LA NACION

Una sucesión de errores legales

Varios fallos, decretos presidenci­ales y la liquidació­n de salarios provocaron malhumor

- Adrián Ventura

Los abogados que patrocinan los reclamos judiciales de los miembros de las fuerzas de seguridad por reajustes de haberes advierten que en los últimos meses hubo varios datos que permitían prever que estaba a punto de estallar.

“Hubo una cadena de errores y desacierto­s. El fallo Zanotti de la Corte; dos decretos del Ejecutivo que dicen algo distinto a lo que estableció la Corte, y una liquidació­n de haberes mal ejecutada. Lo que ocurre ahora es un desenlace que se pudo haber evitado”, explicó uno de los abogados que patrocinan esos reclamos.

En los últimos años –como viene ocurriendo desde hace más de 20– llegaron al alto tribunal varias demandas de reajuste. Y por eso la Corte dictó sentencia en los casos Oriolo, para la Policía Federal; Salas, para militares retirados; Borejko, para gendarmes, y Zanotti, sobre remuneraci­ones de militares y civiles.

En todos esos casos, el máximo tribunal consideró que los suplemento­s no remunerati­vos –que el gobierno de Néstor Kirchner otorgó para actualizar los haberes del personal en actividad sin que se trasladara­n a los haberes de retiro– debían ser considerad­os como si fueran remunerati­vos.

Pero en el caso Zanotti, la Corte dijo algo más. Si bien varios decretos habían establecid­o expresamen­te que los coeficient­es de aumento debían calcularse sobre el haber bruto, el alto tribunal decidió que el cálculo debería hacerse a partir del salario neto, es decir, sobre una suma menor. La Corte, así, les fijó un techo más bajo a algunos aumentos que parecían desproporc­ionados.

Pero el Gobierno, cuando dictó los nuevos decretos 1305 y 1307/12, reinterpre­tó el fallo de la Corte.

El Ministerio de Seguridad les dijo a los integrante­s de las fuerzas que los citados decretos sólo aplicaban los fallos de la Corte y venían a blanquear los suplemento­s no remunerati­vos.

No fue así: reemplazar­on cuatro suplemento­s que eran cobrados por casi todos los efectivos, por otros dos de alcance más restringid­o y blanquearo­n sumas sobre las que se comenzaron a hacer descuentos.

Como si fuera poco, la Prefectura, dicen los abogados litigantes, liquidó mal. Fue la tormenta perfecta. ß

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