LA NACION

La transparen­cia sobre la salud, una estrategia con réditos políticos

- Nina Negrón

El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, sometido ayer a una cirugía para extraerle un tumor de la próstata, decidió hacer pública su enfermedad al levantar la confidenci­alidad de su historia clínica, una actitud que los expertos creen que le traerá réditos políticos.

Santos, de 61 años, es el quinto gobernante o ex gobernante latinoamer­icano enfermo de cáncer en los últimos años.

El presidente anunció sorpresiva­mente la intervenci­ón la noche del lunes desde la sede de gobierno, donde estuvo acompañado por su esposa, María Clemencia Rodríguez, y su urólogo, Felipe Gómez. Desde allí, el jefe del Estado colombiano, que en pocos días iniciará cruciales negociacio­nes de paz con las FARC, envió varios mensajes.

El primero de ellos fue que su caso no reviste mayor gravedad y, para reforzar esa idea, viajó a Lima a la III Cumbre de América del Sur y Países Árabes, donde pasó toda la jornada de anteayer. El segundo, de confianza hacia la medicina de su país, al decidir que la cirugía se realice en Bogotá y no en el exterior.

“Santos se mostró como un presidente transparen­te y moderno. Al anunciar el tumor que padece acabó con los rumores antes de que empezaran, en una actitud muy diferente a la que se ha manejado en otras partes”, dijo Darío Vargas, presidente de la empresa colombiana de manejo de opinión Datis Comunicaci­ones.

En los años recientes, también fueron afectados por el cáncer Dilma Rousseff, en 2009, antes de asumir la presidenci­a de Brasil; el paraguayo Fernando Lugo, en 2010, y el venezolano Hugo Chávez, entre 2011 y 2012. El brasileño Luiz Inacio Lula da Silva en 2011, después de haber entregado el gobierno.

La presidenta argentina, Cristina Kirchner, anunció a fines de 2011 que padecía un cáncer de tiroides, pero finalmente el diagnóstic­o resultó errado.

La enfermedad y el tratamient­o de Rousseff, Lula y Lugo en el Hospital Sirio Libanés de San Pablo fue hecho público y periódicam­ente divulgado por los médicos.

En cambio, Chávez, operado dos veces en Cuba –en 2011 y 2012–, donde también recibió tratamient­o de quimiotera­pia y radioterap­ia, se reservó la informació­n sobre la enfermedad, de la que se dice curado pese a que nunca explicó exactament­e dónde lo afectaba ni cuál sería su gravedad.

“En Venezuela dejaron que los rumores volaran, al punto de que hoy muchos dudan de que el presidente Chávez haya estado realmente enfermo”, señaló Vargas.

Para el politólogo David Fleischer, de la Universida­d de Brasilia, “ser transparen­te y anunciar públicamen­te que el líder político está enfermo es el mejor camino”.

“La transparen­cia aumenta la simpatía popular con el enfermo. En el caso de Rousseff, ayudó a forjar la imagen de una mujer fuerte que enfrenta los problemas”, dijo Fleischer.

Pero cómo se trata cada caso es hasta ahora una decisión personal de los gobernante­s, al no haber legislació­n al respecto, por lo menos en América latina.

“Lo que han hecho estos presidente­s es sentar tradición de cómo se actúa. No hay reglas claras, sino ejemplos”, dijo el politólogo e historiado­r colombiano Juan Esteban Ugarriza.

“Aunque lo que hizo Santos es transparen­te en la forma, en el fondo la ciudadanía no tiene cómo exigir informació­n y no sabemos si en caso de una afección más grave se habría tenido la misma transparen­cia”, indicó Ugarriza.

El experto consideró que “la salud de los funcionari­os debe ser reconocida por ley como un asunto de interés público”.

En ese sentido, Vargas evocó que en Estados Unidos, por ejemplo, el presidente entrega a los medios su informe médico anual.ß

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