contacto en París
E l primer encuentro con Boltanski tuvo lugar un año atrás en La Closerie des Lilas, una brasserie parisina cargada de memoria y recuerdos para la gente del arte, las letras, la bohemia y la buena cocina. Por allí pasaron Cézanne, Van Dongen, Hemingway, Modigliani y Man Ray. Es el lugar preferido de Antonio Seguí, que no se molesta en leer el menú y pide
foiegras, de entrada, y la especialidad de la casa: steaktartare con “frites”. Compartimos con Boltanski una mesa en el jardín, cerca de la entrada de avenue Montparnasse. Era mediodía y el sol primaveral engañaba al recién llegado otoño. El artista vivo más importante de Francia, con obras en museos, colecciones privadas y bienales es un interlocutor encantador. Escuchó con atención el proyecto de Diana Wechsler, que impulsó desde el vamos Aníbal Jozami de la Untref, antes de hacer una pausa y pedir cabillaud (bacalao fresco) con salsa de pistacho. Después tomó la palabra para iniciar un racconto de su vida que es, en realidad, la matriz de su producción, en una permanente indagación sobre la identidad. Reconstruyó la historia familiar a partir de fotos, hecho determinante de su recurrente tentación por apelar al archivo, como el espacio que contiene la presencia de la ausencia. La huella de lo que ya no está... El colegio, la mala conducta, el arte, la tradición católica de su madre, el padre judío, la memoria del holocausto. De todo eso hablamos. También de lo azaroso de la vida. La suya, piensa, “fue un accidente” en medio de la ocupación nazi. Nació en 1944. Casado con la artista Annette Messager, Boltanski representó a su país en la 54a edición de la Bienal de Venecia. Su gigantesca instalación Chance atrajo la atención de la crítica. Era una mezcla de línea de montaje y rotativa, con fotos de niños recién nacidos e imágenes recortadas de diarios polacos. Cada diez minutos sonaba una alarma y la cinta se detenía en una imagen. Chance e identidad, un juego inquietante en una arquitectura asfixiante como una cárcel de Piranesi. En Buenos Aires, Boltanski volverá a indagar otras voces en distintos ámbitos. Entre ellos, el antiguo Hotel de Inmigrantes, donde murieron ilusiones y crecieron sueños. Muchos nacieron de nuevo porque, por azar o accidente, alguien torpemente escribió mal el apellido.