LA NACION

Liam Neeson, un padre de armas tomar

- Fernando López

Creo que he sobrevivid­o corriendo hacia adelante. corriendo hacia el trabajo”, confesó Liam Neeson la primera vez que –tras un largo duelo de casi dos años– pudo hablar de la muerte de su esposa, Natasha Richardson, ocurrida en 2009 tras un accidente de ski. Fue un golpe terrible para él: un dolor que aún lo despierta en medio de la noche, según admite este gigante de casi dos metros, voz profunda y semblante que transmite al mismo tiempo serenidad y firmeza de carácter. A ese aire de segura autoridad debe que le hayan confiado tantas veces figuras paternales o mentores como el maestro de un joven Obi-Wan Kenobi ( Star Wars), el líder irlandés de Pandillas

de Nueva York, el industrial alemán que salvó a más de mil judíos ( La lis

ta de Schindler) o el ambiguo Ducard, mentor del héroe en Batman inicia. Pero sólo en los últimos años, después de frecuentar a Shakespear­e en el teatro (incluso en el Royal National Theatre de Londres) y haber sido en la pantalla Rob Roy, Michael Collins, el doctor Kinsey, Filipo de Macedonia o el caballero Godofredo de Ibelin ( Cruzada) llegó para él la hora de los héroes de acción, para los que en realidad parecía destinado por su físico; su temprana familiarid­ad con la violencia (nació en 1952 en la turbulenta Irlanda del Norte) y con el box (llegó a ser figura prometedor­a entre los amateurs).

Ya se había fogueado en géneros diversos antes de que en 2008 Búsque

da implacable (cuya secuela acaba de estrenarse), lo colocara a la par de las grandes astros del cine de acción. No debe ser por casualidad que su protagonis­ta, el ex agente Bryan Mills es, ante todo, un padre de familia.ß

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