LA NACION

“No soy modelo, pero sí exploto mi imagen”

A los 26 años, además de brillar en las canchas posa para marcas y revistas de moda, y volvió a ser uno de los solteros más codiciados

- Texto Soledad Vallejos

O jos azules, piel algo tostada, una sonrisa de dientes blanquísim­os y, tal vez para sumar carácter y un poco de rudeza a su look algo aniñado, una barba apenas crecida y bien recortada. No es en vano, Facundo Pieres, con 26 años, no sólo brilla en el polo. Posó para importante­s campañas publicitar­ias de marcas como Etiqueta Negra, Movistar, Nespresso, Alvear, Citi, La Providenci­a y, además, junto con sus tres compañeros del club de polo Ellerstina, también para Jeep.

Dice que el mote de modelo no le calza. Pero su figura es difícil de disociar de la de su amigo Ignacio Figueras, polista de mediano handicap y una larga experienci­a ante las cámaras, con la marca Ralph Lauren como emblema. Por eso, cada vez que a Pieres le llega un ofrecimien­to publicitar­io, “la palabra de Nacho es una de las más valiosas”, confiesa a la nacion.

Pero él prefiere hablar de polo y, en ese terreno, su voz desliza un tinte de orgullo. Apenas con 19 años, se convirtió en el polista más joven del mundo en alcanzar los diez goles de handicap. Muchos lo señalan como el nuevo rey del polo y, ante tal afirmación, salta inexorable la comparació­n con Adolfo Cambiaso. Aunque si hay algo que Pieres parece no haber heredado de otro de los mejores jugadores en la historia del polo es su bajo perfil.

Pero su imagen cobra fuerza, y se impone nuevamente. Es que la revista Vanity Fair lo consideró uno de los diez polistas más sexy del mundo. Está otra vez soltero, y así renueva su ficha como figurita codiciada. “Si tengo la oportunida­d de explotar mi imagen lo hago, me parece bien. El polo lo necesita, y me gusta poder darle más popularida­d”, dice Facundo Pieres en el quincho de su haras, en General Rodríguez, un rústico espacio de reunión donde los protagonis­tas son una mesa de pool, decenas de trofeos y dos gigantogra­fías donde él luce, arriba de uno de sus caballos, la línea de ropa Etiqueta Negra-Ellerstina.

Para él, ésta es la mejor época del año. “Porque estoy en Buenos Aires hasta fines de diciembre, y estar en el campo y con mi familia es una de las cosas que más disfruto”, di- ce. El resto del año se reparte entre viajes a Europa, Estados Unidos y Australia.

En su haras La Ellerstina entrena los siete días de la semana. “Una hora y media arriba del caballo y una rutina física en el gimnasio”, cuenta. Después, su día lo reparte entre encuentros con amigos y almuerzos familiares en los que, mal que les pese a las mujeres de la casa, “casi no se habla de otra cosa que de deportes”. –¿Siempre tuviste claro que éste era tu destino? –Al principio tenía un poco de dudas, pero estaba seguro de que quería hacer algo relacionad­o con el deporte. También me gustaba mucho el golf, y nunca sentí la presión familiar que me hiciera sentir “Uy, ojalá que juegue bien al golf porque si no estoy en el horno”. A los 14, cuando viajé por primera vez al exterior, supe definitiva­mente que quería dedicarme a esto. –¿Te hubiera gustado estudiar algo, ir a la universida­d? –No, jamás. Siempre supe que lo mío era el deporte y no el estudio. –Es un deporte considerad­o por muchos elitista, pero figuras como vos o Cambiaso lo han populariza­do. –No creo que sea elitista. Obvio que no es barato jugarlo, pero también lo podés hacer sin que te cueste una fortuna. Lo popular te lo da la TV, y si logramos que el Abierto de Palermo se vea masivament­e en otros países como Inglaterra, China y Estados Unidos es un gran paso. –¿Cómo se maneja el ego en una familia de cracks? –Gracias a Dios hemos tenido una buena educación de mamá y papá. Siempre nos dejaron ser libres, pero inculcándo­nos, ante todo, el respeto, no tener maldad, sobre todo en un deporte tan riesgoso, y ser buenas personas. –¿Sentís que les estás haciendo sombra a tus hermanos con tanta exposición mediática? –No. Es algo que se va dando naturalmen­te. Gonzalo, el más grande, se casó muy joven y tiene un perfil más bajo. Nicolás, el menor, también se está por casar y es más tranquilo. Yo, por mi forma de ser y mi manera de jugar, me hice un poquito más popular. Y creo que todo el tema de la imagen y los sponsors ayudan al deporte. Si tengo la oportunida­d de explotar mi imagen, me parece bien. –¿Hay rivalidad con Adolfo Cambiaso? –Se habló mucho porque en los últimos años hemos llegado los dos equipos [La Dolfina, de Cambiaso, y Ellerstina, de los Pieres] a la final. Pero yo no siento una rivalidad personal con él; sí entre los equipos, eso es natural. Él no tiene nada que demostrar, por supuesto, y yo trato de hacer lo mejor para nosotros, para la familia y para la Ellerstina. –¿Qué puertas no se te abren por ser el rey del polo? –( Se ríe y piensa.) No hay muchas que no se te abran. Creo que en este lugar tenés ventajas sobre mucha otra gente. Nos contratan personas millonaria­s y poderosas, y a veces te llama la atención con los lujos que viven. Pero todo eso no me modifica. Tal vez algo que perdí por viajar tanto fue el contacto con algunos de mis amigos del colegio, gente que quisiera ver y no puedo. –Pero sí te facilitó el camino en la conquista con las mujeres.

–No, qué sé yo. No creo que sea así. –¿Querés formar una familia pronto como tus hermanos? –No, por ahora no me veo ni casado ni con una familia. Estoy bien así, solo por el momento.

–¿Te interesa la política?

–No, para nada. –Pero tendrás una opinión sobre el país. ¿Cómo lo ves? –Complicado. A mi gusto estamos muy mal, y lo peor es la insegurida­d. También la pobreza; me duele saber que hay gente que vive mal. –¿Creés que el polo es una burbuja, como una isla? –Puede ser, pero no es sólo la burbuja del polo, también hay muchas otras burbujas. En realidad, cuando te va bien en un deporte siempre estás como en una burbuja. No pasa sólo en el polo, también en el tenis, en el fútbol o en el golf. –Pero para triunfar en el polo necesitás tener buenos y varios caballos que cuestan muchísimo dinero... –Es cierto. Pero tampoco a todos nos va tan bien. No se puede generaliza­r. Hay jugadores de polo a los que les va muy bien y otros que la sufren todos los días y tienen que laburar para mantener a su familia y la sufren. –En la vida, ¿cuál es tu handicap? –Trato de hacer lo mejor. En todo lo que hago pongo lo mejor de mí. Pero para ser un diez todavía me falta.ß

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| Foto Gustavo Bosco

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