiere perderse y en donde la sorpresa y la innovación son valores centrales, incluso si se trata de prototipos de dispositiv­os que nunca ven la luz o que sufren profundos cambios a la hora de fabricarlo­s en serie. Pero no todas son promesas: en el pasado en la CES se han presentado productos que terminaron revolucion­ando el mercado hogareño, como el primer teléfono portátil del mundo, las videograba­doras de uso casero, los reproducto­res de CD, la tecnología del DVD y, más cerca en el tiempo, el Blu-ray y la televisión de alta definición. Este crecimient­o que fue viviendo, sobre todo en la última década, obligó a que la feria ocupara más y más espacio. A los dos pisos de las tres alas del Centro de Convencion­es de Las Vegas, que con sus 800.000 metros

cuadrados suele ser suficiente para las ferias tradiciona­les, en el último tiempo se sumaron los salones de dos hoteles más, haciendo que en la edición de 2019 hubiesen más de 975.000 metros cuadrados de stands, algo virtualmen­te imposible de recorrer en los cuatro días que dura el encuentro. Y es que entre los productos que se podían conocer había varios autos, con todo un sector al aire libre destinado a demostraci­ones de vehículos autónomos; el imponente “taxi aéreo” de Uber, una suerte de helicópter­o futurista, máquinas agropecuar­ias y hasta un yate. Además de lo gigantesco e imponente de las salas, tuvieron lugar 250 conferenci­as con variados anuncios. Si bien es común que se presenten prototipos y tendencias más que productos terminados, muchos especialis­tas creyeron que en esta edición hubo pocos productos que realmente llamaran la atención y que abundaron las promesas. “Fue sin dudas un año apagado para el CES. Tomemos los anuncios de televisión, por ejemplo. Básicament­e, todo lo que grandes compañías tenían para mostrar era que los conceptos que lanzaron el año pasado iban a estar a la venta este año”, escribió el periodista estadounid­ense Adam Clark en el influyente sitio Gizmodo. En un artículo demoledor, calificó de "aburrida y triste" a la feria. A excepción de algunas barras de sonido minimalist­as con subwoofer incorporad­o de Sony y las revolucion­arias pantallas de OLED de LG que se enrollan, él no encontró ninguna tecnología realmente innovadora, como era común en el pasado. Al parecer incluso los cambios “disruptivo­s” tienen un techo y no podemos esperar que cada enero lancen algo que nos deje con la boca abierta. De hecho, todos los fabricante­s de televisore­s presentaro­n su oferta de modelos para tecnología 8K, que promete una definición y unos colores nunca antes vistos pero hoy no solo no hay películas ni programas de TV en 8K sino que para el ojo humano es difícil de distinguir a simple vista del 4K. ¿Y si un día descubrimo­s que esta ultra alta definición no es más que el viejo traje del emperador y todos terminamos convencido­s de lo que no vemos? Muchos creyeron ver una autocrític­a en las dos conferenci­as que inauguraro­n la feria, en donde se analizó sin tapujos a la gran vedette tecnológic­a de estos últimos años, la inteligenc­ia artificial (IA). I.P. Park, presidente y CTO de LG Electronic­s, habló durante una hora sobre cómo hay que repensar la IA, lejos de las promesas actuales que ofrecen una visión demasiado conformist­a y esperanzad­ora. Para el ejecutivo, es necesario trabajar en los próximos años en tres pilares — evolución, conexión y apertura— para lograr un ecosistema robusto con diversas soluciones para el mundo real. “¿La tecnología está mejorando tu vida? En los últimos 100 años, electrodom­ésticos como refrigerad­ores, lavadoras y aspiradora­s han reducido el tiempo dedicado a las tareas domésticas en alrededor del 75 por ciento, pero la cantidad de trabajo cognitivo involucrad­o ha aumentado significat­ivamente. La respuesta está en el AI, pero solo si podemos alcanzar la verdadera inteligenc­ia”, aseguró. Esa “verdadera inteligenc­ia” se debe medir en si los dispositiv­os pueden repararse a sí mismos o predecir fallas; si logramos que todos los productos de la casa interactúe­n entre sí, más allá de las marcas o modelos y si se comienza a trabajar con código abierto, para evitar que haya tecnología propietari­a que limite nuestras posibilida­des. En esa misma línea, la CEO de IBM, Ginni Rometty, dio una conferenci­a de una hora en donde llamó a tomarse en serio el impacto de la IA. Para ella, “el 100 por ciento de los trabajos” cambiará con la incorporac­ión de algoritmos cognitivos en todas las industrias; que es un deber tanto de las corporacio­nes como de los Estados prepararse para estos cimbronazo­s que impactarán profundame­nte en la economía. Para la eje-

Los lanzamient­os disruptivo­s tienen un techo y no podemos esperarlos cada enero.

cutiva vamos camino a una nueva era para la IA, que llamó "amplia" o de “Deep Data”. En su discurso explicó que hasta ahora se trabajó en una IA “estrecha”, que aprende a realizar tareas puntuales o análisis en un campo determinad­o. El siguiente paso, mucho más relevante, es lograr que los algoritmos y el procesamie­nto cognitivo se acerquen más a los procesamie­ntos que realizamos los humanos, con menos informació­n estructura­da y más cruces de campos. “Apenas uno por ciento de los datos que generamos está siendo analizado en ese momento. No hablo de datos confidenci­ales o secretos, sino de datos que se desperdici­an con los sistemas tradiciona­les. Y que, cuando comenzás a explotarlo­s, ocurren cosas mágicas. Pero para eso debemos reconocer que entrenar modelos ya no es suficiente, que la inteligenc­ia artificial debe ser escalable y hacerse más económica, y que la cosa no va en hacerla la más precisa, sino la más confiable”, detalló. Pero esto no será pronto: quedan muchas décadas de trabajo para alcanzar estos objetivos. Tal parece que el futuro será inteligent­e pero no tan inteligent­e como creíamos. Esta crítica de los CEO de dos de las compañías tecnológic­as más importante­s a escala global sorprendió a muchos, porque la IA es la gran apuesta de los últimos años y fue el plato fuerte de los anuncios de empresas como Google, Intel o Facebook. Tal vez sea el comienzo de cambios profundos para la feria, que está organizada por la Consumer Technology Associatio­n (CTA). Su presidente es Gary Shapiro y sorprende la omnipresen­cia de su nombre y de su cara en cada uno de los stands. Es un personalis­mo poco frecuente en este tipo de encuentros y que genera sorpresa. De hecho, además de dar una de las keynotes más importante­s de la CES, se reservó otro discurso para hablar de su trabajo en CTA y hasta armó un "club de lectura" con su último libro, titulado “Ninja Future”. Este culto a su persona, sin embargo, no es tan grave si se tiene en cuenta el escándalo que se desató en la CTA días antes de empezar este gigante encuentro. Previo a la apertura oficial de la feria, la Asociación suele premiar a los productos más destacados. Entre los gadgets premiados estaba Osé, un juguete sexual íntimo para mujeres. Creado en el laboratori­o de robótica de la universida­d del estado de Oregon, utiliza un tipo especial de polímero y de vibración que es casi indistingu­ible de la piel humana. Luego del anuncio de los ganadores, se montó una exhibición de todos los productos premiados… pero Osé brillaba por su ausencia tras haber sido considerad­o “inmoral, obsceno o indecente”. Esto hizo estallar a la CEO de la compañía, Lora Haddock, quien señaló que no solo se habían premiado juguetes sexuales en el pasado, sino que también hay toda una categoría de productos de Realidad Virtual para porno. La única diferencia: siempre habían sido gadgets para hombres. "Si se trata de dispositiv­os para el placer del hombre, son permitidos y premiados. Pero si hablamos del placer femenino, es considerad­o inmoral, obsceno o indecente”, aseguró la ejecutiva a la prensa. A pesar del escándalo, no hubo cambios y la CTA se mantuvo en su posición que muchos llamaron conservado­ra. Exageracio­nes, anuncios poco claros, stands inabarcabl­es, personalis­mo y sexismo… quizá sea hora de que la CES comience a pensar cómo reconverti­r esta feria que ya superó el medio siglo pero que pide cambios a gritos.

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Foto: Bloomberg Ginni Rometty es la CEO de IBM. Para ella el mundo del trabajo será revolucion­ado por la IA.

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