El eterno retorno de las bandas de muchachos
Fenómeno. Sostenidos por ciclos de TV y una fuerte presencia en las redes sociales, los nuevos grupos venden discos y llenan estadios con sus fanáticos preadolescentes
Viene de tapa Ellos, como los Big Time Rush, les deben su fama a ficciones televisivas de canales infantiles, Disney Channel y Nickelodeon, respectivamente, en los que los personajes/músicos suman fanáticos y cosechan esa fama que luego les permite presentarse en vivo. En el caso de Big Time Rush, el impulso se lo dieron los casi siete millones de espectadores que vieron el primer episodio de la serie en 2011 y la transformaron en el programa más visto de la historia del canal. Así, la ficción de los cuatro chicos de Minnesota que se mudan a Los Ángeles para volverse famosas estrellas pop se volvió realidad.
El recorrido de los británicos The Wanted es un poco diferente. Formados en 2009 a partir de un casting que buscaba recapturar el lucrativo negocio que suele generar este tipo de bandas de pop rock al tiempo que los Jonas Brothers arrasaban en los Estados Unidos –y el mundo–, los cinco muchachos tuvieron mucho éxito en el Reino Unido, pero su verdadero golpe de suerte llegó cuando Scooter Braun decidió representarlos. Para los legos en el universo tween, hay que aclarar que Braun es quien descubrió a Justin Bieber (ver aparte) viendo sus videos en YouTube y lo transformó en la superestrella millonaria que es hoy. Así que sin una serie de televisión que los apoye pero de la mano del rey Midas del consumo preadolescente, The Wanted ya cruzó fronteras, empezó su ascenso en el codiciado mercado norteamericano y mañana deleitará a sus seguidoras locales. Esas que conocen sus canciones, los siguen por Twitter y se enfrascan en intensas discusiones –cibernéticas, claro– para determinar quién ganaría la batalla de bandas británicas: The Wanted o los megavendedores One Direction.
Nacidos en pantalla
Niall Horan, Zayn Malik, Liam Payne, Harry Styles and Louis Tomlinson eran concursantes del reality show The X Factor. Cada uno por su lado y en solitario so- ñaban con ganar el premio del programa creado por Simon Cowell, el malvado productor y descubridor de estrellas de AmericanIdol. Ese que viendo que por separado estaban bien, pero que juntos los cinco pibes eran dinamita les sugirió unirse y competir como grupo. La suerte, pero sobre todo las llamadas de los televidentes ingleses, decidió que los One Direction quedaran terceros y mientras Cowell se indignaba por el mal gusto de sus compatriotas los contrataba como sus artistas exclusivos. El resto es historia. Casi siete millones de seguidores en Twitter, una popularidad de Gran Bretaña y hacia el mundo que reflotó las comparaciones –absurdas– con Los Beatles, especialmente cuando los muchachos consiguieron lo que ninguna otra banda británica había conseguido antes: que su primer disco, UpAllNight, debutara como número 1 en los rankings norteamericanos con más de un millón de copias vendidas, además de cinco millones de canciones descargadas legalmente. Para terminar de ponerse la corona de reyes de las boy bands, los One Direction fueron uno de los shows más esperados en el cierre de las Olimpíadas, les inventaron romances, arrasaron con los premios MTV en Los Ángeles y en diciembre tocarán en el Madison Square Garden.
Ya está confirmado que en 2013 saldrán de gira por todo el mundo, y aunque aún no hay fechas anunciadas en América latina los más de 32.000 seguidores del perfil de Twitter dedicado a la banda –@ onedirectionARG– demuestran que acá, allá y más allá esta nueva camada de boy bands recién está comenzando su avance. Que suele ser extremadamente veloz, lucrativo y cambiante. Casi tanto como esas nenas que un día despegan el póster de las princesas de Disney de la pared para reemplazarlo por el de su banda de muchachos bonitos preferida. Y entonces el fenómeno vuelve a empezar como si nunca se hubiera terminado.ß