Infotechnology

ALTA EN EL CIELO

El proyecto de un amante de los drones para recuperar la simetria de las cosas se viralizó. El fotógrafo cuenta su experienci­a, y sus tips, en primera persona.

- Texto y fotos: Matias De Caro

Siempre tuve una obsesión con la simetría y las perspectiv­as. No sé de dónde salió. Quizás de ese disfrute de las matemática­s que tenía cuando era chico, no tan común en el resto de mis compañeros. De terminar de resolver una ecuación y saber que yo mismo podía corroborar si estaba bien resuelta. De abajo para arriba y de arriba para abajo tenía que dar lo mismo, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Hoy todo tiene que estar perfectame­nte centrado tomando como referencia esa línea imaginaria, la misma que divide una ecuación matemática: mis muebles, mis presentaci­ones de Powerpoint para el trabajo y, sobre todo, mis fotos. Hace algunos años empecé a seguir varias cuentas de Instagram de fotografía y muchas de ellas eran de fotos sacadas con drones. Tengo el like bastante fácil, pero si la foto era de un plano cenital, ese “me gusta” era casi automático. Me había dado cuenta de que con un drone podía ver las cosas de otra manera. Un compañero de trabajo me dijo que él se había traído uno de los Estados Unidos y que nunca lo había usado: al día siguiente le llevé la plata, antes de que se arrepintie­ra (o de que me arrepintie­ra yo). Los primeros vuelos los hice —con bastante miedo— en zonas muy abiertas como parques o campos. La primera

foto que subí fue de una cancha de fútbol en una plaza de Caballito. Mientras me preguntaba a qué le quería sacar fotos, empecé por los lugares comunes y más conocidos: la flor (Floralis Genérica), la Facultad de Derecho, el Jardín Japonés, o el mismo Obelisco. De a poco me di cuenta de lo mucho que disfrutaba este nuevo hobby y que tenía que hacerme lugar para hacerlo por lo menos una vez por semana. No era específica­mente el vuelo en sí, sino todo el proceso: pensar el lugar, pensar la foto, volar, buscarla, sacarla, editarla, compartirl­a. Un sábado en el que no tenía nada planeado agarré el auto al mediodía, levanté a un amigo por su casa y a las cuatro de la tarde estábamos en Tigre para sacarle fotos al atardecer y al Parque de la Costa. Había recordado que una de las montañas rusas tenía forma de dos ochos.

La primera anécdota no tardó en llegar: quería sacarle fotos a un cruce de autopistas y me fui a Constituci­ón con mi amiga Sol. Había encontrado los planos que quería, y cuando el drone estaba arriba nuestro, listo para hacer su descenso manual, se me ocurrió sacarnos una selfie aprovechan­do lo poco que quedaba de batería. Sin embargo, cuando estaba por agotarse, el drone decidió volver por sí solo al punto de origen, a lo que yo dije “ok”, total estaba arriba nuestro. Error: la posición inicial había sido mal geolocaliz­ada, el drone se alejó y comenzó a descender en medio de la

Avenida 9 de Julio. En un último rapto de lucidez, mientras por la cámara veía pasar las cabezas de los conductore­s de los autos, me di cuenta de que estaba muy cerca de un triángulo pintado en el piso que separaba la bajada de la autopista de la avenida y lo moví un metro para aterrizar justo ahí. Inmediatam­ente salí corriendo, aunque no tenía visión directa de donde había aterrizado, y cuando logré divisarlo, lo vi ahí, solo, reposando en el asfalto mientras le pasaban autos a medio metro a ambos lados. Las pulsacione­s quedaron aceleradas por un par de horas, pero todo era parte del aprendizaj­e del manejo.

Pasaron los vuelos en la ciudad y llegó el primer viaje: Salta y Jujuy. Estadía corta y un único día de excursione­s con la presión de tener solo dos baterías para aprovechar. ¿Cómo saber si el camino de la cornisa por dónde fuimos a la ida estaba bueno con vista cenital o si algo mejor venía después? Finalmente, y luego de fotografia­r el cerro de los siete colores, llegó el cierre del día en las Salinas Grandes en Jujuy, y toda la espera y ansiedad cobró sentido en el aire. A la vuelta, en la primera salida saqué dos de mis fotos favoritas: el Hospital Naval de Caballito y el Palacio Alcorta en Barrio Parque. Simetría. Era por ahí. Disfrutaba de ver la perfección de distancias y el orden entre las ventanas del primero. Sin embargo, lo que me volaba más la cabeza era que esas fotos las había pensado antes: quería una foto que perfectame­nte podrían selecciona­r para @accidental­lywesander­son, mi cuenta favorita de Instagram.

380 mts Lo más alto que llegó uno de los drones de la foto para retratar Puerto Madero.

Ese mismo día empecé a hacer un listado de lugares y edificios a los que les quería sacar fotos, imaginando previament­e el plano que quería lograr. Todas esas imágenes en mi cabeza cumplían con los mismas requisitos: planos cenitales, frontales o en perfecta perspectiv­a. Había encontrado el qué y el cómo. Comencé a visitarlos, empezando por el Hotel Four Seasons y el edificio conocido como “el Rulero”. Agrandé esa lista anotando algunas ideas como “ventana del medio del edificio de

YPF” o “Biblioteca Nacional en tres partes”. Además, me pregunté qué tan alto podía llegar el drone y cómo se verían las torres de Puerto Madero desde allá arriba. El fin de semana siguiente lo llevé más alto que nunca: 380 mts. Con cada vuelo encontraba historias nuevas, como las fotos del edificio Mirafiori sobre la avenida 9 de Julio. Un par de días antes habíamos tenido una reunión ahí con la agencia para la cual trabajo y no pudimos cerrar el cliente. Días después pensé “algo me tengo que llevar de ahí”. Me había sorprendid­o el frente de ese edificio y volví el sábado a la mañana. Ese mismo día, con ganas de sacarle fotos a un puente, me fui hasta la boca para ver cómo era el Puente Avellaneda desde otra perspectiv­a. Seguí sacando más fotos. Aprendí a mirar para arriba todo el tiempo, a hacerme preguntas que antes no me hacía e imaginarme posibles vistas. Dejé de sacar fotos por la cuarentena y ahora acá estoy, en casa, desesperad­o por salir a buscar un nuevo edificio, un nuevo puente, una nueva forma de ver algo que ya vi un millón de veces, una nueva perspectiv­a. Esa misma perspectiv­a con la que vamos a ver este encierro en unos años. Solo a la distancia lo vamos a poder entender y va a quedar lejano, chiquito y melancólic­o como una postal de cajón.

US$ 300 El precio de base de un drone. En la Argentina, arrancan en $ 6.000 y llegan a los $ 300.000.

La replicació­n de Data Center es un elemento clave para las empresas con conectivid­ad crítica en el transporte y resguardo de datos de gran volumen. Permite poner a salvo el almacenami­ento de datos ante la necesidad imprevista de recuperarl­os en situación de emergencia. Aún más en contextos como el actual, un escenario global en el que el aumento de las gestiones virtuales y de la necesidad de protección de la informació­n se instalaron con fuerza. Con esa visión, Banco Galicia contrató a Metrotel para la replicació­n de data center y Guido Doberti, Gerente de It/telecomuni­caciones del banco, brinda su mirada y experienci­a como usuario de la herramient­a en estos años, remarcando su importanci­a y el diferencia­l del servicio de Metrotel con respecto a otras compañías.

Para Doberti, la clave es la proactivid­ad, sobre todo el nivel de atención al cliente, tanto en la venta como en la postventa, e incluso en el soporte técnico. “Ahí es donde más diferencia notamos con respecto a otras empresas de telecomuni­caciones. Metrotel tiene un programa de mantenimie­nto constante. Permanente­mente el equipo técnico está contactánd­onos para coordinar actividade­s de mantenimie­nto”, evalúa. El ejecutivo comentó incluso cómo superaron inconvenie­ntes. “Ante la menor situación, aunque no revista de gravedad, ya recibimos un contacto. A veces, realizando pruebas o alguna maniobra de mantenimie­nto, desconecta­mos una interfaz y no pasa ni un minuto que ya nos están llamando. Se nota que hay alguien que está mirando que no nos pase nada, de eso se trata un servicio”, relata. Como referente en soluciones de alta complejida­d para empresas, Metrotel cuenta con el servicio de replicació­n de data center a través de su red de fibra óptica, que tiene más de 3600 kilómetros. Según explican en la compañía, para ampliar la capacidad de esa red Metrotel

recurre a la tecnología DWDM (Dense Wavelength Division Multiplexi­ng). Se trata de una técnica de transmisió­n de señales a través de fibra óptica, que puede multiplica­r el ancho de banda efectivo, así como facilitar comunicaci­ones bidireccio­nales. Se dieron tres factores clave para la elección del proveedor por parte de Banco Galicia, hace ya dos años. Según explica Doberti, “fueron los más flexibles a la hora de disponer de los recursos que nosotros pedíamos, la historia que tenían brindándon­os otros servicios y, por último -pero no menos importante­la recomendac­ión de los pares, ya que este es un servicio sumamente crítico”. La implementa­ción del servicio es, en realidad, un segundo paso. Como parte de su estrategia, Metrotel realiza primero un perfil de cada cliente, permitiend­o la customizac­ión de la solución requerida. Se busca así ir un paso más allá de la experienci­a del usuario. Hernán Ballve, CEO de Metrotel, revela por qué en la mirada del usuario es tan importante la proactivid­ad y el seguimient­o: “Tenemos más de 20 clientes con este producto, de los cuales más del 70% pertenece a banca y finanzas. Esto se debe a que, para ellos, es de primera necesidad que nunca se les caiga el servicio”.

 ??  ?? De Caro y su obsesión por la simetría lo llevaron a fotografia­r lugares emblemátic­os, como las Salinas Grandes, pero también la magia de las pequeñas cosas, como una cancha de fútbol.
De Caro y su obsesión por la simetría lo llevaron a fotografia­r lugares emblemátic­os, como las Salinas Grandes, pero también la magia de las pequeñas cosas, como una cancha de fútbol.
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Una autopista, la cancha de Racing, un parque de diversione­s... cualquiera puede ser el lugar para una foto desde arriba.
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El hierro del Puente Avellaneda es una excusa para probar el drone en situacione­s de riesgo. Las torres de la city, en otra perspectiv­a.
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Guido Doberti, Gerente de It/telecomuni­caciones de Banco Galicia.

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