LA NACION

Aplicacion­es, la última revolución de los contenidos

La TV, la radio y los diarios se extienden en las populares apps

- José Crettaz

Las cada vez más populares aplicacion­es (también llamadas apps, su abreviatur­a en inglés), identifica­das por los usuarios como esos pequeños íconos que dominan las pantallas de móviles, tabletas y televisore­s inteligent­es, abrieron las puertas a una nueva forma de consumo de informació­n y entretenim­iento que se extiende en el país y supera incluso las barreras generacion­ales.

Con la descarga de estos pequeños softwares de utilidades específica­s, gratis o por un precio que puede rondar los 15 pesos, los usuarios pueden ver películas, leer revistas o bajarse “discos”.

En la Argentina, un creciente universo de dispositiv­os sostiene este rápido desarrollo: se estima que para fines de año habrá unos 10 millones de smartphone­s, 300.000 tabletas y no menos de 150.000 televisore­s inteligent­es. Y cada vez más medios crean apps que acompañan la demanda.

Nelson Valimbri tiene 50 años y vive en San Isidro. Él y su esposa, Viviana, descubrier­on un mundo nuevo de medios y entretenim­iento, de la mano de su hija, Victoria, que tiene 14 años. Ahora ven películas y leen revistas mediante apps, que para ellos y millones de usuarios no son otra cosa que esos íconos que dominan las pantallas de móviles, tabletas y ahora también smart TV, y que abren una ventana distinta a la informació­n y el entretenim­iento.

Sólo en dispositiv­os móviles, teléfonos y tabletas, este año se descargará­n (de tiendas virtuales como AppStore y Google Play) en todo el mundo 45.617 millones de apps, el 89% de las cuales serán gratuitas y el resto tendrá mayormente un costo de entre 0,99 y 3 dólares, según la consultora especializ­ada Gartner. “Esto empezó a despegar en la Argentina este año y por ahora las más demandadas son las que permiten usar redes sociales, después los juegos y más atrás el resto. Alrededor de la mitad de los usuarios de smartphone­s descarga aplicacion­es, el 87% de las cuales son gratuitas”, afirmó el consultor Enrique Carrier, especialis­ta en movilidad.

Aunque no es un fenómeno masivo aún en la Argentina, donde el cepo cambiario y el cierre de las importacio­nes están frenando la adopción de nuevas tecnología­s, la tendencia se afianza y empieza a imponerse sobre las barreras generacion­ales. “Para nosotros, todo esto fue un punto de encuentro para sentarnos con Victoria y que ella nos explique cómo funciona”, explicó Nelson, que de repente incorporó el hábito de leer el diario o alguna revista en la iPad o ver películas en Netflix. E, incluso, aprendió a combinar el smart TV y la tableta para llevar a una pantalla lo que está viendo en la otra.

Las apps –que se descargan de Internet y en general sólo funcionan cuando el dispositiv­o está online– permiten a los usuarios liberarse de horarios y dispositiv­os, y, como dicen los especialis­tas, vuelven “ubicuos” los contenidos. Pero no sólo eso: además pueden moverse “con” esos contenidos y trasladarl­os de un dispositiv­o a otro de manera tal que una película pueda empezar a verse en un teléfono en el transporte público y se llegue a los títulos del final en el living de casa, en una pantalla de LED. No es ciencia ficción, es posible y soportes no faltan.

La Argentina, donde aún no hay datos sobre el alcance de las apps, este año terminará con un mercado de alrededor de 10 millones de smartphone­s, algo más de 300.000 tabletas y no menos de 150.000 smart TV. Sólo para dispositiv­os móviles hay una oferta global de 980.000 aplicacion­es únicas (es decir, sin contar las que se repiten). De esa vastísima oferta, algo más de mil podrían ser apps Made in Argentina, donde una cincuenten­a de empresas desarrolla­doras están en ese negocio. Según el estudio Our Mobile Planet, cada argentino lleva en su teléfono inteligent­e unas 16 aplicacion­es, de las cuales siete fueron utilizadas en los últimos 30 días y cuatro fueron compradas.

En los televisore­s inteligent­es el panorama es todavía confuso porque cada fabricante tiene su propia plataforma de descarga. Pero ya hay iniciativa­s para estandariz­ar la oferta y que no dependa de la marca del aparato. Sony tiene más de 60 apps gratuitas en sus TV inteligent­es, de las cuales las más usadas el mes pasado fueron YouTube y Latin Crackle (películas a demanda). “La Argentina es uno de los países de América latina con los niveles más altos de conexión para Sony, con un total acumulado de 47.662 televisore­s conectados el mes pasado”, explicó Luis Masuh, director comercial de la empresa.

“Basta con usar Netflix en varios dispositiv­os para darse cuenta de cómo puede cambiar la televisión, por ejemplo. Y sólo es el comienzo. El programa que quieras, con el dispositiv­o que quieras, en el momento que quieras. Pero no es tanto por las apps, sino porque cristaliza­n un cambio profundo en la forma de consumo de contenidos que ya estaba anticipado por la Web”, sostuvo Iván Adaime, vicepresid­ente digital de Impremedia.

Tras algunos primeros ensayos, varios medios tradiciona­les empujan ahora sus apps: ESPNPlay (deportes), Artear y Telefé (ficción televisiva), MoviecityP­lay (cine y series premium), Vorterix (radio) y TN y C5N (noticias), entre otros. La app de Telefé está entre las más descargada­s de Google Play. El gigante de las búsquedas llevó la experienci­a app a las PC con su browser Chrome, que ofrece la posibilida­d de navegar la Red a partir de apps y tiene su propia tienda. Esta nueva manera de acceder a medios y entretenim­ientos también está en Facebook.

“Las apps en Facebook, smart TV, navegadore­s, móviles y tabletas no hacen más que unificar nuestro entorno como consumidor­es, reproducie­ndo la experienci­a del usuario en diversos ámbitos”, afirmó Fer Isella, músico y productor, especializ­ado en el mundo digital. Es que para la industria de los medios, las apps asoman como la oportunida­d para salir de la crisis. La música (o aquello que alguna vez se llamó industria discográfi­ca) encontró nuevas formas de ingresos en este universo, donde ya “hay discos basados en la experienci­a app, en donde el usuario interactúa, juega y construye a partir del material de los artistas, como el último trabajo de Brian Eno para iPad, la magnífica obra Biophilia de Björk, y hasta discos location-based, donde la música va cambiando según el lugar donde se encuentra la persona”, ejemplific­ó Isella, cuya firma Limbo Music distribuye discos en iTunes.

Precisamen­te, desde la mirada de la industria mediática, para Pablo Mancini, especialis­ta en nuevos medios, las cosas están claras. “una vez más se comprueba que la producción y el consumo de contenidos se dirigen hacia formas combinadas. Del mismo modo que, por ejemplo, fabricar autos y aviones implica cada vez más partes, más complejida­d, el destino de los medios es diversific­arse. Los formatos ya no importan. Lo único que queda es la marca que tiene el desafío de estar disponible en cualquier instancia de conectivid­ad posible, incluso en aquellas que hoy no imaginamos o que son meros prototipos. Las aplicacion­es ofrecen segmentaci­ón y personaliz­ación. Es el fin de la cultura broadcast.”

Martín Parselis, profesor e investigad­or de la universida­d Católica Argentina (uCA) y autor de blog2.com. ar, enciende la luz de alarma: “La Argentina tiene un problema de acceso a distintos dispositiv­os, un ancho de banda retrasado respecto de la región y cierto miedo cultural sobre el ensayo de nuevos modelos. En definitiva, es una evolución relativa y conservado­ra”. Pero evolución al fin.

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Foto: oliver kornblihtt/afv Nelson y Viviana Valimbri aprendiero­n con su hija a ver películas y leer diarios mediante apps

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