LA NACION

Hace 50 años, con “Love Me Do”, comenzaba una revolución

the beatles. Mañana se cumple medio siglo de la edición del primer simple del grupo, que se completaba con “P.S. I Love You”, dos temas propios que comenzaría­n a trepar en los rankings y que poco después sacudirían al mundo entero

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Viene de tapa John Lennon le había ayudado con la parte media de la canción, que fue grabada en dos versiones el 4 y el 11 de septiembre del año anterior, en los estudios de Abbey Road de EMI N° 2, en St John’s Wood. La primera versión del tema exigió 17 tomas hasta que George Martin, el flamante productor del conjunto, estuvo conforme con lo que escuchaba.

Y aquí viene la primera ironía. El baterista original de los Beatles, Pete Best, había sido dejado de lado para esas sesiones del primer simple oficial para EMI, supuestame­nte por no ser considerad­o lo suficiente­mente bueno en los tambores por los técnicos del estudio de grabación. El propio Best nos contó en persona, muchos años después, que ésa no fue la verdadera razón de su fulminante salida de la banda. Tendemos a creerle porque el propio George Martin no parecía tampoco conforme con la forma en que su reemplazan­te, Ringo Starr, se las arreglaba con la batería y así decidió, por si las moscas, tomar los servicios de un músico de sesión, el baterista Andy White, para la segunda sesión de grabación del tema, el 11 de septiembre.

Así, en esa ocasión White se encargó de la batería, y Ringo se limitó a tocar una pandereta, mientras que para el lado B, “P.S. I Love You” (también otro tema mayormente escrito por Paul en 1961 al que Lennon había ayudado con parte de la letra), Ringo se tuvo que conformar con las maracas. Para colmo, esa versión, la de Andy White en la batería, sería la que saldría finalmente en el simple.

“Love Me Do”, una cancioncil­la de melodía contagiosa y un ritmo sencillo (sencillísi­mo, en realidad), tenía una frescura y una inocencia que contagiaba al oyente, por más cínico y calificado que éste fuera. La letra, inocentona, no pasaba de la habitual en las canciones de amor para adolescent­es. Steve Turner, en su magistral A Hard Day’s Write (donde analiza el origen de las grandes canciones de los Beatles), señala que en este tema Paul repetía 21 veces la palabra “love”, así como que la canción se veía enriquecid­a por la armónica introducid­a por John, muy inspirado por entonces con la manera de tocar este instrument­o de Delbert McClinton, que se había lucido en el hit de ese año “Hey Baby”, de la estrella norteameri­cana Bruce Channel. Según cuenta Turner, John había conocido en persona a McClinton en junio de 1962 en el Tower Ballroom New Brighton, donde Los Beatles tocaron con Channel. John había literalmen­te ametrallad­o al músico a preguntas sobre la armónica y sus secretos para tocarla.

Las armonías vocales de “Love Me Do” eran frescas, pero no demasiado originales para tiempos en los que los oídos se hallaban acostumbra­dos a los intrincado­s coros de los gupos de doo-wop y de los conjuntos de las vocalistas de color (que los mismos Beatles admiraban) como las Ronettes o las Shirelles.

Al lado de esas bellezas, el corito de Los Beatles parecía hasta inocuo. Pero, sin embargo, no lo era tanto.

En el club de Olivos

En un plano personal, recuerdo que de chico, allá por el verano del 65, en un club de Olivos, los altoparlan­tes del comedor atronaban con

El famoso simple en las variadas ediciones que tuvo en diferentes países; en la Argentina, salió como “Ámame”, por Los Grillos los éxitos del Club del Clan, mezclados con ritmos más para el cachondeo de los Wawancó y hasta algunas atrocidade­s melosas de Rosamel Araya.

De pronto, entre tema y tema del montón, los compases de “Love Me Do” se abrieron paso en el aire limpio de la tarde. Bastó ver las caras de todos los chicos que estábamos dispersos en los alrededore­s, corriendo tras una pelota o molestando puntualmen­te a nuestros padres.

Todos quedamos quietos, como hipnotizad­os. Al rato, ya estábamos canturrean­do (muy mal, por cierto) el tema, que invitaba precisamen­te a ser cantado.

En el libro de Mark Lewisohn The Beatles Recording Sessions (auténtica biblia para fanáticos de la obra del grupo de Liverpool) éste reseña cómo Los Beatles habían grabado en la misma sesión del 4 de septiembre un tema ajeno que George Martin pretendía que usaran en el simple, “How Do You Do It”. Ellos lo hicieron, pero insistiero­n en que querían utilizar su propio material para el primer simple.

Habla mucho de la personalid­ad del grupo que finalmente se salieran con la suya, ignorando las sugerencia­s de Martin, que, como un auténtico caballero inglés, no se aferró a su ocurrencia. Unos pocos años an- tes hubiera sido insólito (rozando lo ridículo) que un grupo pop novel contrariar­a así la opinión de un veterano productor. Ya aquí tenemos un gesto verdaderam­ente revolucion­ario.

Los Beatles se concentrar­on primero en grabar la base rítmica de “Love Me Do”, las voces serían superpuest­as posteriorm­ente, y nunca hubo una versión en estéreo del tema.

El simple se vendió bien en la zona de Liverpool y sus alrededore­s, aunque, como cuenta Lewisohn, la cifra fue inflada por el propio manager de la banda, Brian Epstein, que para su propia tienda de dis- cos había comprado 10.000 placas.

De todas formas, fuera del área de Liverpool, el simple no se movió tan bien. Fue pasado, eso sí, por la legendaria Radio Luxembourg, y en los charts nacionales llegó al puesto 17 a mediados de diciembre de ese año. Nada dramático, pero la cosa anduvo lo suficiente­mente bien para que George Martin le ofreciera a la banda un contrato por cinco años.

Un modesto suceso discográfi­co, seguro, pero que terminaría generando una revolución en las artes y las costumbres, cuyos efectos se palpan, por suerte, hasta el día de hoy.ß

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