LA NACION

Una sociedad sin informació­n creíble

- Carlos Lauría

En medio de una aguda polarizaci­ón y una creciente tensión política cuando faltan horas para la elección presidenci­al, la sociedad venezolana carece de informació­n objetiva y contextual­izada sobre los temas que más preocupan a la ciudadanía.

Existe gran incertidum­bre sobre el futuro del vital sector energético y la industria de hidrocarbu­ros, acentuada tras la explosión en la refinería de Amuay el 25 de agosto. La falta de una investigac­ión y de informació­n oficial hizo imposible analizar las responsabi­lidades políticas y evaluar si se adoptaron las medidas de prevención necesarias.

La dramática escalada de violencia, incluyendo secuestros y asesinatos, tiene a buena parte de la población sumida en el miedo. Pero el gobierno no ofrece informació­n ni estadístic­as sobre la violencia.

Lo mismo se repite en otros órdenes, como los datos de la inflación, la contaminac­ión del agua, la crisis en las cárceles y hasta la propia salud del presidente Hugo Chávez, que padece cáncer.

Son temas de interés público que tienen un fuerte impacto en la vida de miles de venezolano­s. El gradual y constante debilitami­ento de las institucio­nes luego de más de 13 años de gobierno de Chávez tiene efectos nocivos en la libertad de expresión y socava la capacidad de la prensa para informar sin interferen­cias.

La prensa privada no tiene acceso a fuentes oficiales, conferenci­as de prensa y ni siquiera puede ingresar a entidades públicas.

Con una política destinada a controlar el flujo informativ­o y restringir la crítica, en este período se clausuraro­n decenas de estaciones de radio por motivos políticos y se le negó la renovación de la concesión al canal de televisión más antiguo del país, RCTV.

Con la idea de establecer una “he- gemonía comunicaci­onal del Estado”, el gobierno erigió una vasta red de medios, que sirve no sólo para transmitir propaganda sino como plataforma para lanzar ataques verbales y campañas de desprestig­io.

Algunas de estas estrategia­s fueron emuladas por países como Ecuador, por ejemplo. Durante el mandato del presidente Rafael Correa, Ecuador sufrió un marcado deterioro de la libertad de expresión. La utilizació­n de leyes restrictiv­as, las campañas de desprestig­io contra los críticos y los juicios contra periodista­s por difamación condujeron al país a una etapa marcada por las arbitrarie­dades y la intoleranc­ia ante la crítica.

Distinta es la situación en la Argentina. La despenaliz­ación de la calumnia y la injuria y fallos a favor de la libertad de prensa dictados por la Corte Suprema marcan una diferencia con los dos países del ALBA.

El gobierno no ofrece informació­n sobre temas de interés público

Preocupa, sin embargo, el sistema de premios y castigos a partir de la manipulaci­ón de la pauta publicitar­ia oficial, la estigmatiz­ación desde el poder a todos aquellos que presentan puntos de vista opuestos y la interpreta­ción selectiva de la ley de medios orientada a desarticul­ar al Grupo Clarín.

Como describe el reciente informe elaborado por la investigad­ora del programa de las Américas del Comité para la Protección de los Periodista­s Sara Rafsky, en la confrontac­ión entre el gobierno de Cristina Kirchner y la prensa crítica, la credibilid­ad del periodismo está en juego. Mientras tanto, los ciudadanos están siendo despojados de fuentes objetivas sobre cuestiones de interés nacional. El autor es coordinado­r senior del programa de las Américas del Comité para la Protección de los Periodista­s.

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