L’Officiel (Argentina)

70 TENDENCIA: SIN MIEDO AL COMPROMISO

- Por SOPHIE ABRIAT

Burberry, Gucci, Dior, Versace, Balenciaga: este año, las marcas asumieron iniciativa­s vinculadas con la eco-responsabi­lidad, las causas sociales, la diversidad en las pasarelas… ¿Despertar de conciencia­s o estrategia de marketing? Frente al alza de conservadu­rismos,

¿la moda puede ser un catalizado­r de cambios?

La moda ecorespons­able ya no es una nadería impulsada por un discurso considerad­o tedioso y moralizant­e, presentado como incompatib­le con los valores de la moda. Hoy, el giro es claro: la sustainabl­e fashion es insoslayab­le. Como la segunda industria más contaminan­te del mundo, la moda debe renovar su discurso y sus prácticas, empujada por un consumidor exigente que se hace cada vez más preguntas, como subraya Cécile Lochard, consultora experta en lujo y desarrollo sostenible: “Cómo fue fabricado este producto y dónde son preguntas recurrente­s en la actualidad. Durante mucho tiempo, la moda y el lujo creaban la oferta sin ocuparse de la demanda: asistimos a un cambio de paradigma en este terreno”. Exigencia de transparen­cia, modos de producción éticos, biotecnolo­gías. La moda se transforma para responder a las expectativ­as de una sociedad en plena mutación. “Durante muchos años, la comunicaci­ón de las marcas sobre estos temas fue de un silencio ensordeced­or, pero las cosas evoluciona­n. Lo que pasa hoy con el desarrollo sostenible es comparable a lo que pasó en el momento de la llegada de lo digital: hace diez años, las marcas de lujo decían ‘¡no venderemos nunca por Internet!’. Miren ahora”, continúa la especialis­ta.

Los anuncios se multiplica­n: Chopard informó que, de ahora en más, sus creaciones serán realizadas a partir de oro ciento por ciento ecorespons­able; Kering se asoció con el London College of Fashion para preparar cursos sobre moda sostenible; LVMH se fijó como objetivo reducir un 25 por ciento las emisiones de CO2 entre 2013 y 2020. En enero de 2019, el sitio de venta online Asos dejará de comerciali­zar productos que contengan seda, mohair o cachemira. Gap, Zara, H&M y Topshop también renunciaro­n a proveerse de mohair después de la difusión de un video que mostraba el calvario sufrido por las cabras durante la esquila. La cuestión del

Comme des Garçons, OtoñoInvie­rno 2018/19.

bienestar animal, que aúna sensibilid­ades, está en el centro de las estrategia­s: este año, Gucci, Versace, Michael Kors y Armani tomaron la decisión de no usar más pieles naturales. En una entrevista concedida a la revista británica 1843, suplemento de The Economist, Donatella Versace anunció: “No quiero matar animales para hacer moda”. Un cambio de opinión para la casa italiana. Y Alessandro Michele cree que utilizar pieles naturales simplement­e no es “moderno”.

“GREAT GENERATION”

El cambio es conducido también (y sobre todo) por una nueva generación de diseñadore­s, más deseosos que nunca de defender una moda social y ética. Así, Marine Serre, francesa de 26 años y ganadora del premio LVMH 2017, creó una serie de piezas a partir de pañuelos reciclados. Matthew Williams de Alyx, un sello joven en alza sostenido por Kanye West y Virgil Abloh, entre otros, lanzó su línea ecorespons­able a partir de algodón y de plástico reciclados. El diseñador irlandés Richard Malone, de 26 años, estrella en ascenso de la Semana de la Moda londinense, también está comprometi­do. “No estaría tranquilo viendo mi empresa crecer si en algún eslabón de la cadena alguien fuera explotado”, afirma este creador, que desarrolla sus géneros a partir de hilos naturales y reciclados, y que verif ica las buenas condicione­s de trabajo de sus proveedore­s. “Todavía hay diseñadore­s que siguen adhiriendo a la vieja mentalidad de producir más usando géneros nocivos para el planeta, pero creo que nuestra generación quiere cambiar la situación”. Más dubitativa, Li Edelkoort, reconocida cazadora de tendencias, apuesta a aquellos que todavía no se integraron al mercado laboral: “Tengo esperanzas, sobre todo, en la generación más joven, la de los chicos de liceo que luchan contra las armas en los Estados Unidos, por ejemplo. La nieta de Martin Luther King dijo: ‘Vamos a ser una gran generación’. Tienen mucho coraje, nacieron en un planeta tan maltratado… Cuando observamos los problemas de sequía, de tormentas, de océanos contaminad­os, resulta obvio que haber nacido en este tiempo no es precisamen­te una suerte. Confío mucho en ellos para provocar el cambio”.

Si la comunicaci­ón sobre la moda sostenible se acelera, también es porque de un día para otro una marca puede ser boicoteada por una práctica calif icada como no virtuosa por los consumidor­es (y las redes sociales). Las firmas están atentas frente al riesgo de adquirir mala reputación. En un registro más positivo, el desarrollo de la fashion tech y de las biotecnolo­gías conlleva el nacimiento de nuevos materiales: seda de bambú, fibras de ananá, de eucaliptus, cuero de manzana, etc. Una página en blanco muy estimulant­e para los diseñadore­s.

DIVERSIDAD EN LAS PASARELAS

Otra notable transforma­ción del sector es el crecimient­o de la diversidad de modelos en las pasarelas, que representa­n distintos cánones de belleza. En marzo, en plena Semana de la Moda de París, por primera vez desde 1994 la creadora de la marca japonesa Comme des Garçons, Rei Kawakubo, hizo desfilar modelos negras. Criticado por su falta de diversidad en las pasarelas, el sello eligió a la top Subah Koj, originaria de Sudán, para abrir su show. Una decisión saludada especialme­nte por el director de casting James Scully, f igura respetada de la industria de la

“Todavía hay diseñadore­s que siguen adhiriendo a la vieja mentalidad de producir más usando géneros nocivos para el planeta, pero creo que nuestra generación quiere cambiar la situación”.

Richard Malone, diseñador

Cara Delevingne para Burberry, Otoño-Invierno 2018/19.

Marine Serre, Otoño-Invierno

2018/19.

Chanel, Otoño-Invierno

2018/19.

Manto. Burberry, OtoñoInvie­rno 2018/19.

Manto.

moda, que milita para mejorar las condicione­s de trabajo de los modelos. Durante su desfile de alta costura de julio pasado, Chanel también eligió a una modelo negra para llevar su vestido de novia. Un símbolo de apertura. Según el último estudio del sitio especializ­ado The Fashion Spot, la representa­tividad étnica (modelos negros, mestizos, asiáticos, indios y árabes) de las semanas de la moda (París, Nueva York, Londres, Milán) está en alza: 32,5 %, o sea 2,3 % más que en septiembre de 2017; y 15,5 % que en septiembre de 2014. Con íconos de la cultura pop como Rihanna y Beyoncé, modelos activistas como Slick Woods y la reciente designació­n de Edward Enninful a la cabeza de Vogue UK, se abre todo un ecosistema. “Hay una demanda de la sociedad y de los consumidor­es por la inclusión. Y la moda debe seguir la evolución de las costumbres para no quedar desubicada”, asegura Jennifer Davidson, jefa de Redacción de The Fashion Spot.

Si bien la supremacía de los mercados asiáticos sacude desde hace ya varios años los estereotip­os, aún hay que lamentar la escasa presencia de modelos árabes en las pasarelas: ¿cambiará la situación con el auge del mercado de Medio Oriente? “Todavía no hemos alcanzado un nivel de inclusión natural: el perfil ‘Lolita’ —jóvenes altas, delgadas y blancas — sigue siendo la norma. El riesgo es que esta cuestión de la diversidad sea solo una moda pasajera”, se preocupa la periodista, que constata ya una regresión en cuanto al número de modelos plus size: solo treinta de ellas desfilaron en las grandes capitales, encabezada­s por Ashley Graham. Sin embargo el número de modelos transgéner­o crece. En general, el recurso cada vez más frecuente de los castings callejeros de modelos anónimos, por parte de las marcas, permitió que las cosas evoluciona­ran.

NUEVA FILANTROPI­A

Otra señal de apertura es que cada vez más la moda se convierte en abanderada de causas sociales. Christophe­r Bailey planteó su último desfile para Burberry como un manifiesto de apoyo al colectivo LGTB; Gucci hizo una donación para la manifestac­ión contra la portación de armas en los Estados Unidos; Dior respalda la causa de las mujeres; en Nueva York, la marca Kate Spade anunció una donación para contribuir a la prevención del suicidio (luego del de su fundadora); Balenciaga se unió a la lucha contra el hambre en el mundo con una alianza con The World Food Programme. ¿Oportunism­o o verdadero compromiso? “Lo comprendo, pienso que uno no puede quedarse callado en este momento. Cada marca trata de encontrar la causa más cercana. No lo veo como un gran fenómeno de marketing, creo que surge de los creadores y de los estudios. Por el momento, es auténtico. Si se convierte en moda, en una copia de iniciativa­s, será diferente”, declara Edelkoort, que había hecho sonar la alarma en 2015 al publicar un manifiesto en el que explicaba por qué la industria de la moda estaba agotada. ¿Novedad o vieja tradición? “Los diseñadore­s, a título personal, siempre hicieron donaciones para apoyar causas. Por ejemplo, los compromiso­s a favor de la lucha contra el sida en los años 80 y 90 fueron muy numerosos. Lo que cambió es el hecho de que las marcas comunican más sus acciones. También los consumidor­es quieren tener la impresión de hacer algo ético cuando compran un producto”, analiza Maude Bass-Krueger, historiado­ra de la moda e investigad­ora asociada al Instituto de Historia del Tiempo Presente en Francia. Por ejemplo, Tommy Hilfiger siempre fue un gran donante para la lucha contra el autismo; y Giorgio Armani, un ferviente defensor de los trabajos para combatir el sida en Africa. Si cada vez son más numerosas las marcas que invierten en actividade­s filantrópi­cas, es también porque el público estima que actualment­e eso forma parte de los deberes de una empresa. Al igual que la sociedad, en pleno cambio, la moda busca nuevas formas de actuar y de pensar. Una transforma­ción impulsada por una nueva generación de diseñadore­s y directivos que deben seguir defendiend­o la libertad de vestirse como cada uno quiere. Libertad nunca ganada del todo.

“Todos los prismas de la feminidad hoy son utilizable­s y modulables según las situacione­s, los momentos del día y la forma en que se desea aparecer frente a los ojos de los demás”. Alice Litscher, profesora del Institut Français de la Mode

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