Los chefs, entre las góndolas del súper y las de las librerías
Los cocineros llevaron sus recetas y secretos a la lista de best sellers y hasta se animan a la literatura de viajes, la antropología y las aventuras
“Es curiosa la escasa frecuencia con que se reconoce la importancia social de la comida. En todas partes se ven estatuas dedicadas a políticos, poetas y obispos, pero ninguna dedicada a cocineros, curadores de tocino o cultivadores de hortalizas”, escribió George Orwell en El camino
de Wigan Pier. Tal vez para reparar ese olvido, la Argentina del siglo XXI ha transformado a los chefs, reposteros y críticos gastronómicos en las nuevas estrellas de la industria del libro.
De Narda Lepes a Anthony Bourdain, los héroes de la cocina han conquistado la lista de best
sellers con propuestas que incluyen coqueteos con la literatura de viaje, la antropología culinaria y el relato de aventuras. El recetario clásico destinado a la abnegada mujer de la casa ha quedado definitivamente atrás. Hoy parece claro que la gastronomía constituye una de las grandes puertas de entrada a la cultura, y su combinación de placer y pedagogía exprés ha creado un público a la medida, que igual espera unos buenos consejos para una alimentación saludable como los secretos del solomillo perfecto o las revelaciones más impúdicas sobre la vida en los fogones de los mejores restaurantes del mundo.
Con más de 40.000 ejemplares vendidos en la Argentina, distribución en América latina, ediciones en versión booket y el prestigioso premio Gourmand World Cookbook Award en su haber, Comer y pasarla
bien, de la chef Narda Lepes, representa uno de los grandes pilares del actual boom de los libros de gastronomía. Figura insoslayable de los canales televisivos dedicados al arte de crear platos deliciosos, Narda advierte en su obra que “comer bien va a ser cada vez más caro. Alimentarse, mucho más. Y hacer cualquiera de estas dos cosas con placer y sabor, muchísimo más difícil”.
En una sociedad en la que hace rato que la mujer salió de la cocina para integrarse al mundo laboral, la necesidad de una educación gastronómica afecta a todos por igual y, casi sin quererlo, el libro que enseña a tomar consciencia de la propia alimentación se topa con un público más amplio que nunca. Comer y
pasarla bien demuestra que “comer bien no significa comer más caro” y, a mitad de camino entre el recetario y el libro de viajes, construye un manual básico para todo aquel interesado en conocer la compleja y apasionante trama oculta detrás del sencillo acto de sentarse a la mesa.
“Hoy se cocina menos que antes, pero hay más gente dispuesta a hacerlo –señala Pietro Sorba, cuyo
Nueva cocina argentina acaba de llegar a las librerías–. Y es que los canales televisivos especializados han impuesto una variedad de propuestas que genera nuevas motivaciones para ponerse a cocinar.” Tal vez por eso, la oferta libresca resulta tan variada como atractiva. La imprescindible Guía de com
pras, de Narda Lepes, convive con los recetarios de Juliana López May ( Mi primer libro de recetas y Rece-
tas para compartir, siete ediciones vendidas entre ambos), las brújulas porteñas de Sorba ( Parrillas de
Buenos Aires y Bodegones de Buenos Aires, entre otros), la audacia científica de Ferrán Adriá ( La comida de
la familia), las crónicas bizarras de Anthony Bourdain (40.000 ejemplares vendidos entre todos sus libros), y el pragmatismo for dummies del inglés Jamie Oliver (10.000 ejemplares vendidos con Escuela de cocina, Escapadas de Jamie Oliver y Comidas en 30 minutos).
La lista se enriquece con obras que ponen la lupa en la gastronomía para contar el mundo contemporáneo. Entre ellos, las cimas las marcan Ca
lor, en el que el cronista Bill Buford se convierte en aprendiz bajo las impiadosas órdenes del pantagruélico chef Mario Batali; Comer animales, en el que Jonathan Safran Foer reflexiona acerca de la alimentación basada en la carne, y la biografía que Colman Andrews ensaya sobre el creador de El Bulli en Reinventar
la cocina. Para Martín Caparrós, autor de
Entre dientes, de próxima distribución en la Argentina, “lo que comemos es una parte decisiva de nuestra cultura. Y, por lo tanto, otra forma de conocernos, de contarnos”. En esa línea, da la impresión de que el boom de los libros de gastronomía pone sobre la mesa un modo placentero e imprevisto de acceder a la cultura propia o ajena.
O como escribe Anthony Bourdain en Confesiones de un chef: “Siempre he creído que la buena comida está por encima de todo riesgo. Da lo mismo que hablemos de un queso azul sin pasteurizar, de ostras crudas o de trabajar con socios del crimen organizado. Para mí, la comida siempre ha sido una aventura”. Para los tantísimos nuevos lectores de estos libros, también.ß