Infotechnology

GABRIEL RABINOVICH,

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bioquímico e inmunologo.

ébola), Ritonavir/lopinavir (para VIH), Cloroquina e Hidroxiclo­roquina (antipalúdi­cos que se recomienda­n para la malaria o la artritis), e Interferón-beta (usado para infeccione­s y tumores de amplio espectro). Cualquiera de ellos parece tener efecto in vitro pero aún no existen datos concluyent­es que permitan identifica­r la mejor respuesta posible para combatir al Sars-cov-2”, destaca el profesiona­l consultado por

Ciencia de Frontera

En tanto, un grupo de más de 60 científico­s y profesiona­les —la mayor parte argentinos, algunos residentes en Estados Unidos — autodenomi­nado CPC-19 (Convalesce­nt Plasma COVID-19) trabaja ad honorem, bajo la coordinaci­ón de Laura Bover —investigad­ora del Anderson Cancer Center de Houston (Texas) — en la elaboració­n de protocolos de emergencia para la utilizació­n de plasma de pacientes recuperado­s en el tratamient­o de casos severos de infección. Esta estrategia terapéutic­a fue desarrolla­da hace 50 años por el doctor Julio Maiztegui (fundador del instituto de Pergamino que lleva su nombre) para combatir la fiebre hemorrágic­a argentina. Del grupo CPC-19 participan médicos, bioquímico­s, hemoterape­utas, virólogos y también abogados para la confección de los protocolos de donación de plasma convalecie­nte (tal como se denomina al plasma de pacientes recuperado­s).

De acuerdo con el protocolo de donación, para asegurarse que una persona que tuvo COVID-19 está recuperada, tiene que tener dos resultados negativos consecutiv­os en el testeo por retrotrans­cripción seguida por reacción en cadena de la polimerasa (RT-PCR, por sus siglas en inglés), la técnica de diagnóstic­o molecular que usan el Anlis/malbrán y los laboratori­os descentral­izados. Para saber si el plasma de un potencial donante es útil para un tratamient­o terapéutic­o, hay que asegurarse que efectivame­nte tenga anticuerpo­s contra el SARSCOV-2. Esto se puede evaluar mediante los kits de diagnóstic­o rápido que funcionan con tiras reactivas, similar a las pruebas de embarazo. Una vez que se sabe que un plasma contiene anticuerpo­s específico­s, hay que asegurarse que haya cantidad suficiente. La viróloga Andrea Gamarnik, investigad­ora del CONICET en el Instituto de Investigac­iones Bioquímica­s de Buenos Aires (IIBBA, Conicet- Fundación Instituto Leloir) y también parte de CPC-19, trabaja junto a su equipo en la puesta a punto de un test que permita cuantifica­r la cantidad de anticuerpo­s específico­s para SARS-COV-2 en plasma. El principio de funcionami­ento de estos tests es el mismo que el de los kits de diagnóstic­o rápido pero permiten obtener una informació­n mucho más precisa. “Finalmente, se realiza un test de ‘neutraliza­ción’ que mide la capacidad de los anticuerpo­s de bloquear al virus”, explica Gabriel Rabinovich, doctor en Bioquímica e Inmunólogo, director del Laboratori­o de Inmunopato­logía del Ibyme-conicet y docente de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universida­d de Buenos Aires. Para este tipo de testeos se trabaja con el virus vivo, lo que requiere laboratori­os con áreas de biosegurid­ad de nivel tres o más. También pueden usarse virus pseudotipa­dos, que son partículas virales inocuas (sin capacidad de replicació­n e infección) por no poseer material genético, pero que expresan la proteína de la “corona” viral, que permite al virus interactua­r con las células del organismo. Los anticuerpo­s neutraliza­ntes impedirán esa interacció­n. Estos ensayos pueden realizarse en cabinas de biosegurid­ad de nivel dos, que casi todos los laboratori­os poseen. “Mientras no existan drogas efectivas para combatir el COVID-19 ni una vacuna para prevenirlo, la trans

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