Los indecisos: silenciosos, jóvenes y determinantes
Los sondeos estiman que hay entre un 14 y un 23% del padrón que no sabe por quién votará o tiene miedo de decirlo; de ellos podría depender el resultado
CARACAS.– Los indecisos serán decisivos; eso dicen, al menos, los sondeos. Y no es un juego de palabras, sino una realidad aritmética que inclinará la balanza a favor de Hugo Chávez o de Henrique Capriles en las elecciones presidenciales venezolanas de pasado mañana.
¿Se irá Chávez de vuelta a sus pagos de Barinas, que hace tantos años dejó por la presidencia y que hoy le parecerá irreconocible? ¿O será Capriles quien regresará a la gobernación de Miranda, que lo catapultó como líder de la oposición?
Los encuestadores preguntan y se topan, a su pesar, con el significativo caudal de indecisos que no les permiten trazar un cuadro de situación cristalino: un sondeo de Datanálisis situaba entre 14 y 23% el segmento de votantes que dudan de a quién jugarle sus fichas o incluso podrían abstenerse de votar, en un país donde el sufragio no es obligatorio. Otra influyente firma de opinión, Hinterlaces, daba cuenta del 20% del potencial de electores sin voto definido.
Más que a estudios sociológicos, los encuestadores y los medios ya están lanzados a un juego de adivinación. La bola de cristal en vez de las planillas con casilleros. Y los candidatos en campaña, corridos por el tiempo, arremeten con arengas triunfalistas desde la tribuna para cosechar votos de última hora.
Para el consultor y analista Christian Burgazzi, la realidad detrás de las cifras es que son muchos más los que no expresan su intención de voto a los encuestadores que los que en verdad no lo saben. ¿La razón del silencio? El miedo. “La gran mayoría de los indecisos sí sabe, pero no contesta”, dijo Burgazzi, citado por el diario El Universal. Un estudio del Centro Gumilla, un instituto de investigación de los jesuitas, reveló que el 42% de las clases B, CyD tenían miedo de hablar con sus vecinos de política.
De hecho, los indecisos son muchos menos cuando su opinión queda a resguardo de miradas ajenas, cuando los encuestados escriben su decisión en un papel en vez de expresarlo a viva voz, delante de terceros. Se trata de una simulación mucho más próxima a lo que pueda surgir el domingo al cierre de los comicios.
Y sin duda la presión puede ser insostenible. Krismarly Pérez, una espigada morocha de 20 años que caminaba ayer frente a un edificio administrativo, en el centro de Caracas, se quedó como una estatua mientras su madre, María Sánchez, le explicaba a este enviado especial que no había forma de hacerla hablar de política. “Hay que ver lo que hacen, ella y su hermano Ranly. Yo voto por Chávez y los trato de convencer, pero no hay caso, no dicen nada.
Escuchan a los dos candidatos y no se deciden. A veces dicen que van a votar por uno; a veces, por otro, y a veces, que mejor no van a votar por miedo a lo que pueda pasar”, dijo María, sin quitar la mirada de su hija por si dejaba escapar un gesto definitorio. No hubo caso, la estatua siguió en su sitio, resistiendo la presión. Se podría suponer que no votará por Chávez.
Como ella hay miles. Un reciente informe de la BBC trazó el perfil del votante indeciso: “Mayoritariamente mujer, joven, de clase popular, con sensibilidad progresista, rechaza la polarización y sufre la inseguridad”. ¿Habrán hablado con Krismarly?
Ya lo dijo su madre: también siente algo de miedo. Ya no sólo a la mirada del vecino, sino a salir a votar por lo que pueda pasar. Es decir, a que estallen disturbios por la noche, según ventiló el gobierno días atrás, que acusó de antemano a presuntas formaciones opositoras. Esos grupos, según la versión, saldrían a las calles con violencia de energúmenos para denunciar un fraude inexistente.
La mayoría, sin embargo, no manifiesta el menor síntoma de miedo, angustia o preocupación. Pero muchos se reservan su opinión política y su postura electoral, para expresarla como es debido a la hora decisiva.
“No sé, no sé, ya veremos”, dijo Gustavo, un taxista que circulaba por Libertador, una de las principales avenidas de Caracas, mientras sintonizaba una canción de salsa.
A ellos, a los indecisos, fueron dirigidos los discursos, halagos y bendiciones de los candidatos durante estas últimas semanas de campaña.
Capriles se mostró como un abanderado de los programas sociales y del progreso de los sectores más desfavorecidos, el electorado de Chávez, apostando a ganarse el corazón de los desencantados con el gobierno.
Un documento de la campaña oficialista conocido ayer da cuenta de la intención del líder bolivariano de movilizar al núcleo duro de sus partidarios: “La revolución tiene dos retos fundamentales: eliminar el abstencionismo en las filas del chavismo [mayor peligro] y organizar al detalle el plan de defensa del voto”.