DESAYUNO CON JULIA CONVERTI
Julia Converti empezó como recepcionista y hoy está al frente de la feria de arte más importante de Argentina. Lo que trae la edición 2019 de arteBA.
Es acaso una de las mujeres más influyentes en la escena del arte de Buenos Aires? Bienvenidos a su búnker, una pequeña oficina en un enorme departamento afrancesado de Barrio Norte, donde todo el año es arteBA (y no apenas los tres o cuatro días que dura en el otoño porteño). Julia Converti marca el paso de otras diez mujeres que trabajan con ella. En la cabecera de su escritorio hay un Diego Gravinese que se incorporó a la colección de la fundación de la feria en los tiempos en que estaba dirigida por Jacobo Fiterman. Julia ya era parte y desde entonces fue coleccionando tarjetas personales hasta esta que ostenta desde hace cinco años, gerenta general. Toda la producción pasa por sus ojos: desde la logística a las relaciones con las galerías internacionales. Es el cerebro y el encanto. Una chica de la Belle Epoque en la aldea digital. Pero no, ella no cree ser alguien influyente. En todo caso, dirá después de tomarse unos segundos para responder: “Estoy en una institución que es muy influyente”. Julia empezó a los 19 años. Y ya pasaron 18.
¿Qué hacías entonces?
Estudiaba Artes Combinadas en el IUNA porque me interesaba todo lo relacionado con la cultura, no estaba tan segura de querer ser artista. Y entré a la fundación como pasante. Me fascinó el trabajo, la gestión. Inventé cualquier cosa para quedarme. En ese momento la feria era muy distinta, mucho más local y entonces no había tanto trabajo anual. Me dijeron que por ahí me llamaban para la siguiente y como la recepcionista estaba embarazada me ofrecí a reemplazarla. Era genial porque yo me vestía muy arty, llegaba con los dedos manchados de hacer grabados y el pelo siempre teñido: eso era lo primero que la gente veía cuando entraba. Y como de todos los que había yo era la única del palo del arte y conocía de materiales, me tocó relacionarme con Pablo Suárez o Marta Minujín, que me tomó como ayudante. Aprendí un montón siendo la recepcionista.
¿Qué te fascinaba tanto?
Creo que en la primera arteBA el gran shock fue ver toda esa abstracción de meses concretada de un día para el otro. Fue como una película. Además, formar parte me
permitía relacionarme con los diferentes actores de la escena: artistas, galeristas, curadores, coleccionistas, espónsors, museos. Pasé por todos los cargos, tuve seis tarjetas distintas. Pero la recepción fue clave, porque ahí pasa todo.
Como el personaje de Gasalla…
Exacto. Aprendés quién es quién y cómo hay que tratarlos.
En los últimos veinte años cambió mucho el mundo de las galerías. ¿arteBA tuvo que mutar para sobrevivir?
Motorizó muchas cosas y fue reflejo de cambios que se fueron dando. Cuando yo entré, se empezó a dar lugar a los espacios más jóvenes. Duplus, Braga Menéndez, Belleza y Felicidad…
¿Ese era tu mundo?
Sí, yo me volví muy Belleza y Felicidad.
Y la feria se volcó cada vez más al arte contemporáneo. ¿Fue por tu impronta?
Fueron decisiones múltiples que hicieron que esta fundación pensara en mí para ser gerenta general siendo muy joven. Es un entramado horizontal, directores y staff trabajamos juntos.
El quejido sempiterno sobre la feria es que los contemporáneos mandan y dejan afuera del mercado a los históricos…
Bueno, sí, había pasado. Pero en los últimos tres, cuatro años, recuperamos el arte moderno, nuestros modernos.
¿Una decisión de mercado? ¿No se sostenía con los contemporáneos?
Absolutamente. Tuvimos que trabajar mucho para que las galerías pusieran esas piezas.
Y con ellas recuperamos un público. Hay que trabajar en todos los frentes: local, internacional, moderno y contemporáneo. Creo que con el tiempo crecimos y eso vino a partir de la decisión de ser una feria internacional con plataforma en Buenos Aires.
Que es un mercado emergente pero que está.
¿Y este año estará?
Yo confío en esta edición. Todos los años nos fue bien. El mercado es reflejo de situaciones coyunturales, pero las ferias son un momento excepcional. Vamos a estar muy enfocados en la relación con las galerías internacionales y vamos a hacer un cambio importante en el diseño del recorrido. Una especie de relanzamiento.
Llegaste a un cargo directivo, ¿sos el contraejemplo de lo que el feminismo le imputa al arte?
Creo que el colectivo de trabajadoras Nosotras Proponemos apunta más a la presencia de las artistas. Yo pienso en eso y también en que la feria tenga una representación federal. La historia tiene que reescribirse, pero eso no va a pasar de un día para el otro. Ya en la última edición las galerías exhibieron más artistas mujeres. Cupo o no cupo, se puso el tema en agenda. Y eso enriquece la escena del arte argentino en la que yo creo.
¿Dirías que está subvalorada en el mundo?
Necesitamos que el precio suba, que esté igualado con otros países de la región. Ayudaría que nuestros modernos tengan mejores precios. Pero hay cosas que cambiaron. No hablemos de Adrián Villar Rojas y
Tomás Saraceno que ya están consagrados, Mariela Scafati y Adriana Minoliti tuvieron mucha visibilidad. Pasan más cosas con artistas argentinos de las que vemos. Mientras, hay que seguir trabajando para incentivar el coleccionismo corporativo y privado.
¿Y qué se queda fuera de arteBA?
Todo lo que no está adentro.
“Confío en esta edición. Vamos a estar muy enfocados en la relación con las galerías internacionales y en hacer un cambio importante en el diseño del recorrido. Una especie de relanzamiento”.
Julia Converti