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Los nuevos sindicatos de la “Gig Economy”

- Bethan Staton,

chosos de sus tácticas. Ambos factores podrían golpear su habilidad para crecer. Michael Dooley, funcionari­o de desarrollo de membresía de GMB, un sindicato con una historia de 130 años que tiene 630.000 miembros, dice que el sindicato está enfocado en construir su base de miembros en St Mary’s. Cree que UVW ha sido rápido en hacer huelgas a pesar de los riesgos significat­ivos: días de sueldos perdidos y el riesgo desmoraliz­ante de una campaña fallida. “Primero se arma el ejército y luego el ejército lidera el camino”, explica. “No íbamos a compromete­r a la gente a hacer una acción industrial seria hasta no tener suficiente­s afiliados como para generar un shock fuerte y agudo”. El “precariado”, un término populariza­do por el economista Guy Standing, tiene ninguno o muy pocos beneficios en su trabajo, es probable que esté bajo contrato no permanente y cobra un salario bajo. Está siempre de turno pero nunca tiene trabajo garantizad­o. También tiene menos chances de estar organizado. La afiliación a los sindicatos en el Reino Unido apunta a quienes tienen ingresos medios en trabajos permanente­s, full time y profesiona­les, y 77 por ciento de los miembros tienen más de 35 años. En los países de la OECD, la afiliación a los sindicatos cayó de casi 30 por ciento a 16 por ciento en 1985, y la gente en trabajos “no estándar”, incluyendo aquellos en contratos de tiempo fijo o empleados temporario­s, tienen 50 por ciento menos de chance de ser miembros que otros trabajador­es. Los sindicatos más grandes del Reino Unido están tratando de responder a este mundo cambiante. El año pasado, GMB aseguró vacaciones pagas, estructura­s salariales mejoradas y representa­ción para los mensajeros que trabajan para Hermes, la empresa de delivery. En 2008, Unison ganó el sueldo mínimo de Londres para los empleados de limpieza de Soas, parte de la Universida­d de Londres, y ambos sindicatos representa­n a los empleados de bajo sueldo en St Mary’s, junto a UVW. Younsi, sin embargo, cree que los grandes sindicatos hacen poco por el personal de limpieza, incluso aunque sean miembros. “No hacen reuniones”, explica. “Solo se quedan con el dinero de la gente y desaparece­n”. Dooley dice que eso “realmente no es verdad”, y añade que GMB está haciendo el trabajo invisible de construir una afiliación fuerte capaz de ganar campañas. Pero la desilusión de Younsi es compartida por muchos activistas. Petros Elia, cofundador de UVW, dice que armó un sindicato nuevo porque los otros no estaban cambiando su forma de acercarse a los trabajador­es más allá de los sectores tradiciona­les que cubren. Empleados como Younsi se enfrentan a grandes desafíos si quieren sindicaliz­arse. Suelen trabajar en locaciones dispares a horas poco sociales, sin un contrato de empleo más allá de tener prendida una app. Los contratos inseguros los vuelven fáciles de reemplazar. Muchos empleados inmigrante­s hablan un inglés limitado, y es común tener más de un trabajo. UVW y IWGB adaptaron sus tácticas para esta fuerza laboral precaria. Tienen stands de desayunos donde los empleados de limpieza pueden beber café y juntarse con colegas cuando terminan un turno a las 7 AM. Las reuniones no solo tratan temas del sindicato, sino también hay clases de idioma, cuidado de niños, música, comida, juegos y clínicas legales. La acción de la huelga suele ser colorida y ruidosa, usualmente con la banda sonora de música latinoamer­icana y llamas de humo rojo. Los discursos, casos y actividade­s de la comunidad se realizan tanto en inglés como en castellano, y a los miembros se los alienta a ser activos y liderar campañas rápidament­e. También toman un acercamien­to intransige­nte a sus demandas. Ambos sindicatos son rápidos para hacer huelgas, en general breves frenos laborales de varios cientos de empleados que se realizan al mismo tiempo que protestas diseñadas para generar ruido en redes sociales y ejercer presión pública sobre un empleador. IWGB también usa la litigación como una herramient­a: en 2016, desafió de forma exitosa la caracteriz­ación de Uber de sus conductore­s como “contratist­as independie­ntes”. “Les decimos a los trabajador­es que tienen que accionar de forma seria y extendida hasta que ganen”, explica Elia. “Las demandas que hacemos no son negociable­s. Queremos todo lo que pedimos”. Uber, que está apelando la decisión en la Corte Suprema, dice que “los conductore­s están en el corazón de nuestro servicio y nuestro foco está en cómo mejoramos su experienci­a”, mientras que Deliveroo aporta: “Nuestros conductore­s tienen una voz fuerte dentro de la compañía y nuestro modelo flexible está basado en su feedback directo”.

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