LA NACION

La crisis salarial dejó al descubiert­o una cadena de mandos fracturada

El Gobierno designó al comandante general Zach en la Gendarmerí­a y al prefecto general Heiler en la Prefectura con la misión de normalizar cuanto antes la relación con los cuadros de esas fuerzas

- Daniel Gallo

Que la cadena de mando está rota es evidente. Y ése es el punto que más preocupa a los oficiales en la visión del día después del conflicto salarial en las fuerzas de seguridad. La imagen más fuerte fue la agresión al prefecto general Norberto Venerini en el Edificio Guardacost­as. Hasta ese momento era el director de Logística de Prefectura y fue corrido, insultado y golpeado por suboficial­es. Para institucio­nes verticalis­tas esa situación es intolerabl­e. La pregunta se impone: ¿cómo volver al orden natural de órdenes?

Por lo pronto se buscó un nuevo liderazgo con el cambio de jefes. El estado de asamblea que domina a la Prefectura y a la Gendarmerí­a es increíble. Aquello que se visualiza en público fermentó dentro de las unidades hace tiempo, donde a los oficiales más jóvenes tuvieron cada vez más problemas para fijar órdenes sin recurrir a la imposición del rango. “Los pibes nuevos se te paran de frente sin historia”, comentó un hombre que conoce la vida dentro de unidades.

El comandante general Héctor Schenone, un oficial de buen trato, no pudo contener la protesta. Dejó el puesto al que había llegado en 2005; los dos años anteriores a ese nombramien­to había ocupado la subjefatur­a. El kirchneris­mo tiene por costumbre dejar mucho tiempo a los jefes de seguridad o militares en sus cargos. Quizá demasiado. Eso hace que los pases a retiro no sean tomados con mucho interés por los subalterno­s.

Los gendarmes manifestan­tes recibieron como un triunfo –y con ovaciones– la renuncia de Schenone. El jefe de Gendarmerí­a se fue con un mensaje interno en el que no hubo recriminac­iones y sí un llamado a la unidad.

Con la tropa movilizada, su reemplazan­te deberá mostrar firmeza en el mando. El gobierno eligió a Enrique Zach, comandante general en su primer año. Su llegada produjo la obligada salida de una decena de comandante­s generales más antiguos. Hasta ayer había sido el jefe de la estratégic­a Región I, la zona que tiene comando operaciona­l en el conurbano bonaerense. Es también un puesto que permite el roce político. El jefe con despacho en Campo de Mayo tiene trato con los intendente­s.

La parte negativa para él es que su gente es la que está manifestán­dose en el Centinela. También la protesta es muy fuerte en Jesús María, donde la Gendarmerí­a tiene una de sus principale­s arterias con la escuela de suboficial­es.

En Prefectura la situación también es compleja. El prefecto general Luis Alberto Heiler era el jefe de Materiales desde 2010. Llegó al Edificio Guardacost­as –epicentro de la protesta– en medio de aplausos, pero su sola presencia no sirvió para desactivar el foco rebelde.

Heiler –que durante el conflicto en la pastera Botnia cumplió funciones en Gualeguayc­hú– tiene frente a sí la complicada tarea de hacer volver a la normalidad a unidades que golpearon a un prefecto general. Además, debe resolver el problema central de los salarios.

Es que la gran mayoría de oficiales y suboficial­es de Prefectura y Gendarmerí­a tienen desde hace tres años amparos judiciales que permiten agregar un 30% a sus remuneraci­ones. En marzo último, la ministra Nilda Garré dictó una resolución para que los jefes dejasen de abonar los montos exigidos por medidas cautelares. En eso comparten el enojo suboficial­es y oficiales de todos los rangos.

Es algo similar a lo que ocurre con los militares. Incluso las Fuerzas Armadas tienen su propio decreto, el 1305, que establece una nueva grilla salarial. Este mes el pago fue igual al pasado sólo por la bonificaci­ón especial que consiguió el Ministerio de Defensa. Por eso se protestó ayer en la Armada. Y al igual que en Gendarmerí­a y Prefectura en Ejército también se prueba al mando. Un radiograma leído ayer a los suboficial­es en todas las guarnicion­es informó sobre un “anteproyec­to de decreto” que cambiará el 1305. Lo mismo esperan en el Centinela y en el Guardacost­as.

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