Revolución paralela
Hay otras ideas que ponen ciencia en la comida, aunque por ahora son incipientes: la carne de laboratorio, las huertas inteligentes hogareñas y la comida personalizada. Según Sánchez ya hay desarrollos de “carne celular” que en países como Israel, los EE.UU., y Singapur están comenzando a llegar al mercado. Se trata de avances clave de “agricultura celular” que —según los pronósticos— permiten calcular que, en un lustro, será común comer una hamburguesa de carne cultivada en un laboratorio productivo. Son los mismos tejidos cárnicos de un animal, pero obtenidos a partir de una placa de laboratorio. El primer “demo” de este tipo de carne se presentó en 2013, producida por científicos holandeses y a un costo bastante más alto que una hamburguesa: unos US$ 330.000. Pero la puesta a punto del proceso y su escalabilidad bajó sus costos. Hoy aún no es competitivo con la carne de vaca, pero la carne de laboratorio preserva recursos naturales, contribuye al cuidado ambiental y ahorra sufrimiento animal. Las huertas locales inteligentes se basan en la idea de consumir productos orgánicos, cultivados en cercanía, lo que evita su transporte y el aumento de la “huella de carbono” contaminante. Se trata de algo similar a incubadoras que se instalarían como un electrodoméstico más en la cocina y que en su interior generan un microclima ideal para el cultivo de verdura. Este concepto, muy propio de países europeos, parece lejano de implementar en forma masiva. Pero si es posible pensar en un crecimiento de las huertas urbanas. Según Yasky, en Suecia ya se compran terrenos pequeños de 10 a 15m2 para cultivar productos en las ciudades. Y en Santiago de Chile y en Ciudad de Buenos Aires también hay incipientes huertas urbanas comunitarias. Finalmente para la experta de la UADE, los alimentos “personalizados”, elaborados en forma individual y teniendo en cuenta el perfil genético y de salud del consumidor que los encarga son, en teoría, una posibilidad. “Actualmente esta tendencia no está difundida e implementada, al menos en nuestra región. Por un tema de volúmenes de venta lo veo complejo a menos que sea una empresa de nicho. Por ejemplo, para la alimentación de alguna persona que sufre una patología, como elevado riesgo cardiovascular o con carencia de hierro o síndrome metabólico. Debido a la complejidad del proceso, por ahora pareciera ser algo marginal”.