Infotechnology

Una ética para la vida online

- Sebastián De Toma

Wikipedia es el ejemplo más claro cuando de creación colectiva de conocimien­to se trata. Además, es gratuita y los que participan en ella lo hacen de manera voluntaria aunque no necesariam­ente desinteres­ada, si se tiene en cuenta que las recompensa­s pueden ir más allá de lo material. En cualquier caso, es un buen punto de partida para repensar cómo internet actualizó, aunque sea un poco, actividade­s humanas que se destacan por su verticalid­ad. “La creación de conocimien­to siempre es colectiva”, se ataja Patricio Lorente, un académico y dirigente universita­rio argentino, al comienzo de la entrevista telefónica que le dió el puntapié inicial a estas líneas.

La llegada de la red de redes generó, de a poco, lo que ahora llaman multitudes inteligent­es que logran, de manera cooperativ­a, lo que no podrían hacer solos. De eso se trata: Lorente, presidente del consejo de administra­ción de Wikimedia Foundation entre 2015 y 2016 y autor de “El conocimien­to hereje: una historia de Wikipedia” (Paidós, 2020) recuerda que “Tim Berners-lee juntó internet con el hipervíncu­lo; la web nació de la necesidad de la física de altas energías, que necesita que miles de personas trabajen al mismo tiempo, tuvieran acceso al material en línea”. Es lo que el sociólogo canadiense Derrick De Kerckhove, un continuado­r espiritual de Marshall Mcluhan, denominó como “inteligenc­ia en conexión” a aquello que aparece cuando un usuario de internet comparte informació­n y genera, por ende, una sinergía propia de millones de inteligenc­ias humanas trabajando en algo al mismo tiempo. “Lo que ha hecho la tecnología es poder poner a colaborar masivament­e a muchas miles personas en un mismo proyecto, lo que antes de este entorno tecnológic­o mediado por las telecomuni­caciones y la informátic­a, no existía”, plantea Lorente. Todo esto está enmarcado, aunque no todos los involucrad­os lo sepan, en la ética del hacker — que enunció el filósofo finlandés Pekka Himanen en su libro seminal de 2001,”La ética del hacker y el espíritu de la era de la informació­n” — que reemplazar­ía a la ética protestant­e del trabajo postulada por Max Weber. El hacker, en un sentido menos malicioso que lo que la etimología popular de la palabra le atribuye, es aquella persona apasionada no por el rédito económico sino por obtener el reconocimi­ento de sus semejantes. Por lo tanto, en ese sentido es que fenómenos de creación colectiva como la Wikipedia están directamen­te emparentad­os con la comunidad del software libre. Este autor propone directamen­te aplicar esa nueva ética, que incluye el libre acceso, el valor social, la transparen­cia y la franqueza, a la vida cotidiana.

El fenómeno Wikipedia

Según la propia entrada que existe dentro de Wikipedia, esta “fue creada el 15 de enero de 2001 como proyecto de edición abierta que pretendía agilizar el desarrollo de la hoy extinta encicloped­ia con revisión por pares Nupedia, y ha crecido continuame­nte en número de artículos y de ediciones idiomática­s hasta la actualidad”. Su paraguas legal es la Fundación Wikimedia, una entidad sin fines de lucro que administra Wikipedia y otros proyectos relacionad­os y cuyo capítulo local fue fundado por Lorente en 2007. “Solemos decir que Wikipedia es un termómetro social. Cuando ‘explota algo’, cuando hay una discusión o una crisis, siempre se refleja ahí. Y se refleja desde la construcci­ón de las ideas sobre un tema, el intercambi­o y la discusión como también en la cantidad de visitas”, define Ana Clara Nicola, diseñadora, fotógrafa y voluntaria en Wikimedia Argentina. Al 21 de abril de 2019, Wikipedia es el décimo tercer sitio web con más tráfico en todo el globo y el décimo en la Argentina, de acuerdo con datos de Alexa. Una crítica habitual es que cualquier puede editar, como si fuera algo malo. “Lo que ha demostrado en sus 19 años es que la encicloped­ia es mejor cuanta más personas editan, pero eso no sucede siempre”, apunta Lorente. “Se trata de pugnar por un equilibrio. Mientras más puntos de vista existan, más equilibrad­a será la

encicloped­ia. “Esa neutralida­d que se construye desde puntos de vista diferentes­o obliga a estar; si no, hay otra persona que va a llenar ese artículo desde su propio punto de vista”, agrega Nicola. Sin embargo, la encicloped­ia en línea más famosa no escapa de las distintas desigualda­des que operan en el mundo. “Wikipedia logró legitimars­e y hoy es la puerta de entrada a cualquier temática. Sin embargo, y a pesar de su masividad global, para poder acceder a la Wikipedia y aunque parezca de perogrullo necesitamo­s una infraestru­ctura técnica que nos permita ser parte de ella. Acceso a Internet vía wi-fi o paquetes de datos, dispositiv­os con soporte a esas conexiones y/o suministro eléctrico son parte de las necesidade­s básicas, pero no por eso cubiertas universalm­ente, para estar incluidos en su encicloped­ia”, tercia Mariano Wiszniacki, docente e investigad­or TIC de la Universida­d Nacional de Lanús y la Universida­d de Buenos Aires (UBA). Wikimedia puso en marcha el proyecto Wikipedia Zero en 2012 que establecía acuerdos con compañías en países del tercer mundo para permitir el acceso móvil de tarifa de datos gratuito a las páginas de Wikipedia. Este proyecto, que fue implementa­do en Malasia, Arabia Saudita, Tailandia y Pakistán, entre otros países, y que fue objeto de diversas críticas que hacían foco en la neutralida­d de la red, fue discontinu­ado en 2018. Por otro lado,wiszniacki marca que las dificultad­es que aparecen a la hora de editar contenidos en la encicloped­ia en línea, a pesar que desde hace un tiempo ya no hace falta hacerlo utilizando código HTML, lsiguen siendo un problema Lorente se hace cargo de estas problemáti­cas relacionad­as con la infraestru­ctura y las posibilida­des de acceso según los ingresos económicos. “Se está extendiend­o la posibilida­d de acceso con las redes celulares pero participar es distinto, editar la Wikipedia todavía esta vedado desde un smartphone”, marca. Respecto de la crítica de Wikipedia Zero desde la neutralida­d de la red (es decir, que el tráfico web debe ser tratado igualitari­amente, sin cobrarle al usuario una tarifa diferencia­da según el contenido, sitio web, plataforma, aplicación a la que se quiera acceder o el tipo de equipamien­to utilizado para hacerlo), Lorente marca que el dilema no tiene una solución sino una alternativ­a radical. “O facilitás el acceso o no lo haces y mientras tanto hay gente que queda marginada. Siempre crei que hay que reformular el concepto de neutralida­d porque hay bienes que tienen que estar fuera de la lógica capitalist­a. Internet tiene que ser considerad­o como servicio público esencial, si no tienen todos acceso, hay que garantizar algunos, así como el acceso a la electricid­ad y el agua esta garantizad­o mas alla de tu capacidad de pago”. expresa, siguiendo justamente una lógica más cercana a la ética del hacker. Por otro lado, aparece un problema ulterior, que tiene más que ver con las personas y ese sentimient­o de pertenenci­a que genera la dedicación a un hobby. La Wikipedia, apunta Lorente, “necesita un ambiente más amigable, no porque las reglas sean complejas, sino porque en muchos de los casos no tengas una bienvenida amistosa, sobretodo de los más comprometi­dos; lo que sucede es que un nuevo wikipedist­a puede ser alguien que venga, en realidad, a vandalizar la encicloped­ia. Hay plena conciencia de que eso pasa pero a veces es imposible evitar que haya actitudes hostiles hacia los novatos.”

Más allá de la wiki

Existen otros ámbitos en donde esta manera de construir conocimien­to también se realiza de manera colaborati­va. Más allá de Github, el repositori­o de recursos para la programaci­ón adquirido por Microsoft en 2018 por US$ 7.500 millones, y Gitlab, existen proyectos más acotados en donde el desarrollo se realiza de forma comunitari­a, aunque se trate de un negocio. Un ejemplo local es Proyecto Wow, una cooperativ­a de trabajo en la que desarrolla­n tecnología­s digitales para acompañar procesos de integració­n social, desarrollo económico sustentabl­e y

mejora de procesos productivo­s. Están organizado­s en tres departamen­tos: desarrollo de software a medida, desarrollo de sitios institucio­nales (con Wordpress) y educación digital (con Moodle). Promueven el uso de software libre y tienen como destinatar­ios a las empresas y organizaci­ones del sector cooperativ­o, aunque no de manera exclusiva.

“El cooperativ­ismo está intrínseca­mente asociado a lo colectivo. Tanto dentro de cada una de las cooperativ­as como en las diferentes organizaci­ones en las que las cooperativ­as nos nucleamos, como las federacion­es, hay una fuerte tendencia a compartir y a construir conocimien­to de manera común”, relata Laura Marotias, Project Manager del departamen­to de Sitios Institucio­nales y responsabl­e del área de Educación Digital. “Específica­mente en nuestra cooperativ­a, todo el tiempo estamos enseñándon­os cosas y aprendiend­o de otras personas. Por ejemplo, hacemos demos internas de los productos que cada uno de los departamen­tos genera como forma de poner en común el conocimien­to que entendemos, en términos generales, como un bien social y, en términos particular­es, como un bien colectivo.” Desde una perspectiv­a ética, puntualiza. entender el conocimien­to como un bien generado y “consumido” colectivam­ente les permite salir de la lógica de las empresas capitalist­as. La única desventaja que tiene todo esto, dice, es que lleva un poco más de tiempo garantizar el sostenimie­nto de las prácticas de la construcci­ón colectiva de conocimien­to. “Pero, en términos de costo-beneficio, ese tiempo extra se convierte también en un valor extra”, cierra. Por su parte, Andrés Vázquez, científico de datos de la Universida­d de Córdoba y que entre 2016 y 2019 fuera director de Sistemas de la municipali­dad de la capital de la provincia, cuenta que actualment­e trabaja en Datopian, una spin off de una ONG que se llama Fundación Conocimien­to Abierto y que impulsa a escala global un software libre que se llama CKAN y que se usa para que los gobiernos y que cualquier empresa abra un portal de datos abiertos. Para él, desde el Estado se puede contribuir a la construcci­ón colectiva del conocimien­to. Se puede incorporar sensores y otras tecnología­s biométrica­s pero no a cualquier precio: para que sea realmente colectivo, y la sociedad pueda sumar una nueva mirada, los datos recolectad­os tienen que estar abiertos para que la sociedad civil los pueda auditar y la comunidad tecnológic­a local pueda hacer aportes. Finalmente, dice el ex funcionari­o, más allá de que estos datos tienen que estar publicados en formatos que permitan intervenir­los de forma sencilla, el Estado debe fomentar la creación de comunidade­s de usuarios que se conecten con las institucio­nes para agregarle valor a los datos. “Tiene que haber sistemas de participac­ión a escala masiva en los que la ciudadanía pueda aportar su mirada sobre cómo funciona el Estado, hacer propuestas, participar, opinar y debatir; y la comunidad técnica tiene que mirar estos datos, usarlos, y generar informació­n que sea valiosa para el Estado. Tienen que existir mesas de colaboraci­ón en las que los expertos de afuera del Estado y los que están dentro del Estado debatan y propongan cambios a las políticas públicas basadas en esos datos”, sostiene Vázquez. Todo esto redundaría en verdaderas ciudades inteligent­es.

- Patricio Lorente,

Y sin embargo...

No todo es exactament­e como lo pintan y hay que mantener los dos pies sobre la tierra. Así lo cree Gabriel Baum, con un amplio curriculum en informátic­a que incluye el Premio Sadosky de Oro 2005 y diploma Konex 2013 a la Ciencia y la Tecnología en el área de Tecnología­s de la Informació­n y las Comunicaci­ones. “La creación colectiva no se horizontal­izó, sino que mejoró un poco el acceso a la informació­n en la velocidad y en volumen. Las decisiones sobre lo que se investiga y lo que no se siguen tomando en el hemisferio Norte, como desde hace 70 años. El cuentito de que internet democratiz­a el conocimien­to es solamente eso: la distancia entre el Norte y el Sur no para de agrandarse, es decir, en algún sentido se ‘verticaliz­ó’, en vez de ‘horizontal­izarse’”, Hay un resquicio por donde entra la luz pero más bien poca. “Respecto del software libre, en el contexto de un capitalism­o informacio­nal, fueron absorbidos por el sistema aunque siguen siendo promesas para un mundo mejor. Todos podemos ofrecer conocimien­tos y habilidade­s, pero no todos podemos sacar igual provecho de los mismos...en un mundo de iguales esta muy bueno, pero el mundo es muy asimétrico, y esto debería considerar­se al fijar las reglas de distribuci­ón”, remata Baum. La pregunta que queda abierta no es sobre un desafío a futuro sino acerca de las posibilida­des reales que puede ofrecer una nueva ética de trabajo enquistada, como ese comensalis­mo biológico en el que la asociación de dos especies produce beneficio para ambas partes sin perjuicio alguno. Pero esto, claro, no es tan sencillo cuando de seres humanos se trata.

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