78 SOCIEDAD: CUERPOS DESOBEDIENTES
Una de las nuevas batallas es contra la gordofobia. Aceptar la diversidad y resistir el
disciplinamiento médico son algunas de las banderas del activismo XXL.
Cruzás mal una calle y alguien te va a gritar ‘gorda de mierda’. Si comés un alfajor, alguien va a decir: ‘mirá cómo se clava el alfajor la gorda’. Y si es una ensalada: ‘la gorda está haciendo dieta’. Siempre una acción tuya va a generar un comentario horrible”, dice Samanta Alonso al resumir en pocas palabras lo que es la gordofobia. Licenciada en Trabajo Social, modelo y cofundadora de la agencia de modelos Plus Dolls, ella también es activista gorda y milita con sus selfies y posteos contra los estereotipos de belleza y la discriminación de la que son objeto las personas con sobrepe- so. “La dictadura de los cuerpos se va a caer”, firma en uno de ellos acorde a postulados como el #bodypositive, #loveyourself y #orgullogordo de individuos y organizaciones.
“‘Gorda’ es LA palabra. EL insulto. LA herida. Y nos deja sin poder contestar la mayoría de las veces”, manifiesta Laura Contrera, filósofa y abogada, responsable del fanzine Gorda! Zine. Ella es una de las referentes más importantes del activismo local. Sus vivencias, así como las de Nicolás Cuello, profesor de Historia de las Artes Visuales (y que se define como “activista cuir y gordo”), son los argumentos más tangibles en la introducción del libro que compilaron sobre el tema: Cuerpos sin patrones. Resistencias desde las geografías desmesuradas de la carne (Madreselva, 2016). Porque el término “gordo” no alude solamente al peso corporal de alguien, sino que implica muchas otras cosas negativas. Como denuncia Contrera: “Ser gordx es ser fex, indeseable, poco saludable, flojx, amorfx, lentx, algo sin gracia”.
Si bien es un movimiento casi recién llegado a Latinoamérica con la revolución de Internet, la nueva ola feminista y la militancia queer, los inicios del activismo gordo se remontan a Estados Unidos y a la década del 70. Primero a través de la Asociación Nacional para la Promoción y Aceptación de la Gordura y, posteriormente, del grupo Fat Underground, en 1972. Las redes sociales y el ciberespacio trajeron la posibilidad de ampliar la trinchera. “Lo personal es político”, asumieron todos y surgieron decenas de sitios que comenzaron a denun- ciar publicaciones gordofóbicas y a visibilizar la diversidad corporal. Enmarcados en causas como la de Stop Gordofobia o Anybody, bajo consignas de #fatacceptance, cuerpos hasta ahora considerados inmensos y vergonzosos inundaron las redes, se volvieron causa común, y hasta encontraron eco en celebridades como Amy Schumer y Lena Dunham. “El cuerpo lindo, aceptado, es el flaco y esto genera el miedo a ser gordo”, señala Mechi Estruch, miembro de Anybody Argentina.
Dentro del activismo, hay distintas posturas. Las más radicales, como las de Contrera y Cuello, consideran que la positividad corporal y los mensajes de empoderarse clavándose la calza, la mini o la media de red para que salte el rollo no son suficientes. “Si en una prepaga no me aceptan porque mi IMC (Indice de Masa Corporal) define mi estado de salud, o no me contratan en un trabajo porque soy gorda, con mi amor propio no alcanza. El amor propio tiene un límite porque en la calle me violentan y me discriminan igual”, declara Contrera, que junto a Cuello llevan adelante el taller “Hacer la vista gorda”, que en 2018 tuvo lugar por segunda vez en el Encuentro Nacional de Mujeres en Trelew y reunió a más de mil personas intersexuales ¿El objetivo? Establecer un espacio de reflexión orientado a la formación de una conciencia activista en torno a la gordura y a la diversidad corporal, en un contexto que denominan “neoliberalismo magro”. Sobre esto, Cuello sostiene en su libro: “No se trata de discutir con la medici- na la patologización de la gordura sino de empujar una crítica un poco más allá, porque nuestros cuerpos gordos no solo se hacen presentes cuando vamos al médico. Por eso se trata de impulsar una crítica social”.
Por otro lado, organizaciones como Anybody, dependiente de la ONG inglesa Genders Body, acuerdan con el discurso médico hegemónico, pero abogan por la aceptación de la diversidad. En nuestro país, trabajan por la aprobación de una ley de talles nacional que posea una curva de ocho tallas únicas para la cámara de diseñadores. “La ley no nos va a solucionar la vida, pero va a hacer sentir mejor a las generaciones futuras –expresa Estruch–. No es lindo que tus amigas tengan una remera de moda y vos no, porque no hay XXL. Parece muy frívolo, pero no lo es. Body positive intenta erradicar años de bombardeo sobre el cuerpo perfecto. Apostamos
“Si en una prepaga no me aceptan porque mi Indice de Masa Corporal
define mi estado de salud, o no me contratan en un trabajo porque soy gorda, con mi amor propio no alcanza. En la calle me violentan
y me discriminan igual”. Laura Contrera
a que no nos falta nada, estamos bien así como estamos”.
La salida del clóset de las tallas y los cuerpos patrón motivó que –por convicción o solo por marketing– las siluetas plus size llegaran a las tapas de revistas de moda internacional como L´Officiel y desfilaran en las pasarelas de las semanas de la moda en Londres y Nueva York. También alentó cientos de iniciativas individuales como la de Elisabet Delbasto y su #desafioprobador y la realización de series como Gorda, estrenada recientemente en Cablevisión Flow. Producida por la plataforma de contenidos de la Universidad Nacional de Tres de Febrero junto al Incaa, relata la vida de Joy, una joven obesa de 27 años, judía y con un ácido sentido del humor. “¿Qué me voy a poner? Algo negro y que me entre”, dice el personaje inspirado en Tamy Hochman (29), una de sus guionistas y directoras. “Yo sufrí bullying en la escuela. Me llamaban Garfield porque lo único que hacía era comer y dormir. Como también soy actriz, necesito hablar de lo que sé. El producto final está lejos de mi idea original, fue mutando –af irma–, sin embargo las situaciones de discriminación y los prejuicios son similares. Creo que estrenamos en un momento perfecto porque gracias al feminismo hoy luchamos por la igualdad de género, los derechos y las libertades de los cuerpos”.
Tendencia global o cambio cul- tural, vale preguntarse si la industria de la moda –eslabón importante como formadora y repetidora de modelos de belleza– recogerá el guante de la diversidad de cuerpos. Emiliano Mocchiutti, director de Look1, destaca al respecto: “Las agencias de los principales mercados muestran interés por contar con modelos argentinas XL. Hoy, culturalmente, la belleza es mucho más diversa y personal. No dudaría en representar a una chica XL, si apareciera la indicada”. Picky Courtois, reconocido manager y director general de Civiles, es más cauteloso: “Me encantaría decir que es parte de una megatendencia global, donde el objetivo es mostrar estereotipos más saludables, pero mientras las agencias de París sigan exigiendo que una new face esté por debajo de los 89 centímetros de cadera, solo puedo entender la visibilización de las modelos XL como una jugada marketinera (especialmente de EE.UU.). Apenas surgieron las primeras top models XL (Tara Lynn, Candice Huffine, etc.) empezamos un scouting. El desafío me pareció espectacular, pero no había (ni hay) mercado más allá de dos o tres marcas. La cultura que pregona el cuerpo delgado como perfecto ya es old school, innecesaria, alejada de los patrones sociales de belleza saludable y de los valores que las marcas masivas buscan transmitir. Hace años que la moda se nutre de megatendencias para poder sostenerse. No debiera quedarse afuera de esta”.