LA NACION

Carola Besasso “no estoy atenta a lo que se usa”

rebelde naïf. Así se define una de las fundadoras de la movida de diseño en Palermo que, tras 14 años, presentó en pasarela DAM, su firma. Gustó y sorprendió porque no sólo desfiló, sino también bailó

- Delia Alicia Piña @dapina | Fotos Martín Felipe / AFV

P ionera en el circuito de diseño de Palermo, esta artista plástica aprendió el oficio de hacer ropa con patchwork, dibujos y una moldería retro. Además, dibuja, pinta, baila y canta. una creativa que se obsesiona con la libertad de hacer y expresar lo que quiere.

¿Qué te llevó a instalarte en un barrio tan distinto al actual circuito de diseño?

Arranqué en 1998, y en Palermo estaban Juana de Arco, Calma Chicha, Papelera Palermo y Fortunata Alegría; un bar en lugar de La Mercería, una verdulería antes de Cora Groppo... Era otro barrio, es increíble su transforma­ción. Recién llegada de Amsterdam, mi intención era vivir del arte, pero resultó difícil. Entonces tuvimos la idea de crear una tienda con un café y galería de arte; un varieté, por entonces una novedad, que derivó en un local de ropa.

La elección fue intuitiva.

Tal cual. Llevaba una onda under y quería una zona bohemia, tranqui; le veía un potencial más alternativ­o a la moda y el arte...

¿El nombre de tu marca se debe a Amsterdam?

Sí. Quería ese espacio para volcar lo aprendido, me interesaba contar con una ventana para mostrar un mundo distinto, propio, una mini Amsterdam.

¿Cómo es ese mundo?

Implica una búsqueda de la libertad, tiene que ver con el desarrollo de mi individual­idad como persona, no por pretender ser individual­ista, sino para generar algo que esté atento a quien soy yo, de manera de poder aportar algo distinto. Eso me dio la libertad de expresar lo que quería, y me interesaba mantener ese espíritu.

¿Y qué hiciste para mantener ese espíritu?

Proponer otra visión sobre la ropa: no es un elemento para demostrar que pertenecem­os, sino que nos define como somos. Y así ser creativos, experiment­adores, juguetones a través de la indumentar­ia.

Y si la ropa nos permite mostrarnos, ¿cómo sos?

Soy el resultado de una mezcla entre una fuerte atracción por lo infantil y cierta rebeldía o prefe- rencia por lo alternativ­o; rechazo las convencion­es y busco la espontanei­dad, ingenuidad, sencillez y el colorido; soy una rebelde naïf.

¿Cómo se ve en lo que hacés?

En mis dibujos, en la moldería y en la manera de improvisar al combinar géneros. Dibujo y mis trabajos tienen algo inocente y de sentido crítico. Me gusta dibujar nenas que revelen cierta tristeza e impavidez frente al mundo, lo cual les da experienci­a adulta. También tengo debilidad por la moldería antigua que representa épocas de mayor ingenuidad, como las de los años 20 al 60. Y además intuyo cómo combinar telas; no estoy atenta a nada de afuera o qué se usa, lo hago como si hiciera un cuadro.

¿Tuviste una galería de arte?

No, una tienda con una mezcla de ropa usada, otra que reciclaba y más que me ofertaban muchísimos diseñadore­s. una boutique de barrio con un popurrí y una vidriera-instalació­n.

¿Qué cambiaste?

Me profesiona­licé, aprendí el oficio de hacer ropa, pero no perdí mi identidad y lenguajes. Sigo dibujando, experiment­ando con la moldería y las telas.

¿Cuándo empezaste a hacer ropa?

Cuando cumplí 10 años con la tienda, antes era un multimarca, me animé a hacer la mía: DAM.

¿Cómo es la tuya?

Tiene recursos que me identifica­n: el patchwork, con esos retazos sobre un género liso que le dan un toque pictórico. Me encanta aprovechar los desechos y lo hago tipo collage. Cuando corto una tela, lo que queda va a una estantería a la que meto mano, uso todo; por eso consumo poca tela. Tengo una tienda, pero trato de producir la menor cantidad de ropa.

Parece contradict­orio.

Es que mis produccion­es son chicas, las hago con mis manos: corto la tela y pasa a una costurera. El hacer poca ropa le da una impronta personal, le agrega valor porque son de construcci­ón casera. Mi tienda es un reflejo o continuaci­ón de cómo quiero vivir. No es un lugar esnob o de moda, sino de un autor, de una persona simple, rebelde, pero amorosa.

Al patchwork se agregan los dibujos.

Siempre estuvieron, pero ahora están más presentes. Esta temporada lancé la línea Caro de DAM, que destaca lo que vengo haciendo: prendas únicas pintadas a mano sobre seda antigua; el resultado del pincel sobre la tela. Es como hacer un cuadro, pero para llevárselo puesto.

Siempre más vestidos.

Y, me tira, es mi fuerte. Y lo que pinto, por su tamaño y detalle, es más para vestido. Pienso en otros formatos, pero no por ahora. Me costó hacer estampas con mi dibujo: hice la tapa de un disco para un amigo, seguí con una ilustració­n para la tienda de otra marca. Estoy a full con los dibujos.

Tu primer desfile en BAF, ¿fue una oportunida­d de mostrarte?

De mostrar mucho más que ropa, una filosofía de vida que tiene que ver con la libertad de expresar. Fue mostrar la felicidad de hacer lo que me gusta. Valoro esa oportunida­d siendo tan outsider.

¿Por ser outsider saliste a bailar?

Bailé porque me gusta, soy una bailaora no oficial. Canté soul y jazz en bares, y al pisar la pasarela me dieron ganas de que también fuera un escenario. Y lo hice con dos bailarinas mediante una coreografí­a especial que adaptó Leti Mazur.

Bueno, ya se cómo va a terminar tu próximo desfile...

Ja, ja, y si me animo... Y, sí, me gustaría volver a cantar.ß

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina