Una ética para la vida online
Wikipedia es el ejemplo más claro cuando de creación colectiva de conocimiento se trata. Además, es gratuita y los que participan en ella lo hacen de manera voluntaria aunque no necesariamente desinteresada, si se tiene en cuenta que las recompensas pueden ir más allá de lo material. En cualquier caso, es un buen punto de partida para repensar cómo internet actualizó, aunque sea un poco, actividades humanas que se destacan por su verticalidad. “La creación de conocimiento siempre es colectiva”, se ataja Patricio Lorente, un académico y dirigente universitario argentino, al comienzo de la entrevista telefónica que le dió el puntapié inicial a estas líneas.
La llegada de la red de redes generó, de a poco, lo que ahora llaman multitudes inteligentes que logran, de manera cooperativa, lo que no podrían hacer solos. De eso se trata: Lorente, presidente del consejo de administración de Wikimedia Foundation entre 2015 y 2016 y autor de “El conocimiento hereje: una historia de Wikipedia” (Paidós, 2020) recuerda que “Tim Berners-lee juntó internet con el hipervínculo; la web nació de la necesidad de la física de altas energías, que necesita que miles de personas trabajen al mismo tiempo, tuvieran acceso al material en línea”. Es lo que el sociólogo canadiense Derrick De Kerckhove, un continuador espiritual de Marshall Mcluhan, denominó como “inteligencia en conexión” a aquello que aparece cuando un usuario de internet comparte información y genera, por ende, una sinergía propia de millones de inteligencias humanas trabajando en algo al mismo tiempo. “Lo que ha hecho la tecnología es poder poner a colaborar masivamente a muchas miles personas en un mismo proyecto, lo que antes de este entorno tecnológico mediado por las telecomunicaciones y la informática, no existía”, plantea Lorente. Todo esto está enmarcado, aunque no todos los involucrados lo sepan, en la ética del hacker — que enunció el filósofo finlandés Pekka Himanen en su libro seminal de 2001,”La ética del hacker y el espíritu de la era de la información” — que reemplazaría a la ética protestante del trabajo postulada por Max Weber. El hacker, en un sentido menos malicioso que lo que la etimología popular de la palabra le atribuye, es aquella persona apasionada no por el rédito económico sino por obtener el reconocimiento de sus semejantes. Por lo tanto, en ese sentido es que fenómenos de creación colectiva como la Wikipedia están directamente emparentados con la comunidad del software libre. Este autor propone directamente aplicar esa nueva ética, que incluye el libre acceso, el valor social, la transparencia y la franqueza, a la vida cotidiana.
El fenómeno Wikipedia
Según la propia entrada que existe dentro de Wikipedia, esta “fue creada el 15 de enero de 2001 como proyecto de edición abierta que pretendía agilizar el desarrollo de la hoy extinta enciclopedia con revisión por pares Nupedia, y ha crecido continuamente en número de artículos y de ediciones idiomáticas hasta la actualidad”. Su paraguas legal es la Fundación Wikimedia, una entidad sin fines de lucro que administra Wikipedia y otros proyectos relacionados y cuyo capítulo local fue fundado por Lorente en 2007. “Solemos decir que Wikipedia es un termómetro social. Cuando ‘explota algo’, cuando hay una discusión o una crisis, siempre se refleja ahí. Y se refleja desde la construcción de las ideas sobre un tema, el intercambio y la discusión como también en la cantidad de visitas”, define Ana Clara Nicola, diseñadora, fotógrafa y voluntaria en Wikimedia Argentina. Al 21 de abril de 2019, Wikipedia es el décimo tercer sitio web con más tráfico en todo el globo y el décimo en la Argentina, de acuerdo con datos de Alexa. Una crítica habitual es que cualquier puede editar, como si fuera algo malo. “Lo que ha demostrado en sus 19 años es que la enciclopedia es mejor cuanta más personas editan, pero eso no sucede siempre”, apunta Lorente. “Se trata de pugnar por un equilibrio. Mientras más puntos de vista existan, más equilibrada será la
enciclopedia. “Esa neutralidad que se construye desde puntos de vista diferenteso obliga a estar; si no, hay otra persona que va a llenar ese artículo desde su propio punto de vista”, agrega Nicola. Sin embargo, la enciclopedia en línea más famosa no escapa de las distintas desigualdades que operan en el mundo. “Wikipedia logró legitimarse y hoy es la puerta de entrada a cualquier temática. Sin embargo, y a pesar de su masividad global, para poder acceder a la Wikipedia y aunque parezca de perogrullo necesitamos una infraestructura técnica que nos permita ser parte de ella. Acceso a Internet vía wi-fi o paquetes de datos, dispositivos con soporte a esas conexiones y/o suministro eléctrico son parte de las necesidades básicas, pero no por eso cubiertas universalmente, para estar incluidos en su enciclopedia”, tercia Mariano Wiszniacki, docente e investigador TIC de la Universidad Nacional de Lanús y la Universidad de Buenos Aires (UBA). Wikimedia puso en marcha el proyecto Wikipedia Zero en 2012 que establecía acuerdos con compañías en países del tercer mundo para permitir el acceso móvil de tarifa de datos gratuito a las páginas de Wikipedia. Este proyecto, que fue implementado en Malasia, Arabia Saudita, Tailandia y Pakistán, entre otros países, y que fue objeto de diversas críticas que hacían foco en la neutralidad de la red, fue discontinuado en 2018. Por otro lado,wiszniacki marca que las dificultades que aparecen a la hora de editar contenidos en la enciclopedia en línea, a pesar que desde hace un tiempo ya no hace falta hacerlo utilizando código HTML, lsiguen siendo un problema Lorente se hace cargo de estas problemáticas relacionadas con la infraestructura y las posibilidades de acceso según los ingresos económicos. “Se está extendiendo la posibilidad de acceso con las redes celulares pero participar es distinto, editar la Wikipedia todavía esta vedado desde un smartphone”, marca. Respecto de la crítica de Wikipedia Zero desde la neutralidad de la red (es decir, que el tráfico web debe ser tratado igualitariamente, sin cobrarle al usuario una tarifa diferenciada según el contenido, sitio web, plataforma, aplicación a la que se quiera acceder o el tipo de equipamiento utilizado para hacerlo), Lorente marca que el dilema no tiene una solución sino una alternativa radical. “O facilitás el acceso o no lo haces y mientras tanto hay gente que queda marginada. Siempre crei que hay que reformular el concepto de neutralidad porque hay bienes que tienen que estar fuera de la lógica capitalista. Internet tiene que ser considerado como servicio público esencial, si no tienen todos acceso, hay que garantizar algunos, así como el acceso a la electricidad y el agua esta garantizado mas alla de tu capacidad de pago”. expresa, siguiendo justamente una lógica más cercana a la ética del hacker. Por otro lado, aparece un problema ulterior, que tiene más que ver con las personas y ese sentimiento de pertenencia que genera la dedicación a un hobby. La Wikipedia, apunta Lorente, “necesita un ambiente más amigable, no porque las reglas sean complejas, sino porque en muchos de los casos no tengas una bienvenida amistosa, sobretodo de los más comprometidos; lo que sucede es que un nuevo wikipedista puede ser alguien que venga, en realidad, a vandalizar la enciclopedia. Hay plena conciencia de que eso pasa pero a veces es imposible evitar que haya actitudes hostiles hacia los novatos.”
Más allá de la wiki
Existen otros ámbitos en donde esta manera de construir conocimiento también se realiza de manera colaborativa. Más allá de Github, el repositorio de recursos para la programación adquirido por Microsoft en 2018 por US$ 7.500 millones, y Gitlab, existen proyectos más acotados en donde el desarrollo se realiza de forma comunitaria, aunque se trate de un negocio. Un ejemplo local es Proyecto Wow, una cooperativa de trabajo en la que desarrollan tecnologías digitales para acompañar procesos de integración social, desarrollo económico sustentable y
mejora de procesos productivos. Están organizados en tres departamentos: desarrollo de software a medida, desarrollo de sitios institucionales (con Wordpress) y educación digital (con Moodle). Promueven el uso de software libre y tienen como destinatarios a las empresas y organizaciones del sector cooperativo, aunque no de manera exclusiva.
“El cooperativismo está intrínsecamente asociado a lo colectivo. Tanto dentro de cada una de las cooperativas como en las diferentes organizaciones en las que las cooperativas nos nucleamos, como las federaciones, hay una fuerte tendencia a compartir y a construir conocimiento de manera común”, relata Laura Marotias, Project Manager del departamento de Sitios Institucionales y responsable del área de Educación Digital. “Específicamente en nuestra cooperativa, todo el tiempo estamos enseñándonos cosas y aprendiendo de otras personas. Por ejemplo, hacemos demos internas de los productos que cada uno de los departamentos genera como forma de poner en común el conocimiento que entendemos, en términos generales, como un bien social y, en términos particulares, como un bien colectivo.” Desde una perspectiva ética, puntualiza. entender el conocimiento como un bien generado y “consumido” colectivamente les permite salir de la lógica de las empresas capitalistas. La única desventaja que tiene todo esto, dice, es que lleva un poco más de tiempo garantizar el sostenimiento de las prácticas de la construcción colectiva de conocimiento. “Pero, en términos de costo-beneficio, ese tiempo extra se convierte también en un valor extra”, cierra. Por su parte, Andrés Vázquez, científico de datos de la Universidad de Córdoba y que entre 2016 y 2019 fuera director de Sistemas de la municipalidad de la capital de la provincia, cuenta que actualmente trabaja en Datopian, una spin off de una ONG que se llama Fundación Conocimiento Abierto y que impulsa a escala global un software libre que se llama CKAN y que se usa para que los gobiernos y que cualquier empresa abra un portal de datos abiertos. Para él, desde el Estado se puede contribuir a la construcción colectiva del conocimiento. Se puede incorporar sensores y otras tecnologías biométricas pero no a cualquier precio: para que sea realmente colectivo, y la sociedad pueda sumar una nueva mirada, los datos recolectados tienen que estar abiertos para que la sociedad civil los pueda auditar y la comunidad tecnológica local pueda hacer aportes. Finalmente, dice el ex funcionario, más allá de que estos datos tienen que estar publicados en formatos que permitan intervenirlos de forma sencilla, el Estado debe fomentar la creación de comunidades de usuarios que se conecten con las instituciones para agregarle valor a los datos. “Tiene que haber sistemas de participación a escala masiva en los que la ciudadanía pueda aportar su mirada sobre cómo funciona el Estado, hacer propuestas, participar, opinar y debatir; y la comunidad técnica tiene que mirar estos datos, usarlos, y generar información que sea valiosa para el Estado. Tienen que existir mesas de colaboración en las que los expertos de afuera del Estado y los que están dentro del Estado debatan y propongan cambios a las políticas públicas basadas en esos datos”, sostiene Vázquez. Todo esto redundaría en verdaderas ciudades inteligentes.
- Patricio Lorente,
Y sin embargo...
No todo es exactamente como lo pintan y hay que mantener los dos pies sobre la tierra. Así lo cree Gabriel Baum, con un amplio curriculum en informática que incluye el Premio Sadosky de Oro 2005 y diploma Konex 2013 a la Ciencia y la Tecnología en el área de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones. “La creación colectiva no se horizontalizó, sino que mejoró un poco el acceso a la información en la velocidad y en volumen. Las decisiones sobre lo que se investiga y lo que no se siguen tomando en el hemisferio Norte, como desde hace 70 años. El cuentito de que internet democratiza el conocimiento es solamente eso: la distancia entre el Norte y el Sur no para de agrandarse, es decir, en algún sentido se ‘verticalizó’, en vez de ‘horizontalizarse’”, Hay un resquicio por donde entra la luz pero más bien poca. “Respecto del software libre, en el contexto de un capitalismo informacional, fueron absorbidos por el sistema aunque siguen siendo promesas para un mundo mejor. Todos podemos ofrecer conocimientos y habilidades, pero no todos podemos sacar igual provecho de los mismos...en un mundo de iguales esta muy bueno, pero el mundo es muy asimétrico, y esto debería considerarse al fijar las reglas de distribución”, remata Baum. La pregunta que queda abierta no es sobre un desafío a futuro sino acerca de las posibilidades reales que puede ofrecer una nueva ética de trabajo enquistada, como ese comensalismo biológico en el que la asociación de dos especies produce beneficio para ambas partes sin perjuicio alguno. Pero esto, claro, no es tan sencillo cuando de seres humanos se trata.