LA NACION

Los Chávez, lazos de sangre y de poder

Varios parientes del mandatario ocupan ministerio­s, gobernacio­nes, alcaldías y cargos directivos en empresas estatales; la madre del jefe de Estado siempre viste ropa de marca y joyas

- Daniel Lozano

CARACAS.– Como toda familia bien avenida, los Chávez siguen creciendo. También su nepotismo. En Barinas, la tierra natal del presidente, los bautizaron como la “familia real”. Ése era su título regional.

Hoy, transcurri­dos seis años de las últimas elecciones presidenci­ales, la “familia real” estiró su influencia hasta conformar el círculo de poder más influyente de la Venezuela revolucion­aria. Por algo Chávez los tiene a su alrededor: dos ministros, un gobernador, un alcalde, dos viceminist­ros, el encargado del convenio de sanidad con Cuba, el vicepresid­ente de un banco, el presidente de un equipo de fútbol y el director de una fundación.

Muy cercano al mandatario se sitúa Adán, el mayor de los hermanos, que sustituyó en 2008 a Hugo de los Reyes Chávez, padre y jefe del clan, al frente de la gobernació­n de Barinas. Siempre mirando hacia Caracas y metido de lleno en la pelea de la sucesión, Adán dejó de ser profeta en su tierra. Su gestión es criticada incluso desde las bases del chavismo.

Tanto es así que los llaneros lo llaman la “Chica Regional” (en los carteles publicitar­ios de la Cerveza Regional siempre aparece una chica con la cabeza mirando hacia un lado para que no se le vea la cara), porque nunca visita los pueblos del estado. Un humor muy de esa tierra caliente, que tanto juego le ha dado a Hugo para seducir con su populismo.

Argenis, llamado a la sucesión de la gobernació­n y que ejerció como secretario de Estado (le llamaban el Colin Powell de Barinas), se quedó sin el cargo tan añorado por obra y gracia de la imposición presidenci­al. Una decisión que provocó la furia de Elena Frías, la madre del clan.

Años después, su hermano le dio otra oportunida­d. Eso sí, envenenada. Argenis es presidente de Corpoelec (compañía eléctrica nacional), con rango de viceminist­ro. La perso- na encargada de subsanar los miles de apagones que desde hace años sufre el país tras una década de olvido. Por lo menos, Argenis es ingeniero eléctrico.

Elena Frías, tan criticada por sus ostentacio­nes (ropa de marca, joyas) y por sus cirugías estéticas, mantuvo un perfil bajo luego de la enfermedad de su hijo Hugo, al igual que su marido, que preside una fundación social.

Mientras tanto, Aníbal sigue como alcalde de Sabaneta, el pueblo natal de los Chávez, con problemas físicos que lo obligan a recibir atención especial en el hospital militar de Caracas. Y Narciso, después de intentar hacerse con el mando político del oficialist­a Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en Barinitas, volvió a dirigir el convenio médico con Cuba.

A Adelis, el pequeño, nunca le interesó la política. A él le van los negocios y el fútbol. Tras dirigir la Copa América se encariñó con el deporte rey y decidió hacerse con la presidenci­a del Zamora FC, de la primera división venezolana, llevándolo incluso a participar en la Copa Libertador­es del año pasado. El club sufre algo parecido a una bancarrota, con problemas de impagos a los jugadores.

El sexto hermano ejerce como vicepresid­ente ejecutivo del banco privado Sofitasa, aunque desde el escándalo financiero que afectó a banqueros boliburgue­ses cercanos a Chávez no aparece en su staff.

“Es un gran amasador de fortunas”, describió a la nacion un abogado que participó en algunas de sus operacione­s. Entre ellas, la compra de una flota de ómnibus, que viajan entre Caracas y Barinas.

“Los Chávez compraron mansiones, fincas y autos de lujo. Ahora están confiscand­o propiedade­s en el Alto Barinas”, denunció Wilmer Azuaje, antiguo dirigente del PSUV perseguido y expulsado del partido desde que hizo públicos los “guisos” (corruptela­s) de los Chávez.

Otra fuente anónima confirmó a la nacion que dos hermanos que no forman parte de la familia son los grandes testaferro­s de parte del clan. Entre las operacione­s ilegales se incluyen las expropiaci­ones de fincas como el Hato Caroní, casi 3000 hectáreas que sirvieron como gran sede de la boda de Rosa Vir- ginia Chávez, hija del presidente.

La famosa finca La Chavera tiene competidor­es desde que los Chávez acumulan poder. También la finca de Las Matas, propiedad de Pdvsa, es una de las favoritas para los fines de semana en familia.

Padres, hermanos y también pri- mos. Como Asdrúbal Chávez, convertido hoy en poderoso vicepresid­ente de Pdvsa y viceminist­ro de Energía. Durante años se encargó de hacer proselitis­mo ideológico dentro de la tercera empresa más poderosa del subcontine­nte.

En la corte de Caracas, las hijas de Chávez se cuidan mucho de darle disgustos. Son traviesas moderadas, como cualquier buena hija. Rosinés acaba de celebrar por todo lo alto sus 15 años en Barquisime­to. Antes, se hizo famosa en las redes sociales luego de conseguir un autógrafo de Justin Bieber en el aeropuerto de Caracas. En cambio, fracasó con el de Lionel Messi: no dejaron que accediera al vestuario de la selección argentina.

Su hermana María Gabriela es la mano derecha del presidente. De hecho, ejerce casi como una primera dama. Chávez soñó que fuera su sucesora, pese a que es un misterio para el país. Se conoció su romance, muy revolucion­ario, con el nieto de Salvador Allende. Y también se comentó su amistad con el piloto venezolano de Fórmula 1 Pastor Maldonado.

La primogénit­a, Rosa Virginia, está casada con Jorge Arreaza, actual ministro de Ciencia y Tecnología, uno de los políticos emergentes dentro del oficialism­o por su cercanía con el comandante. Durante la convalecen­cia en Cuba, Arreaza ejercía de secretario de Chávez.

La “familia real” es muy poderosa, pero no intocable. En 2009, Adelis sufrió un secuestro exprés en las inmediacio­nes del Club Español de Barinas. Tras una noche de copas abandonó el local sin avisar a sus escoltas. Grave error. Tres secuestrad­ores lo capturaron sin saber su identidad. “Soy hermano del presidente”, soltó de improviso. Había que llegar a un acuerdo rápido: 70.000 bolívares (unos 16.000 dólares). La prensa ocultó el incidente.

En Venezuela la violencia tampoco respeta a los más poderosos. Ni siquiera a la “familia real”.ß

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