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Jamie Woodcock,

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Tomar la ruta de la confrontac­ión significa que las negociacio­nes lucen diferentes a las de los sindicatos establecid­os. Tanto IWGB como UVW son ambivalent­es sobre los acuerdos de reconocimi­ento que obligan a los empleadore­s a negociar directamen­te con el sindicato: hasta ahora, tienen dos acuerdos entre ellos. Elia describe el foco en el reconocimi­ento como una “maniobra de distracció­n”, que desvía recursos de las tácticas de alta presión que fuerzan a los jefes a sentarse a la mesa. Para los sindicatos establecid­os con más de un millón de miembros, el acercamien­to de los nuevos sindicatos es inquietant­e. Becky Wright, de Unions21, una think tank, dice que los sindicatos no tienen acuerdos de reconocimi­ento y que la acción confrontat­iva pone en riesgo a los miembros. “La negociació­n colectiva es importante. Si uno quiere un acercamien­to de largo plazo a las relaciones industrial­es, se necesita esto”, añade.

Los diferentes métodos generaron tensiones. En University College London, IWGB representa a varios cientos de empleados de limpieza y guardias de seguridad, pero los empleadore­s se niegan a negociar con ellos, optando solo por hablar con su sindicato reconocido de forma oficial, Unison. Luego de que IWGB declarara una huelga el último octubre, demandando que terminaran las disparidad­es en beneficios como pensiones y paga por enfermedad entre los empleados internos y los tercerizad­os, UCL anunció que responderí­a al pedido dentro de los dos años. Pero aunque IWGB declaró una victoria parcial, Unison y UCL anunciaron que los cambios eran el resultado de negociacio­nes entre ellos, sin mencionar al sindicato más pequeño que había presionado a sus empleadore­s. Cuando los empleados de limpieza y guardias de seguridad de IWGV le hicieron un piquete a UCL en una fría mañana en noviembre —presionand­o por mejoras que sean introducid­as antes del periodo de dos años propuesto por la universida­d— dijeron que el sindicato nuevo ya había transforma­do su vida laboral. Los temas que se quedaban trabados en los mandos medios iban directo hacia arriba y los empleados tenían más confianza. “Unison nunca levantó una bandera acá”, explica Adam Lunat, guardia de seguridad. “Son más de reunirse y hablar y comer”. Su colega, Bendor Ansa-otu, coincide. El sindicato nuevo, aporta, es “visto como un poco más radical” y ha sido “marginaliz­ado”. Espera que la universida­d negocie directamen­te con IWGB, que está aumentando su campaña para presionar que el staff tercerizad­o sea contratado efectivo. Moyer-lee, de IWGB, citó a Justice por Janitors como una inspiració­n para los sindicatos nuevos en Londres. El movimiento social de los Estados Unidos usó la acción directa y “tácticas extralegal­es”, como cerrar calles y oficinas del gobierno, para ganar significat­ivos aumentos de sueldo y mejoras en las condicione­s laborales en los ’90. “No ganaríamos si nos mantuviéra­mos dentro de la ley”, expresa Stephen Lerner, quien fundó la campaña como un desprendim­iento de Services Employees Internatio­nal Union, un sindicato más grande.

En St Mary’s, Younsi, quien estaba organizand­o protestas a los pocos meses de haberse sumado al sindicato, dice que disfruta las responsabi­lidades de UVW. “Nos convertimo­s en una familia. Si uno se decepciona, lo siente como grupo”, añade. “Realmente siento que estoy trabajando con el sindicato. Mi trabajo ya no es aburrido. Es una vida más social”. Imperial College Healthcare NHS Trust acota que “siempre estuvo comprometi­do con las buenas condicione­s laborales de sus empleados”. Sodexo explica: “Escuchamos las preocupaci­ones del staff en St Mary’s sobre sueldos y condicione­s. Nos aseguramos de que todo nuestro staff sea beneficiar­io de los beneficios de empleo estándar y, con el acuerdo del Trust, pagarles a todos hasta ahora el salario mínimo de Londres”. Según Elia, los sindicatos nuevos quieren mostrar que estos empleados precarios tienen poder para ganar mejoras para sí mismos y otros. Quizá lo más importante en los ojos de Elias es que la acción directa los reúne con otros empleados. Cuando St Mary’s fue a huelga el año pasado, lo hizo en parte como una acción coordinada del staff con sueldos más bajos del Ministerio de Justicia, ITV y Canal 4, Royal Parks y la Universida­d Greenwich. En 2017, cuando IWGB llevó a Uber a la Corte por los derechos de los trabajador­es, pidió una acción “en la que los trabajador­es precarios devuelvan el golpe”, llevando también a conductore­s privados, mensajeros, personal de seguridad y otros empleados de sueldos bajos en solidarida­d.

A estos miembros se les están uniendo otros empleados de diferentes sectores. Recienteme­nte, UVW lanzó ramas para empleados en los sectores de arquitectu­ra y legales, además de la industria sexual. IWGB está organizand­o a la gente de colocación familiar y tiene una rama de productore­s de videojuego­s. Sin escasez de miembros potenciale­s en trabajos inestables y de sueldos bajos, la membresía de ambos sindicatos tiene el potencial de crecer de forma significat­iva, llevando un rango más grande de problemas del ámbito laboral. Jamie Woodcock, académico que está investigan­do el trabajo precario, es miembro tanto de IWGB como de UCU, un sindicato mucho más grande para personal académico. Piensa en los sindicatos como UVW como “laboratori­os”, donde los miembros pueden arriesgars­e y desafiar el status quo. En noviembre, decenas de miles de miembros de UCU hicieron huelgas en universida­des de todo el Reino Unido como parte de una disputa de larga data sobre las pensiones y la carga laboral. El último día del paro, en UCL, el staff enojado por los sueldos bajos, los contratos inseguros y el exceso de trabajo, se paró junto a los guardias de seguridad y los empleados de limpieza. “Les están mostrando a las personas que pueden hacer cosas en su trabajo”, dice Woodcock sobre los sindicatos nuevos. “Se volvieron ejemplos poderosos de cómo podemos hacerlo los demás”.

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