LA NACION

El mal clima se extiende a las Fuerzas Armadas

Suboficial­es de la Marina protestaro­n y en las otras fuerzas avanza el malestar

- Mariano de Vedia

Protestas y abucheos en la Armada. Gestos de solidarida­d y parálisis en algunas unidades de la Fuerza Aérea. Intenso trabajo de contención en el Ejército para evitar que la mecha se expandiera. Así repercutie­ron ayer en el personal militar los reclamos y la tensión que la Prefectura y la Gendarmerí­a habían instalado en las calles el día anterior.

Unos 150 suboficial­es de la Armada se acuartelar­on frente al Edificio Libertad, en Retiro, y no aceptaron las explicacio­nes del jefe de la Armada, almirante Carlos Alberto Paz, quien debió hacer frente a silbidos que partieron de sus subordinad­os. “Con $6000 no me alcanza para alquiler, viáticos y comidas. ¿Usted puede vivir con esa plata?”, increpó un marinero al subjefe de la fuerza, vicealmira­nte Daniel Martín. Hubo, además, protestas en Puerto Belgrano.

En la Fuerza Aérea, la procesión fue por dentro. La visita de autoridade­s de la aeronáutic­a uruguaya fue la excusa para restringir el acceso al edificio Cóndor y desalentar posibles exterioriz­aciones de descontent­o. Suboficial­es vestidos de civil concurrier­on a la protesta de la Armada para expresar su solidarida­d. En la Escuela de Aviación Militar de Córdoba, algunos efectivos estuvieron a punto de cortar la avenida Fuerza Aérea.

En el Ejército se enviaron mensajes a todas las unidades para insistir en que se trabaja para evitar que nadie cobre menos que el mes anterior. “Si ocurren casos serán resueltos con planillas complement­arias”, se prometió, para llevar tranquilid­ad. Así y todo, nadie garantizab­a que no surjan reclamos en las próximas horas si el conflicto no se resuelve.

El decreto 1305/12 contempla mecanismos para entregar sumas fijas transitori­as a quienes cobren menos por la recomposic­ión. Pero esos pagos son a cuenta de futuros aumentos, por lo que quedarían al margen de sucesivas actualizac­iones.

Los favorecido­s con aumentos, producto del blanqueo, también están inquietos, porque empezaron a aplicarles descuentos por el impuesto a las ganancias.

En ámbitos castrenses se advertía ayer que el decreto no terminaba con las distorsion­es, ya que varios oficiales y suboficial­es cobrarían menos que sus colegas del grado inmediatam­ente inferior porque no todos recibirán los nuevos suplemento­s por responsabi­lidad jerárquica y por administra­ción de material. Ello afectaría a unos 8000 militares.

Varios coincidían, de todos modos, en que la mayor pérdida no será económica. “Lo más difícil será restituir la cadena de mandos y la confianza quebrada entre autoridade­s y subordinad­os”, señaló, preocupado, un oficial. A su lado, un compañero suyo atribuyó todos los desaguisad­os a errores cometidos en el decreto. “El Gobierno no va a reconocer los errores. Nosotros no esperamos que los reconozcan, pero sí que los corrijan”, rogó, con la mirada al cielo.

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