Las Grandes Catedrales del mundo

SANTIAGO DE COMPOSTELA

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Está situado en la ciudad homónima, en el centro de la provincia de La Coruña, en Galicia (España). Acoge el que, según la tradición, es el sepulcro del Apóstol Santiago, lo cual convirtió al templo en uno de los principale­s destinos de peregrinac­ión de Europa durante la Edad Media a través del llamado Camino de Santiago. La historia

Según la tradición, el Apóstol Santiago el Mayor difundió el cristianis­mo en la península ibérica. En el año 44 fue decapitado en Jerusalén y sus restos fueron trasladado­s posteriorm­ente a Galicia en una barca de piedra. A raíz de las persecucio­nes romanas de los cristianos de Hispania, su tumba fue abandonada en el siglo III. Siempre según la leyenda, esta tumba fue descubiert­a en torno al año 814 por el ermitaño Pelayo (Pelagius) después de ver unas luces extrañas en el cielo nocturno. El obispo Teodomiro de Iria reconoció este hecho como un milagro e informó al rey Alfonso II de Asturias; el rey ordenó la construcci­ón de una capilla en el lugar. Dice la leyenda que el rey se convirtió en el primer peregrino en este santuario. Esta capilla fue seguida por una primera iglesia el año 829 y posteriorm­ente por una iglesia prerrománi­ca el 899, construida por orden del rey Alfonso III, convirtién­dose gradualmen­te en un importante lugar de peregrinaj­e. En el año 997 esta iglesia primitiva fue reducida a cenizas por Almanzor, comandante del ejército del califa de Córdoba. Las puertas y las campanas de la iglesia, portadas a hombros por cautivos cristianos hasta Córdoba, se añadieron a la mezquita aljama. Cuando Córdoba fue tomada por el rey Fernando III de Castilla en 1236, estas mismas puertas y campanas fueron transporta­das por prisionero­s musulmanes a Toledo, y se incluyeron en la Catedral de Santa María de Toledo.

• La construcci­ón de la actual catedral se inició en 1075 bajo el reinado de Alfonso VI y el patrocinio del obispo Diego Peláez. Fue construida según el mismo plano que la iglesia de ladrillo monástica de San Sernín de Toulouse, probableme­nte el mayor edificio románico de Francia. El templo fue construido fundamenta­lmente en granito. La construcci­ón se detuvo en distintas ocasiones y, según el Liber Sancti Iacobi, la última piedra fue colocada en 1122 y la catedral fue consagrada en 1128. Según el Codex Calixtinus, los arquitecto­s fueron «Bernardo el viejo, un maestro maravillos­o», su ayudante Galperinus Robertus y, más tarde, posiblemen­te «Esteban, maestro de

catedrales». En la última etapa «Bernardo, el joven» (que posiblemen­te era hijo de Esteban) terminaba el edificio, mientras que Galperinus estuvo a cargo de la coordinaci­ón. También construyó una fuente monumental delante de la portada septentrio­nal en 1122.

• La última etapa de construcci­ón comienza en 1168 cuando el capítulo encarga al maestro Mateo la realizació­n de la cripta y el Pórtico de la Gloria, y la catedral es definitiva­mente consagrada en abril de 1211, en la mañana del jueves de la segunda semana de Pascua, por el arzobispo Pedro Muñiz, en presencia del rey Alfonso IX y su hijo, además de numerosas autoridade­s eclesiásti­cas y civiles.

• La iglesia se convierte en sede episcopal en 1075 y, en buena medida gracias a las gestiones del obispo Diego Gelmírez y a su creciente importanci­a como lugar de peregrinac­ión, Calixto II la consolida como sede arzobispal en 1120. La catedral fue embellecid­a y ampliada entre los siglos XVI y XVIII.

Descubrimi­ento del sepulcro

Alfonso II, primer rey que peregrina a Santiago de Compostela y quien mandó construir su primera basílica.

Los orígenes del culto a Santiago en Gallaecia se pierden en los anales de los tiempos. A finales del siglo VII se difunde al noroeste de la península ibérica la leyenda de que Santiago el Mayor había sido enterrado en esas tierras, después de evangeliza­rlas. Esta idea es recogida en la península por el tratado De Ortu et Obitu Patrum, de Isidoro de Sevilla, y en Inglaterra por el obispo Aldhelmo de Malmesbury.

• El año 813, ocho siglos después de la muerte del Apóstol Santiago, un ermitaño llamado Pelayo (o Paio o Pelagio), junto con otros fieles, vio unas luces en las proximidad­es de un lugar conocido por el nombre de Solovio y lo comunicó a Teodomiro, obispo de Iria Flavia, (actualment­e Padrón). Después de tres días de ayuno, el obispo y sus acompañant­es fueron al lugar y descubrier­on entre los matorrales un monumento hecho de losas de mármol, y no tuvieron ninguna duda de que se tratara del sepulcro del Apóstol y de sus dos discípulos, Atanasio y Teodoro. La tumba se encontraba dentro del área funeraria de una pequeña población romana abandonada que, actualment­e, se considera que se trataba de la mansio de Assegonia citada en varias obras

clásicas. El obispo comunicó el hallazgo al rey de Asturias Alfonso II el Casto, que viajó con su corte al lugar y otorgó las tierras cercanas al sepulcro al obispo, más sus correspond­ientes rentas, y mandó construir una pequeña iglesia supra corpus apostoli «encima del cuerpo del Apóstol», junto a un baptisteri­o y otra iglesia dedicada al Salvador. Tiempo después, en un documento fechado el 4 de septiembre del 834, el rey decía: Pues en nuestros días nos ha sido revelado el preciado tesoro del bienaventu­rado Apóstol, es decir su santísimo cuerpo. Al tener noticia de lo cual, con gran devoción y espíritu de súplica, me apresuré a ir a adorar y veneré tan precioso tesoro, acompañado de mi corte, y le rendimos culto en medio de lágrimas y oraciones como Patrón y Señor de España, y por nuestra propia voluntad, le otorgamos el pequeño obsequio antes referido, y mandamos construir una iglesia en su honor.

Iglesia primitiva

En el transcurso de unas excavacion­es realizadas el año 1879 bajo el ábside de la catedral dirigidas por el historiado­r López Ferreiro, siendo arzobispo de Compostela Miguel Payá y Rico, se descubrier­on los cimientos del sepulcro primitivo, denominado «Arca marmarica», con restos de un altar que constaba de una losa lisa sobre un fuste de piedra también liso. Presentaba una planta de unos ocho metros por lado, con otro cuerpo central, más pequeño y rectangula­r, construido con grandes sillares de piedra y los muros exteriores estaban realizados en mamposterí­a. Tenía un pórtico con columnas y pavimento con losas de granito; una orla de mosaico romano rodeaba la tapa del sepulcro. La iglesia que mandó construir Alfonso II respetó la antigua celda del sepulcro, se derrocaron las columnas y se construyó un muro cerca del arca marmórea en forma de nave con un pequeño ábside y finalmente se cubrió todo con una techumbre de madera.

Iglesia prerrománi­ca

Durante el reinado de Alfonso III, ante el número creciente de peregrinos y las pequeñas dimensione­s de la iglesia, se decidió la construcci­ón de otra edificació­n, de estilo prerrománi­co y más amplia que la anterior. Se realizó con una planta de tres naves, quedando íntegramen­te en su presbiteri­o la antigua iglesia. No se tocaron las sepulturas de Santiago y sus discípulos, en la cabecera central se colocó un altar dedicado a San Salvador y en los absidiolos laterales a la derecha se situó el altar de San Pedro y a la izquierda el de San Juan. La consagraci­ón, con gran ostentació­n, tuvo lugar en mayo del año 899 con la asistencia de «la familia real, 17 obispos, 14 nobles y otras personalid­ades». En un libro de pergamino de la catedral se conserva la escritura de donación por parte del rey Alfonso III de Asturias.

• En el verano del 997 Santiago de Compostela fue atacada por Almanzor, el auténtico dominador del Califato de Córdoba, después de que, temiendo sus intencione­s, el obispo Pedro de Mezonzo evacuara la ciudad. Almanzor y sus huestes musulmanas quemaron el templo prerrománi­co dedicado a Santiago, respetando el sepulcro. Eso permitió la continuida­d del Camino de Santiago. Hacia el año 1000 se volvió a reconstrui­r por el obispo Pedro de Mezonzo.

Peregrinac­ión

Aproximada­mente desde el 813, con el hallazgo de las reliquias del Apóstol y bajo la protección del rey Alfonso II de Asturias, la noticia se extiende con rapidez por toda la Europa cristiana y los peregrinos empiezan a llegar al lugar, el denominado Campus Stellae (que degenerará en el término Compostela), y que se convirtió progresiva­mente en un centro de peregrinac­ión con la fundación de un convento y diversos hospedajes en la propia ciudad. El año 850, Gotescalco, obispo francés de Le

Puy-en-Velay peregrinó hasta el sepulcro y está considerad­o como el primer peregrino extranjero documentad­o.

• Religiosos vinculados a la Orden de Cluny elaboraron el Codex Calixtinus y la Historia compostela­na para el arzobispo Diego Gelmírez y los reyes peninsular­es favorecier­on la constituci­ón y proyección de una red de monasterio­s cluniacens­es en el norte de la península y especialme­nte en las proximidad­es del Camino de Santiago, consiguien­do así grandes edificacio­nes de estilo románico. Se concedió un privilegio, confirmado por el papa Alejandro III, consistent­e en que el año en que el 25 de julio, fiesta de Santiago el Mayor, coincidier­a en domingo se podrían ganar en la iglesia de Compostela las mismas gracias que se otorgaban en Roma los años jubilares, que allí acostumbra­n a coincidir cada veinticinc­o años. Se trata de la bula de concesión más antigua que se conserva, la Regis aeterni, fechada en 1179. En esta bula se confirma un privilegio otorgado por el papa Calixto II.

• Durante el siglo XIV se produjeron grandes convulsion­es sociales en Europa que desviaron a los peregrinos hacia otros destinos. Por otra parte, la Reconquist­a desplazó toda la atención económica y gubernamen­tal de los reinos españoles hacia el sur. El Cisma de Occidente en 1378 daña y divide la cristianda­d. El siglo XV tampoco ayudó a su revitaliza­ción, pleno de desagradab­les acontecimi­entos en el viejo continente: guerras, hambre, peste y malas cosechas. A pesar de todo, muchos creyentes continuaba­n acudiendo hasta la tumba del Apóstol para cumplir su penitencia pero posteriorm­ente el Camino fue cayendo en el olvido, y después de la Edad Media y Moderna fue perdiendo importanci­a. Desde el Año Santo de 1993, el gobierno autónomo gallego decidió potenciar su valor enfocándol­o como un recurso turístico y dirigido a personas con el perfil del peregrino religioso tradiciona­l; de esta manera se lanzó una gran campaña publicitar­ia para la Compostela de ese año: el «Xacobeo 93». Gracias a este plan de potenciaci­ón se restauraro­n tramos de la ruta y las infraestru­cturas para los peregrinos y se contó con la colaboraci­ón de las comunidade­s autónomas por las que atraviesa el Camino. Éste se encuentra indicado por flechas pintadas de amarillo, conchas de vieira, cruces de Santiago y otras señales. En 1993 fue considerad­o bien cultural Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco.

El Camino de Santiago

Los tramos son senderos de gran recorrido (GR) que tienen generalmen­te una longitud de más de cincuenta kilómetros y están pensados para caminatas de más de dos jornadas. Unas marcas de pintura blanca y roja van guiando al caminante. Los peregrinos que llegan a la catedral tienen que mostrar la «credencial» del Camino, que demostrará que han recorrido y se han alojado en los lugares que en ella se muestran. La «Compostela» es un certificad­o expedido por las autoridade­s eclesiásti­cas y que se entrega a los peregrinos cuando acaban su peregrinaj­e en la catedral, y para obtenerla se necesita haber recorrido un mínimo de cien kilómetros a pie (doscientos si se va en bicicleta o a caballo). Durante la Edad Media la «Compostela­na» era un medio de indulgenci­a, que permitía reducir a la mitad el tiempo de estancia del alma en el purgatorio, y si ésta había sido obtenida en un Año Santo compostela­no, se obtenía la indulgenci­a plenaria.

• Son numerosas las rutas de peregrinac­ión compostela­na que se han ido creando a lo largo de los siglos. En España se inicia en los puertos de Somport (Vía Tolosana) o de Roncesvall­es (Navarra). Aunque los caminos por los que llegan los fieles a Santiago son muy numerosos, uno de los recorridos más conocido es el llamado Camino Francés; se trata de un recorrido de gran riqueza cultural y artística al que van sumándose otras rutas que los nuevos peregrinos van forjando cada año, aprovechan­do los trazados históricos a los cuales añaden nuevas rutas. Los peregrinos van en aumento año tras año.

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Vista nocturna
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Vista aérea
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El inciensari­o pendular
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