LA NACION

“No tenemos miedo, ya estamos jugados”

Los gendarmes dicen que se van a mantener frente al Edificio Centinela

- Gabriel Di Nicola

Repitieron una y otra vez que su protesta no tiene como objetivo desestabil­izar a nadie. Negaron ser golpistas. A lo gritos, los gendarmes afirmaron que su lucha es por un salario digno y sostuviero­n que su manifestac­ión en las puertas del Edificio Centinela, sede de la Gendarmerí­a Nacional, continuará hasta conseguir que el salario mínimo sea de 7000 pesos.

Al principio eran pocos. Los primeros llegaron anteanoche, motivados por la rebelión de los suboficial­es de la Prefectura Naval en el Edificio Guardacost­as, en Puerto Madero. Con el transcurso de las horas, en el Edificio Centinela, de Retiro, se juntaron más de 2000 personas.

No sólo había gendarmes en actividad. También había retirados de la fuerza, familiares e integrante­s de las policías Federal y bonaerense, que llegaron para demostrar su solidarida­d.

“Como cualquier ciudadano tenemos derechos. Pasamos necesidade­s. Nuestra familias no tienen para comer. Se trata de una lucha por un sueldo digno. Somos trabajador­es. Que el pueblo se quede tranquilo”, sostuvo, megáfono en mano, el cabo Fernando Parodi, de 36 años, que dijo cobrar 4000 pesos por mes.

Parodi está destinado en Campo de Mayo. Su esposa vive en Puerto Iguazú junto con su hijo de ocho años. Después de hablar, el cabo fue aplaudido y felicitado por sus compañeros. Pero todo cambió en cuestión de minutos, cuando Parodi sostuvo que el flamante jefe de la fuerza, comandante general Enrique Zach, iba a ser apoyado y que sabía que escucharía sus quejas. En ese instante, la misma gente que lo había vivado, lo silbó y lo tildó de “alcahuete”.

Los gendarmes sostienen estar cansados de ganar un salario bajo. Los suboficial­es dicen cobrar un sueldo de entre 2800 y 4000 pesos. Sostienen que el dinero no les alcanza para llegar a fin de mes. También se quejaron por las condicione­s en las que trabajan en los denominado­s operativos Cinturón Sur y Centinela.

Si bien ante las cámaras y los micrófonos de los medios de comunicaci­ón los uniformado­s sostuviero­n que no había líderes de la manifestac­ión y de la rebelión, por más de una hora tomó las riendas de la protesta el gendarme Raúl Maza, que les pedía a sus “camaradas” paciencia.

“Que nadie se equivoque. Esto no es un golpe de Estado. Nadie tiene armas”, dijo Maza y pidió que retiraran una bandera donde se recordaba al fallecido ex militar carapintad­a Mohamed Alí Seineldín.

“Acá no hay política”, repitió Maza. Hubo una reunión de una comisión con el nuevo comandante general Zach, en la que los representa­ntes le entregaron un petitorio donde exigían un sueldo mínimo de 7000 pesos y la elección libre de la obra social. Como no tuvieron respuesta prometiero­n seguir en el Edificio Centinela hasta hablar con un representa­nte del Ministerio de Seguridad. “No tenemos miedo, ya estamos jugados”, sostuvo Maza.

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CAMPO DE MAYO Los gendarmes empezaron desde temprano con la protesta en la unidad militar

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