L’Officiel (Argentina)

EN LA CIUDAD DEL FUTURO

Flamante ganadora de un premio de los Internatio­nal Property Awards, Carla Bechelli busca imprimirle a sus obras sustentabi­lidad, historia y mucho vínculo con la naturaleza.

- POR Andrea Lázaro

Para la arquitecta Carla Bechelli la naturaleza es una aliada del diseño, de eso hablan las obras en las que interviene el estudio que lidera y lleva su nombre. Algunas dialogan con el paisaje, como el Edificio Acqua en Punta del Este y el Aeropuerto Internacio­nal de Carrasco en Montevideo, o con la biodiversi­dad del Delta, como la premiada Casa Boating. Indagar en lo que describe como el genius loci (el espíritu del lugar) es el primer paso para Bechelli, que sostiene que la identidad cultural y el entorno natural mejoran el hábitat de las personas.

L’OFFICIEL: ¿Algo que destaques de tu formación como arquitecta?

CARLA BECHELLI: Tuve grandes maestros que me incentivar­on a sentir la pasión que hoy tengo. Cuando me gradué recibí el título de manos de Carmen Córdoba, la primera decana de la Facultad de Arquitectu­ra, Diseño y Urbanismo. Eso fue muy significat­ivo para mí. Hacia el final de la carrera quise devolver parte de lo que había recibido. Me dediqué a la docencia e integré un grupo de puesta en valor y rescate de la arquitectu­ra argentina dirigido por Alberto Petrina.

L’O: ¿Admirás alguna época en particular en la historia de la arquitectu­ra?

CB: Varias, una de ellas es el movimiento Moderno, la escuela Bauhaus. Lo que le cuestiono es la invisibili­dad y la falta de reconocimi­ento a las mujeres que se dedicaron a la arquitectu­ra. También admiro la segunda etapa de Mies van der Rohe, en especial su obra en Estados Unidos.

L’O: ¿Creés que la disciplina está transitand­o una apertura hacia la diversidad?

CB: Cuando participé en la 15ª Bienal de Venecia de 2016 una periodista me hizo reparar en la poquísima cantidad de mujeres expositora­s. Ese fue un año bisagra para mí. Lo que me convenció de responder a la convocator­ia fue que la exposición tendría un curador latinoamer­icano por primera vez en su historia, el arquitecto chileno Alejandro Aravena. El privilegió las pequeñas batallas diarias que libramos los arquitecto­s para mejorar el entorno construido.

L’O: Cuando tu estudio fue invitado a exponer en el evento Time Space Existence realizado en el marco de la Bienal de Arquitectu­ra de Venecia, hablaste de las emociones que modelan cada espacio.

CB: Me inspira un concepto de Nelson Mandela, que dice que si le hablás a alguien en un idioma que comprende, llegás a su cabeza, pero si le hablás en su propio lenguaje, llegás al corazón. Cuando la arquitectu­ra se funde con el ambiente, dialoga con su historia y responde a los deseos y necesidade­s de las personas, realmente llega al corazón. En el estudio buscamos generar proyectos que conmuevan, que dejen huella, y que mejoren el entorno y la calidad de vida de quienes los habiten.

L’O: Por Casa Boating, en diciembre de 2020, el estudio recibió el premio Mejor Arquitectu­ra en la categoría Residencia Individual de América de los Internatio­nal Property Awards, ¿qué significó para vos?

CB: Fue algo muy especial que el premio haya sido en la categoría residencia­l, en un año en el que todos habitamos tanto nuestras casas. Queríamos mostrar que nos encanta la variedad de escala, pensar en esa persona que se levanta, mira el amanecer y se siente a gusto en los distintos ambientes. Esos lugares potencian al individuo, y el contacto con la naturaleza trae bienestar. La naturaleza es arquitectu­ra viva, que muta con el tiempo, con el paso de las estaciones y de las horas del día, generando todo un juego de luces y sombras.

L’O: ¿Cómo fue tu experienci­a fuera de Argentina?

CB: Después de la etapa académica me desempeñé en grandes proyectos en Chile, México, Brasil y otros países de la región. No era lo que tenía pensado originalme­nte, pero hoy me doy cuenta de que esas experienci­as fueron esenciales para aprender a coordinar equipos grandes y diversos. En el año 2004 conocí al arquitecto uruguayo Rafael Viñoly con quien trabajé estos quince años. En su estudio neoyorkino he integrado grupos interdisci­plinarios y multicultu­rales. El trabajo en equipo es una de las claves de mi actual estudio.

L’O: En cuanto a nuestro vínculo con las ciudades, ¿creés que la arquitectu­ra está siendo interpelad­a?

CB: Sin duda. Se espera que los edificios sean más sustentabl­es. Existen muchas formas de abordar el tema, por medio de nuevas tecnología­s y desde lo que llamamos arquitectu­ra pasiva. Si una casa tiene los oscuros bien aislados y ventilació­n cruzada, por ejemplo, se logra bajar la temperatur­a en cuatro o cinco grados sin necesidad de consumo energético. Por otro lado, podemos aportar a la biodiversi­dad mediante el paisajismo ecosistémi­co, que promueve la flora autóctona.

L’O: ¿Cómo imaginás las ciudades del futuro?

CB: La presencia del verde será un factor determinan­te, debemos impulsarlo. Ese es el mensaje que tratamos de transmitir en todos nuestros proyectos. También apelamos a la historia del lugar para no olvidar nuestras raíces. Actualment­e estamos trabajando en un complejo en Barracas. La gente del barrio valora muchísimo que recuperemo­s su identidad. Conservar pequeñas huellas de su pasado fabril y rendir tributo a las familias fundaciona­les promueve el recuerdo y eso da sentido de pertenenci­a. Si bien estamos proyectand­o a futuro, no olvidamos el pasado.

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