HECHO EN COREA
Lo primero que mostró fueron las BB cream, esas multifunción capaces de hidratar, unificar, tratar arrugas y proteger de los rayos UVA. Fue entre 1997 y 2002, justo cuando atravesaba una de las peores crisis económicas de su historia y decidió salir a competir con uno de sus productos estrella. Corea del Sur ya era conocida en el mundo no tanto por su tecnología cosmética como por la empatía que había creado gracias al éxito de sus series de televisión. Las celebridades que las protagonizaban se convirtieron entonces en las grandes embajadoras de los productos K-beauty (así se los conoce internacionalmente). La “K” es como la “i” de Apple (iPod, iPhone, iMac, iTunes) que hace que sus propuestas se reconozcan inmediatamente y se beneficien de la asociación automática que se genera en la mente de los consumidores.
Hay que mencionar que la imagen es muy importante para los coreanos y los artículos de belleza son considerados de primera necesidad. La llamada “capital cosmética del mundo” es además el lugar con mayor índice de cirugías estéticas por persona (13,5 de cada mil). Allí hasta las tiendas de los museos venden mascarillas y en el Dongdaemun Design Plaza (DDP para todo el mundo), centro cultural diseñado por Zaha Hadid, hay un stand de Innisfree, una de las marcas K más populares, sin ninguna razón artística para estar ahí.
Como se dice: “La necesidad crea el ingenio”. Y en ese sentido el país asiático desarrolló una industria de avanzada que, debido al alto nivel de exigencia de su sociedad, compite en calidad, innovación y tecnología con las más grandes marcas internacionales. En Corea es muy común que tanto la mujer como el hombre utilicen a diario productos para la piel. A esto se suma el apoyo gubernamental para propiciar incentivos en investigaciones dentro de ese segmento. No es casualidad que hayan inventado las máscaras faciales Sheet Masks, toda una innovación, que actúa mediante un sistema de oclusión para lograr un tratamiento intensivo. Y una más: las firmas número uno del mercado mundial eligen ese país para fabricar sus productos. De hecho, ya circula una recomendación: “El que busca calidad produce en Corea, el que busca precio lo hace en China”.
DE SUR A SUR
“En América Latina, la gran mayoría desconoce el nivel de la industria cosmética coreana –explica el doctor Mateo Pablo Paik, CEO del Grupo Skinfree, la empresa que representa con exclusividad en Argentina las mascarillas Coony y las esponjas Konjac, que ya son un boom con una comunidad en Instagram de más de 46 mil seguidores–. En Asia, Europa y EE.UU., revolucionaron los mercados. Lograron crear y perfeccionar fórmulas, con una investigación constante en laboratorios de última generación y un diseño diferencial. Ya hay grandes firmas observando nuestro mercado y esperando el momento propicio para sorprender”.
Si bien la gran exportación de Corea hacia nuestro país está concentrada en tecnología e industria textil, desde la Oficina Comercial de la Embajada explican: “Estamos en plena expansión de los productos cosméticos coreanos aunque aún sea una pequeña porción (0,29% aproximado del total las importaciones). En Argentina hay 5 o 6 importadores que están enfocados en la parte de cuidados faciales y líneas básicas de la piel, falta que ingrese la parte de maquillaje propiamente dicho”.
No solo es una superpotencia en lo que respecta a tecnología, automóviles y cultura pop. En pocos años sus productos cosméticos se transformaron en reyes del mercado.