LA NACION

Pastas que rockean y el placer de reunirse

- Guillermo Oliveto El autor es especialis­ta en tendencias sociales y consumo.

Somos latinos. Nos gusta comer y disfrutar lo que comemos. Está en nuestra sangre. Forma parte de nuestra historia y de nuestra cultura. Al igual que para los italianos, los españoles o los franceses; para los argentinos, la comida es rito que a veces se vuelve mito. Aquel asado con amigos y buen vino, el olorcito a las salsas de la abuela, los fideos del domingo con la familia unida, la pizza del sábado a la noche, las empanadas con recetas ancestrale­s.

El mundo actual impone el vértigo y la aceleració­n constante. La tecnología es la que marca el ritmo de la época. En una lectura apresurada, muchos dieron por muerta a la mesa. Todo sería on the go. De parado, en el auto, en el subte, por la calle, caminando, con el paso apurado. La comida quedaría reducida apenas a una recarga de energía.

Algo de esto finalmente sucedió. Se lo puede ver especialme­nte en las grandes ciudades como Nueva York, Londres o Buenos Aires. Fundamenta­lmente, durante la semana, en el frenético horario laboral. Sin embargo, la mesa no sólo sigue gozando de buena salud, sino que crece, se amplía, gana en sofisticac­ión, en nuevos sabores, sorprende. Aquí y en el mundo. ¿Por qué? Porque ante el vértigo, más necesidad de pausa. A mayor virtualida­d, fluye el deseo por la conexión real. Ante tanta exigencia y presión, crecen las ansias por el placer y el goce. Y la mesa para nosotros es eso. “Re-unión”, diálogo, escucha, anécdotas, recuerdos.

Hoy conviven en la nueva mesa argentina la tradición y la innovación. Lo que es parte de nuestra identidad, con lo que fuimos incorporan­do en los últimos 20 años de globalizac­ión y fusión cultural. La parrilla con el sushi, la pasta con los tacos y fajitas, las milanesas con el cordero patagónico –un redescubri­miento autóctono–.

Las escuelas de gastronomí­a viven un boom. La cocina tiene más de una señal de cable y uno de los trendsette­rs globales es el gran chef argentino de clase mundial Francis Mallmann. Muchos de sus alumnos son también profesiona­les de elite. Los hombres descubrier­on que cocinar no era sólo terapéutic­o, sino también muy seductor. Las mujeres exploran las múltiples formas de combinar practicida­d y sabor, sin perder de vista lo saludable. En las góndolas compiten “los maestros queseros” con “las recetas de la abuela” y la nueva mamá que se volvió celebrity. En la TV se amontonan, la pasta que se volvió rockera, el vino que une, Diana Arroz, y los Cocineros Argentinos.

La nueva mesa de los argentinos está servida. Y, por cierto, luce muy bien. No sólo nos invita a comer. Sino, fundamenta­lmente, a disfrutar de las “pequeñas grandes” cosas de la vida. Quizás allí radique el gran secreto de su renovada vigencia.ß

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina